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A las 8:37 AM, por Jorge
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Al menos en la prisión Madrid V situada en Soto del Real. Ayer mismo nos lo contaba en una reunión de coordinadores de Cáritas el sacerdote encargado de moderar las Cáritas de la zona.
Así como suena. El arciprestazgo de Colmenar Viejo, donde se encuentra ubicada la cárcel, lleva años colaborando con voluntariado en el centro penitenciario: clases de alfabetización, manualidades, talleres, pastoral penitenciaria. Lo sorprendente es tener que escuchar que el mismo director de la cárcel ha pedido a Cáritas que si pueden conseguir para los internos balones de fútbol y baloncesto, material deportivo como chándales, zapatillas e incluso ropa corriente porque no tienen nada de nada.
A mí me parece que ha llegado un momento en el que tenemos que preguntarnos si no estaremos haciendo el canelo.
A ver, nada que objetar a las obras de misericordia que ya sabemos que, entre otras cosas, hablan de visitar a los presos y vestir al desnudo. A un servidor lo que le joroba es que en aras de mayor ahorro, instituciones penitenciarias se cargue la partida de presupuesto que debería ir destinada a estos menesteres de vestido, calzado y elementos deportivos para los internos y se lo eche a las costillas de Cáritas con la cosa de ayudar a los débiles y aprovechándose de que somos buena gente por naturaleza.
Definitivamente estamos haciendo el canelo. No seré yo quien se muestre en contra de ayudar al desfavorecido. A las pruebas me remito. Pero eso de que los balones de baloncesto para un centro penitenciario tengan que salir de la caridad cristiana no entiendo a cuento de qué. Y cada vez la cosa tiene peor pinta. Porque así, a la chita callando, sin darte cuenta, a lo tonto, a lo bobo, los alimentos, Cáritas. Los libros escolares y todo el material, Cáritas. El apoyo cuando no hay subsidios, los balones de los encarcelados, las medicinas del menesteroso, los pañales del lactante, la beca y el subsidio… todo Cáritas.
¿Se puede saber, qué leches hace entonces el Estado? ¿Alguien me puede decir para qué pagamos los impuestos? ¿Para los partidos? ¿Para los sindicatos? ¿Para los infinitos diputados, senadores, parlamentarios, concejales, síndicos, asesores?
Aquí como ven, “to quisqui” a vivir del presupuesto. Eso sí, unos informes acongojantes sobre el mundo de las prisiones, la dignidad del recluso, la integración, la rehabilitación, el cuidado físico y mental de aquel que cayó en el error. Informes y más informes (¿a qué precio, Señor, a qué precio?) sobre todo lo que hay que hacer para gozar de unas instituciones penitenciarias modélicas, integradoras y todo lo que sea menester. Congresos, reuniones, acciones experimentales, proyectos, más informes, más personal, más medios. Y si falta para algo, se lo pedimos a estos de Cáritas que son buena gente.
Definitivamente los de Cáritas, más que ser buena gente, somos los que hacemos el canelo. Que no es lo mismo. Ya saben, lo de hermanos y primos. Cualquier día de estos el director de la prisión, sabiendo que los de Cáritas somos unos buenazos, pedirá comida para los internos. Y encima se la daremos. Insisto. No es que seamos buenos. Somos gilis.
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