Jaime Septién
El semanario católico Our Sunday Visitor (OSV) denunció, en su número de esta semana, la terrible ola de violencia armada que se ha desatado al interior de Estados Unidos desde la masacre de Newtown (en la que el joven Adam Lanza mató a 26 niños y maestras de una escuela elemental, y después se suicidó) hasta el fin de este mes de enero de 2014.
Violencia indiscriminada
Los tiroteos y los homicidios se han sucedido en muchos otros campus, tanto universitarios como en escuelas preparatorias, sin que parezca tener fin esta escalada de violencia. “Han sido miles las víctimas de la violencia armada durante los últimos 14 meses, dice el editorial de OSV, y muchos miles más se han suicidado”
Se estima que 60 por ciento de todas las muertes por arma de fuego en Estados Unidos son suicidios, y el suicidio también se está convirtiendo “en un sello distintivo de los estallidos de violencia indiscriminada, como ocurrió en Newtown”.
Aunque sea muy complejo hablar de estadísticas fiables, los expertos en el área de criminalística de Estados Unidos calculan que entre diciembre 14 del 2012 y enero 27 del 2014, han ocurrido 37 mil 769 muertes por arma de fuego, incluyendo los suicidios.
“Una cuestión largo tiempo debatida –dice el semanario católico-- ha sido el por qué Estados Unidos ha sido tan afectado por este tipo de violencia. Para encontrar el número de muertos equivalentes en otros países occidentales, hay que mirar a las zonas de guerra o de países con una espiral de drogas o de violencia civil”
Más adelante, el editorial de OSV subraya que “la naturaleza casi casual de la violencia Estados Unidos. --el tiroteo, el terror al azar en un centro comercial, el ponerle el arma a uno en el templo y apretar el gatillo- no tiene un equivalente en los países en igualdad de riqueza, educación e estabilidad política”.
La frecuencia con la que se suceden los tiroteos y las muertes en escuelas, lugares de trabajo, centros comerciales e incluso en las casas, ha hecho que la reacción de la gente caiga en el silencio. “La indignación que siguió Newtown ha desaparecido prácticamente, y hay una sensación de impotencia con cada nuevo incidente”, denuncia el editorial del prestigioso semanario católico estadounidense.
Desarmar el propio corazón
La falta de restricciones en la compra de armas y un debate inútil para controlar el flujo de pistolas, metralletas y armas de asalto en manos de adolescentes y de desequilibrados han sido parte del problema que enfrenta hoy el país entero. La Iglesia católica, en ese entorno, ha tenido y tiene poco impacto, “tan sólo para señalar que este nivel letal va en contra de una cultura de la vida”, dice el editorial de OSV.
Tras citar una frase del ahora Papa Emérito, Benedicto XVI, OSV recuerda que “cada persona está llamada a desarmar su propio corazón y a ser un pacificador en todas partes”.
“Qué significa esto en términos de política en una sociedad donde hay casi tantas armas como personas y donde su propia ubicuidad las convierte en la herramienta de primera instancia cuando se desea causar la muerte o mutilación es algo difícil de decir”, constata la revista y termina vaticinando que hasta que los estadounidenses se cansen de tanta violencia y le hagan frente, “no habrá fin al creciente número de muertos y de familias destrozadas que cada muerte representa”.
Violencia indiscriminada
Los tiroteos y los homicidios se han sucedido en muchos otros campus, tanto universitarios como en escuelas preparatorias, sin que parezca tener fin esta escalada de violencia. “Han sido miles las víctimas de la violencia armada durante los últimos 14 meses, dice el editorial de OSV, y muchos miles más se han suicidado”
Se estima que 60 por ciento de todas las muertes por arma de fuego en Estados Unidos son suicidios, y el suicidio también se está convirtiendo “en un sello distintivo de los estallidos de violencia indiscriminada, como ocurrió en Newtown”.
Aunque sea muy complejo hablar de estadísticas fiables, los expertos en el área de criminalística de Estados Unidos calculan que entre diciembre 14 del 2012 y enero 27 del 2014, han ocurrido 37 mil 769 muertes por arma de fuego, incluyendo los suicidios.
“Una cuestión largo tiempo debatida –dice el semanario católico-- ha sido el por qué Estados Unidos ha sido tan afectado por este tipo de violencia. Para encontrar el número de muertos equivalentes en otros países occidentales, hay que mirar a las zonas de guerra o de países con una espiral de drogas o de violencia civil”
Más adelante, el editorial de OSV subraya que “la naturaleza casi casual de la violencia Estados Unidos. --el tiroteo, el terror al azar en un centro comercial, el ponerle el arma a uno en el templo y apretar el gatillo- no tiene un equivalente en los países en igualdad de riqueza, educación e estabilidad política”.
La frecuencia con la que se suceden los tiroteos y las muertes en escuelas, lugares de trabajo, centros comerciales e incluso en las casas, ha hecho que la reacción de la gente caiga en el silencio. “La indignación que siguió Newtown ha desaparecido prácticamente, y hay una sensación de impotencia con cada nuevo incidente”, denuncia el editorial del prestigioso semanario católico estadounidense.
Desarmar el propio corazón
La falta de restricciones en la compra de armas y un debate inútil para controlar el flujo de pistolas, metralletas y armas de asalto en manos de adolescentes y de desequilibrados han sido parte del problema que enfrenta hoy el país entero. La Iglesia católica, en ese entorno, ha tenido y tiene poco impacto, “tan sólo para señalar que este nivel letal va en contra de una cultura de la vida”, dice el editorial de OSV.
Tras citar una frase del ahora Papa Emérito, Benedicto XVI, OSV recuerda que “cada persona está llamada a desarmar su propio corazón y a ser un pacificador en todas partes”.
“Qué significa esto en términos de política en una sociedad donde hay casi tantas armas como personas y donde su propia ubicuidad las convierte en la herramienta de primera instancia cuando se desea causar la muerte o mutilación es algo difícil de decir”, constata la revista y termina vaticinando que hasta que los estadounidenses se cansen de tanta violencia y le hagan frente, “no habrá fin al creciente número de muertos y de familias destrozadas que cada muerte representa”.
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