domingo, 2 de junio de 2013

"NO SÓLO ES UNA PROFESIÓN, ES UNA FORMA DE VIVIR".


La Razón

El capitán de Navío Benigno González-Aller, junto a su padre, el contraalmirante José Ignacio González-Aller
Cuando uno habla con los González-Aller se da cuenta de que está ante una familia de marcada tradición militar, fiel a las Fuerzas Armadas, a sus valores y a su forma de vida. De ahí que este apellido esté presente desde el siglo XVIII en los Ejércitos o la Armada, principalmente en este último cuerpo, pues el mar parece ser el terreno en el que mejor se mueven.
Uno de los últimos en continuar esta saga es el capitán de Navío Benigno González-Aller Gross, ahora jefe de la sección de planes de recursos y definición de medios del Estado Mayor de la Armada y que en un mes tomará el mando de la 31ª escuadrilla de las fragatas F-100. Un dato suyo para dejar claro esa tradición militar de su familia: él es la cuarta generación con primer apellido González-Aller que ha pasado por las Fuerzas Armadas.
Recibe a este periódico junto a su padre, el contraalmirante José Ignacio González-Aller Hierro, quien va enumerando casi de carrerilla los nombres de sus antepasados que han pasado por la Marina o por Tierra. Empieza hablando de Cristóbal González-Aller, teniente coronel de Caballería en el s.XVIII y uno de los primeros condecorados con la laureada de San Fernando. Tras él recuerda a su bisabuelo, el primero de su familia en la Armada y que llegó a capitán de fragata.
Pero hay más y el árbol genealógico de esta familia empieza a enredarse. Luego llegaría el abuelo de José Ignacio, Antonio, quien ingresó en la Escuela Naval en 1863 y tuvo dos hijos: Benigno, que fue almirante de la Flota, y Cristóbal, vicealmirante y padre de ocho hijos marinos y de uno del Ejército de Tierra. Ambos tenían 9 hermanas, las cuales se casaron también con marinos.
Benigno era el padre de José Ignacio, el cual ingresa en 1954 en la Armada y su carrera está muy ligada a los submarinos y a la historia de la Marina, motivo por el cual mañana recibirá el premio «Marqués de Santa Cruz de Marcenado». Tiene también primos-hermanos en el Ejército de Tierra, uno de los cuales luchó en el Alcázar de Toledo. José Ignacio tiene 7 hijos, el único marino es Benigno, aunque sus hermanas están casadas con marinos.
Hechas las presentaciones familiares, tanto José Ignacio como su hijo aseguran que eligieron esta vida «en gran parte por tradición». Mientras, Benigno apunta, orgulloso, que «las Fuerzas Armadas no sólo es una profesión, sino una forma de vivir». Dejan claro que no ingresaron en la Armada por dinero, sino por «el amor a la profesión y a España».
José Ignacio tenía claro que su hijo iba a seguir sus pasos: «Lo daba por sentado», sentencia. Pero, por si acaso, trataba de guiarle para evitar que eligiera otro camino: «Si le decía que me gustaba la física nuclear me decía que podía hacerme ingeniero de la Armada. Para él todo se podía hacer en la Armada», recuerda.
Y esa publicidad subliminal dio sus frutos y Benigno entró en la Armada en 1981. «La gran alegría de mi vida fue cuando ingresó mi hijo en la Armada», asegura orgulloso el contraalmirante. Eso sí le queda «un trauma», que los hijos de Benigno no hayan seguido sus pasos. Así que ahora tiene un reto, que sus otros nietos lo hagan: «Tengo 17, algunos muy pequeños, pero les voy a conducir a la carrera militar», afirma con una sonrisa pícara. En cuanto a la disciplina militar en una familia como ésta, destacan que «es útil, aunque la comprendes y valoras cuando eres mayor».
De momento, pueden estar tranquilos, la tradición parece que seguirá pues en la Escuela Naval hay otros cinco González-Aller.

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