Como no hay trabajo para todos, hay que emprender. Por eso, LA RAZÓN, en su particular lucha contra el desempleo, organizó el primer foro de emprendedores, y tengo que reconocer que una servidora, negada conscientemente, siempre y para siempre, para todo lo que tiene que ver con emprendimientos, negocios, empresas y demás iniciativas que fomentan el ingenio, el talento y el tan necesario y ansiado trabajo, empieza a creer firmemente en la importante salida que en estos momentos supone creer en un proyecto y llevarlo a cabo. Y es que emprender no consiste sólo en lograr que un sueño se realice creyendo que es posible, con trabajo, pasión y entusiasmo, sino que consigue que sean muchos los que puedan llegar a realizarse, apasionándose por el mismo proyecto y encontrando de paso una ocupación. Por supuesto que, como nuevo comienzo que es, no está exento de riesgos, pero ¿cuántos sueños aparentemente utópicos han acabado siendo el eje de toda una vida? Como todos coincidieron, lo más difícil es encontrar la financiación. Desde luego que del drama de los créditos no se escapa nadie, pero existen, cumpliendo quizás demasiados requisitos, ayudas a emprendedores. Aunque probablemente los intereses son los que no terminan de seducir al que se lanza a montar algo. Pero me quedo con una gran verdad: los sueños están para cumplirlos. Aparte de cumplir sueños, el emprendimiento fomenta además dos grandes pilares: la responsabilidad y el compromiso. Y lo más bonito es poder comprobar que con voluntad y constancia uno consigue lo que se proponga. ¡Vamos, no hay tiempo que perder!
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