No quiero, ni puedo extenderme más en el día de hoy. El hacerlo sería cansar más de la cuenta a todos los buenos y queridos seguidores de este blog.
Quiero empezar a escribir esta serie de artículos que se denominan "desde Villaluenga" y que lo haré en varias partes porque aunque han sido tan solo tres días, los mismos han estado llenos de vivencias e intensas emociones y sentimientos y, además, sería injusto tratar de pasada tan buenos y significativos momentos.
El sábado 29 de diciembre del año pasado, es decir, hace tan sólo tres días nos encaminamos hacia Villaluenga del Rosario para pasar el fin de año en nuestro querido pueblo.
Cuando llegamos serían las doce y media del mediodía y nos recibió un día soleado, muy frío, aunque con verdadero calor de hogar en todas y cada una de las calles que componen este pequeño pueblo.
Llegamos, dejamos las cosas, Hetepheres estaba aparcando y situando todo así como limpiando la chimenea. Escuchamos el tañir de las campanas que anunciaban funeral por una vecina fallecida del pueblo.
Una vez preparado todo, encendimos la chimenea y yo me puse con el ordenador para ver si conseguía conectarme a internet. No pude porque necesitaba un programa específico que tenía que descargarlo así que me fui al hotel de TUGASA que tiene WiFi aunque ni así pude descargar el mismo. Aproveché para sentarme, mientras tenía encendido el ordenador y me tomaba una copa de oloroso, para escribir algunas vivencias. En la barra muchos vecinos, entre ellos el Alcalde que estaba hablando cosas de municipio con otros dos señores. No conozco personalmente al regidor de Villaluenga aunque me dio cierta alegría el verlo porque nunca, salvo en ocasiones muy puntuales, hemos coincidido.
Después me fui para casa, que ya tenía un calor y olor a leña quemándose. Almorzamos, vimos un poco la televisión y nos fuimos a dar un pequeño paseo por el camino que bordea al monte. Después, casi congelados pues el frío agolpaba cada músculo, nos fuimos para casa, nos sentamos frente a la chimenea que ardía de lo lindo y empezamos con el turno de lectura, conversación, terminando por ver una película de Paco Martínez Soria en la Primera tomando una copa de brandy de Jerez.
Cuando nos quisimos dar cuenta eran cerca de las diez de la noche así que cenamos de forma muy ligera, mientras en el exterior una espesa niebla se hacía dueña de las calles que hasta dificultaba la visión del campanario de la cercana Iglesia de San Miguel.
Sobre las doce de la medianoche ya estábamos plácidamente metidos en la cama y preparándonos para dormir profunda y tranquilamente toda la noche de un tirón hasta que el sonido de las campanas dando las nueve de la mañana del siguiente día nos despertó aunque eso es ya otra historia que os contaré mañana.
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