"¡Hombre de palabra!" Suele ser una de las mejores alabanzas que se pueden decir de una persona; y ¡Cómo duele la infidelidad, cómo nos llega al alma comprobar que tal o cual persona nos ha fallado!
Porque el hombre falla y con frecuencia; en cambio, Dios nunca falla; siempre cumple lo que dice, su Palabra es la Verdad.
Sin embargo, aunque Dios no falla nunca y hombre si falla, es preciso conservar la fe en Dios y la fe en los hombres; la fe en los hombres nos puede facilitar la fe en Dios y la fe en Dios nos va a pedir la fe en los hombres.
La fe no se fija en que el hombre pueda o no fallar; la fe se fija más bien en el corazón y nosotros debemos pensar que todos son buenos; de esta forma nuestra fe en los hombres, si no los encuentras bueno, los hará buenos y, en cambio, la fe en Dios nos hará bueno a nosotros.
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