Cuando vemos los resultados de nuestras malas acciones, a menudo nos sentimos abrumados con los "si tan sólo". ¡Si tan sólo no me hubiera enfadado! ¡Si tan sólo no hubiera corrido esa aventura! Si tan sólo..., si tan sólo..., si tan sólo... El problema del "si tan sólo" es que no cambia el pasado. Lo único que hace es erosionar la felicidad del presente y la esperanza del mañana.
Verte atrapado en la espiral del "si tan sólo" es un signo seguro que necesitas pedir perdón. En primer lugar, pide a Dios que te perdone, confiando en la misericordia y la comprensión divinas. Luego, en la medida de lo posible, pide a quien hayas herido que te perdone. Finalmente, perdónate a ti mismo. Tal vez tengas que seguir viviendo con las consecuencias de tus acciones, pero pidiendo perdón por partida triple te descargas del peso de la culpabilidad no resuelta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario