"Qué vergúenza ser policías, hijos de p..., asesinos, maderos de mierda". Esa, entre otras, frase es la que vociferaban los ASQUEROSOS manifestantes de Valencia. Esos "siesos", que solo saben insultar, agredir, zaherir, ofender, atacar el sistema y por tanto todos los resortes de la democracia. Sistema en el que no creen y que estarían dispuestos a derogar por medio del asalto, tal y como hemos visto, para conferir a España en un sistema más anárquico, republicano, de izquierdas, laicista, radical y donde la gran mayoría de los españoles que no pensamos como ellos seríamos eliminados o tendríamos que pedir auxilio a otras naciones.
Sabía que el Partido Popular no lo iba a tener fácil. No me considero el prototipo de hombre de este partido, pues me considero democristiano y en España no hay ningún partido que tenga esta ideología. El PP engloba esta tendencia ideológica y en ella me acomodo de la mejor forma. No soy militante, ni falta que hace, pero voto al Partido Popular desde que tengo conciencia y edad de ejercer dicha responsabilidad como ciudadano. No, no lo iba a tener fácil porque la ruina que había dejado los miserables gobernantes socialistas hacía temer lo peor y ha sido, aún más, pésimo el estado de las cuentas que han dejado estos indeseables dirigentes que han desgobernado España durante los últimos siete años. Pero también he de decir que esperaba las revueltas. La pseudoprogresía española que tiene como referente a la izquierda no dudaría en hacer lo único que sabe; tomar las calles, gritar, ofender, revolucionar el ambiente. Ante la crítica situación de millones de ciudadanos que lo están pasando tan mal, estos asquerosos y nauseabundos mamarrachos invaden las calles para hace presión contra, no el Gobierno mayoritariamente elegido por los ciudadanos, sino contra la Nación, contra un país entero para que sus ideas pseurevolucionarias triunfen. A ellos las urnas le importan un bledo si no sale elegida la opción que apoyan. No creen en la democracia.
Los altercados de Valencia, los ataques a un medio de comunicación, como Intereconomía, la persecución a políticos de ideas distintas a la de estos energúmenos, la masa dirigida por un fulano sin idea ni cabeza, apoyada por izquierda política y mediática no son más que un aviso de lo que nos espera. Siete años y medio gobernando el presidente más indeseable y peor de todos los tiempos y la calle era una balsa, dos meses GOBERNANDO el PP y todos los contrarios arden en deseos de hacer cualquier cosa para incendiar, no sólo las calles, sino España entera. Sindicatos comprados al mejor postor de un gobierno, que deberían estar enjuiciados por arruinar a España, cogen sus banderolas, pancartas, panfletos y se ponen en marcha, cual manifestación, para terminar tomando unas tapas y unas cervezas que es un lujo que no se pueden permitir los millones de parados de la era Zapatero.
Un enjambre de radicales, anarquistas, estudiantes manipulados por ideas fantasiosas y agresiones, ofensas, humillaciones para los defensores, auténticos, de la libertad, de la seguridad, del orden en esta Nación. Los miembros de la Policía no se merecen este trato. Son personas ejemplares que sirven a España y a todos los españoles por encima de intereses bastardos, dando hasta lo más sagrado que es su vida por nuestra seguridad y nuestro bienestar.
La frase con la que he comenzado no es un insulto, no os lo toméis por ahí porque viniendo de quien viene se convierte en un elogio. Prefiero ser insultado por esa masa de energúmenos y ser valorado, respetado, querido y admirado por el resto de los españoles de bien. Dicen desde el PSOE por los "niñatos" y no tan niños que están provocando las revueltas que "no son los enemigos, son nuestros hijos". Por primera vez tengo que darles la razón, es verdad, son sus hijos que están haciendo lo que quieren sus padres. Muchos de los que apoyan la gresca tendrán que dar cuentas de sus actuaciones.
Para mí es un orgullo ser hijo del Cuerpo Nacional de Policía. Mi padre fue policía y yo llevo en mis genes ese estigma que es ser hijo de un glorioso Cuerpo de personas que se entregan a diario para velar por la seguridad de los demás y para servir, entregando hasta su propia sangre, por nuestra Patria: España. A los energúmenos de Valencia y a los carroñeros que los apoyan les digo: Soy hijo de Policía, no soy, ni admito que se diga, un hijo de p..., ni asesino, ni maderos de mierda, soy un hombre que ama, respeta y quiere a quienes dan la vida por todos, también por los indeseables manifestantes que hoy pueblan las calles así como las fuerzas políticas y mediáticas que apoyan las revueltas.
Gracias, mi querida Policía Nacional, por ser verdaderos referentes a lo que significa el HONOR, el VALOR el SACRIFICIO con mayúsculas.
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