lunes, 20 de febrero de 2012

LA CUARESMA Y NOSOTROS; POR JESÚS RODRÍGUEZ ARIAS.

(PUBLICADO EN INFORMACIÓN EL 19 DE FEBRERO DE 2011)



            La Cuaresma es un tiempo litúrgico de vital importancia para el cristiano.  Es un tiempo donde pasa ante nuestros ojos nuestra vida y con ella sus podredumbres y sus virtudes. Es un tiempo para vivirlo intensamente, es un tiempo para quedar extenuados espirtualmente porque, si bien se puede hacer siempre, ahora todo resulta más propicio para realizar, sin grandes estruendos, una verdadera introspección hasta lo más recóndito de nuestro ser, que nos ayude a limpiar nuestros corazones de tantas bajezas, miserias, dobleces y veleidades.

            El miércoles de Ceniza es el inicio de la Cuaresma y la imposición de las cenizas nos está recordando que nuestra vida en la tierra tiene fecha de caducidad y que nuestra vida definitiva se encuentra en la Gloria, junto a Dios.

            Es un tiempo que se caracteriza, principalmente, por la oración, penitencia y ayuno.

            La oración en Cuaresma cobra un sentido distinto, es una conversación sin rodeos con el Padre para que nos ayude a comprender Su Voluntad, que nos ayude a ser verdaderos Testigos suyos y de encomendarse a Sus Divinos Brazos para que nos lleve en nuestro caminar por la vida. La oración, que siempre ayuda y se necesita, cobra ahora un sentido más radical de la relación que tenemos con  Dios.

            En un tiempo de penitencia, de pedir perdón a Dios y a los demás, pero es también un tiempo de perdonar a todos los que nos han ofendido o nos han hecho algún daño, sin necesidad de que nos pidan perdón. Debemos perdonar, aún sabiendo que siguen insultándonos, humillándonos, pisoteándonos, porque  si llegamos a comprender la verdadera dimensión del Amor de Dios, estaremos capacitados para perdonar en todos los casos y circunstancias. Es crucial el  recibir el Sacramento menos demandado y más necesario para la paz del espíritu: El Sacramento de la Reconciliación.

            Perdonar de corazón no quiere decir que tengamos que mirar hacia otro lado si se están cometiendo injusticias o están atacando los pilares de nuestras convicciones. Yo puedo perdonar a alguien que esté siendo, premeditadamente, injusto conmigo, pero tengo la obligación de ejercer la corrección fraterna ante esos desmanes.

            Otra de las características principales de este tiempo litúrgico es el ayuno, es decir, sacrificarse en algo que crees que es importante para ti en pos del beneficio de los demás, ofreciendo tus padecimientos al Señor. Nos privamos de algo, que seguramente no le damos el valor suficiente, para que nuestra actitud sacrificial sea agradable a los Ojos del Padre para el bien que Él crea mejor.

            La Cuaresma es un periodo que se vive con tanta intensidad que se desborda el espíritu y se colma de gozo nuestra alma. En ella se nos da a Jesús en su dimensión más excelsa. Sus sufrimientos se convierten en los nuestros porque Él da sentido a toda nuestra vida. Nuestros pesares y  nuestras alegrías tienen un referente: Jesús de Nazaret.

            Aunque para los cofrades es un tiempo donde la agenda explota y faltan horas al día. A todo el trabajo en la Hermandad se une la de actos a los que tiene que asistir, eso hace que se pueda descuidar y no vivir con toda su amplitud este tiempo de conversión, de penitencia y de espiritualidad. Aconsejo a todos la realización de Retiros o Ejercicios Espirituales, que saquemos uno o dos días para encontrarnos con Dios y con nosotros mismos a través del silencio, de la meditación y de la oración. Podemos llegar a la Semana Santa exhaustos de tanto trabajo por el bien de nuestra Cofradía y pletórico porque llevamos nuestro depósito lleno de espiritualidad y sentido cristiano.

            Os deseo a todos que viváis una Santa Cuaresma llena de plenitud y que ésta nos sirva para ser mejores cristianos, mejores hijos de Dios.

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