lunes, 19 de diciembre de 2011

¡EL SILENCIO!


¡El silencio! Hoy nos cuesta bastante aceptar el silencio; estamos rodeados por todas partes de ruido ensordecedor. Ese ruido puede impedir que nos oigamos a nosotros mismos y que oigamos la voz de Dios que nos habla en nuestro interior. 
¡Silencio! Cuesta a veces callar en los momentos difíciles, en las penas amargas y en los goces íntimos, en las calumnias mordaces y en las alabanzas excesivas, en los pareceres hirientes y en los vaivenes de un corazón que se aleja. 
Silencios que traen como consecuencia la inmersión en el Dios que portamos en nuestra intimidad. 
Si miramos al bosque, lo veremos lleno de vida; pero la flor que abre sus pétalos lo hace en silencio; la violeta que esparce su perfume, la enredadera que trepa a lo alto, la gramilla que alfombra, las ramas que se extienden, el agua que se desliza..., todo eso es silencio; y todo eso es vida y da la vida. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario