Soy usuario del tren, viajo todos los días desde mi lugar de residencia hasta mi lugar de trabajo, y viceversa, es decir, hago muchos kilómetros y puedo permitirme el lujo de observar. Un trayecto de poco más de media hora , todos los días, te da para pensar y reflexionar mucho.
Decía una antigua canción: "Pasa la vida". Es verdad, pasa la vida y no nos damos ni cuenta con qué velocidad. Creo que la comparación con un viaje en tren viene al pelo. La vida es el tren y los viajeros nosotros mismos. Cuando paramos en una estación hay muchas personas de todos los sexos, condición, algunas están riéndose y alegres, otras tristes, otras meditabundas, aburridas, en plena conversación, leyendo, durmiendo, escuchando música. En definitiva: Viviendo.
El tren es como la vida, es un eterno viaje que para en cada estación en las cuales salen y recogen a gente. Todos tenemos nuestra estación de salida y de llegada. De nosotros está el coger el mejor tren y hacer ese viaje, de la vida, lo más provechoso posible.
Tenemos que llegar a ser felices haciendo felices a los demás, ayudando y dando lo mejor de nosotros mismos, porque no sabemos si el trayecto es más corto o más largo. Solo el Padre, que está en el Cielo, lo sabe y a Él no debemos encomendar.
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