¿Pensaron sus verdugos que quizá aquel guiñapo abandonado en el agujero quería volver a su casa? Malditos
El 40 por ciento de los asesinatos cometidos en acciones terroristas por la ETA está sin resolver. Más de trescientos inocentes han muerto a manos de unos asesinos que se han ido de rositas. Ahora, según nos informa nuestro gran Zuloaga, la ETA ha ordenado a sus criminales condenados y presos que no pidan perdón ni paguen indemnizaciones. Además, exigen el «estatus de reclusos políticos» con derechos de maternidad y paternidad. Llevamos más de 35 años de democracia y no se han enterado todavía de que ninguno de ellos está preso por causas políticas o ideológicas. Viven en la cárcel, y algunos muy bien, por pertenecer a una banda terrorista que mata, hiere, extorsiona y secuestra. Están en prisión porque son probados asesinos, probados terroristas, probados chantajistas y probados secuestradores. El Código Penal. Pretenden sus corifeos presionar al Gobierno con una marcha el 7 de enero. Me parece bien que sus partidarios estiren un poco las piernas, pero intuyo que no van a conseguir nada.
Los de «Bildu» y «Amaiur» presidirán el movimiento fútil de la manada. Causaba grima la presencia distinguida durante los actos de juramento ante el Rey del nuevo Presidente del Gobierno y sus ministros, del Presidente del Tribunal Constitucional, el acuclillado Pascual Sala, causante principal de la ignominiosa presencia en las instituciones de los cómplices de una banda de terroristas. Los terroristas están pidiendo una amnistía. Los terroristas y Eguiguren, que se sentiría muy complacido en el improbable caso de que ésta se produjera. El Partido Popular perdería 8 millones de votos, como poco, si se rindiera ante los asesinos. Y no los quiere perder.
Los presos de la ETA quieren volver a su casa. También a los presos que no son de la ETA les gustaría volver a sus hogares. Pero no es posible. Tienen que cumplir sus condenas, el castigo que la sociedad, a través de la Justicia, les ha impuesto por delinquir. Los presos de la ETA cuentan en prisión con todas las garantías y derechos de los penados, e incluso, ignoro por qué motivos, con más garantías y derechos que el resto de los condenados. Pueden ser visitados; se comunican con el exterior; reciben toda suerte de paquetes y regalos, y son tratados con justicia y benevolencia en el interior de las prisiones. Disfrutan de todas las garantías comprendidas en un Estado de Derecho. Pero quieren más.
Exigen «trato digno y respeto». Depende de qué tipo de respeto. El trato digno lo tienen asegurado y lo experimentan. El respeto es otra cosa. Un funcionario puede tratar con toda dignidad a una rata, pero no se le puede exigir que sienta por ella respeto. Profesionalidad. No quieren padecer, en caso de incumplir las normas carcelarias, ningún tipo de aislamiento. Piden atención por su salud. La tienen. Desean comunicarse con sus amigos y familiares. Poder comunicarse en su lengua. Lo hacen sin trabas y sólo hablan en español cuando alguno de sus terroristas no sabe decir en vascuence ni «agur». Piden derecho a la reunión y a tener interlocutores. A casa, derecho de reunión, interlocutores, permiso de paternidad y maternidad, no al aislamiento, buenos alimentos, recepción de regalos, comunicación permanente con amigos y familiares, permiso para estudios especiales, respeto... Exigen, pues, ser unos presos privilegiados por el hecho de pertenecer a una banda criminal y terrorista sangrienta, asesina, perversa y miserable. ¿Qué se han creído estos forajidos?
¿Recuerdan a José Antonio Ortega Lara? ¿Disfrutó de un trato digno y respetuoso durante su insufrible secuestro en un agujero de Mondragón ? ¿Velaron por su salud los secuestradores? ¿Pudo comunicarse sin condiciones con sus amigos y familiares? ¿Le facilitaron el estudio o la lectura para mitigar su angustia? ¿Le permitieron que fuera visitado por representantes o interlocutores? ¿Pensaron sus verdugos que quizá, aquel guiñapo abandonado en el agujero, que no había hecho nada malo en su vida, quería volver a su casa?
Malditos.
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