A.R.
Si es de La Isla y ya tiene cierta edad, es más que probable que en su infancia consiguiera escribir a máquina peleándose con las teclas de una de sus antiguas Olivetti o que aprendiera dibujo técnico para entrar de aprendiz en la Bazán dando clases en el Centro Obrero. Muchos de los hijos de los trabajadores de la factoría -y también de la Constructora (Fábrica de San Carlos)- lo hicieron durante décadas. Y fueron años gloriosos para esta emblemática institución, siempre fiel a la filosofía de aquellos que la fundaron allá en el siglo XIX. Hoy, el Centro Obrero está de cumpleaños. Es 19 de octubre y la institución más antigua que existe en La Isla celebra ni más ni menos que 134 años de historia. ¡Y menuda historia!
En uno de sus viejos libros de actas se da cuenta del agradecimiento de Isaac Peral y Caballero "por la colaboración prestada por los alumnos del centro en la confección de los planos y por los obreros socios que trabajan en el Arsenal ante el éxito obtenido en las pruebas oficiales del submarino de su invención". En sus instalaciones, de hecho, se exhibe un busto del célebre inventor que recuerda esta relación.
Pero esa es solo una de las innumerables anécdotas que durante más de un siglo y cuarto atesora la institución más antigua que existe en la ciudad, el Centro Obrero. Sin ella, sería difícil entender la historia de La Isla durante todos estos años, una historia de obreros de La Carraca, de la Bazán, de la Constructora...
Hay más ejemplos. A finales de los años 20, la Sociedad Benéfica e Instructiva de Previsión Social -el Centro Obrero- llegó a ceder gratuitamente sus locales a petición del Ayuntamiento y de la Diputación Provincial para que echara a rodar lo que entonces se llamó la Escuela Elemental de Trabajo, que luego pasó al nuevo edificio que se construyó en la plaza del Castillo (hoy Font de Mora) y que constituye el germen de la formación profesional en San Fernando.
Y en 1934, en este edificio de la céntrica calle Rosario -siempre ha estado ahí- se impartieron las clases preparatorias para el ingreso en la Escuela Naval Militar "hasta no contar con local apropiado".
Además, durante los cursos de 1948 a 1951 se cedió con carácter altruista las clases al Consejo Ordenador -lo que hoy es Navantia-San Fernando- para que los hijos de sus operarios pudieran recibir la "instrucción primaria".
La relación de efemérides es larga y, con ella, prácticamente se podría escribir el relato de San Fernando desde finales del siglo XIX hasta la actualidad.
Hoy, el Centro Obrero -fundado en 1884- cumple la friolera de 134 años. Y sigue al pie del cañón. Es todo un superviviente en una ciudad que ha cambiado radicalmente en este sentido: un Centro Obrero en una Isla que ya no tiene apenas obreros.
GENERACIONES DE ISLEÑOS HAN ASISTIDO A LAS CLASES QUE SE HAN IMPARTIDO EN EL CENTRO OBRERO A LO LARGO DE SU HISTORIA
"Seguimos adelante", afirma su presidente, Juan Coello Cruz, al que le toca –y no es tarea fácil– mantener en pie todo este legado que recibió de su padre, cuya figura sigue inevitablemente estando muy presente. La obra de Juan Coello Sánchez –Hijo Predilecto de San Fernando– ha dejado marca, recuerda su hijo, que echó los dientes corriendo por los pasillos de estas instalaciones.
Eso sí, cada vez resulta más difícil afrontar el reto que aquellos isleños encabezados por Tomás González se fijaron en el siglo del movimiento obrero: "Contribuir al progreso moral y material de los obreros de esta ciudad, a fin de estos sean ciudadanos dignos, útiles, inteligentes y laboriosos, tanto en sus relaciones con la familia como con la sociedad en general".
Huelga decir que durante décadas, el Centro Obrero cubrió con éxito una parcela a la que no llegaba la administración. Generaciones de isleños han pasado por sus clases y han aprendido mecanografía, taquigrafía, dibujo técnico...
Hoy se sigue con la formación, aunque las materias han cambiado: informática, gestión empresarial, ordenografía, diseño gráfico, fotografía... ¡Y hasta japonés se oferta en su página web! "Dejamos de dar mecanografía porque no hay donde comprar las cintas para las máquinas de escribir", apunta el responsable del centro. Ahora -aclara- se sigue enseñando a escribir, pero se hace con los ordenadores.
Un superviviente centenario
Los tiempos han cambiado para el Centro Obrero. Ahora todo cuesta más, auque Juan Coello insiste: "Seguimos", dice. Es lo que importa."No recibimos ayudas ni subvenciones de nadie", precisa. Ni del Ayuntamiento, ni de la Junta... "Nadie nos ayuda". El centro se mantiene gracias única y exclusivamente a su esfuerzo. Es mas, incluso tiene que hacer frente al pago de tasas e impuestos, como el IBI, que por cierto es de los más elevados al tratarse de una finca emplazada en pleno centro.
"Hoy esto es una mutualidad de previsión social. Es un cambio que en su día nos vimos obligados a hacer. Salimos a flote, pero con muchísimo trabajo y muchísimo esfuerzo", precisa. Echan en falta el apoyo de la administración, sobre todo, al tratarse de una institución histórica y tan estrechamente vinculada a la ciudad que cumple 134 años.
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