A.R.
El Corpus tiene esa virtud. Todavía a día de hoy, en pleno siglo XXI, es capaz de reencontrar a La Isla con sus más antiguas tradiciones y de revivir en la calle esos tiempos de gran ciudad que todavía los más nostálgicos añoran: niños de primera comunión, vecinos luciendo sus mejores galas tanto en el público como el cortejo, militares de blanco que desfilan por la calle Real marcando el paso, altares y alfombras de sal adornando el recorrido de la procesión que llega hasta Alameda en esta tarde de domingo... Hasta romero esparcido a lo largo del itinerario. Eso sí, poquito y con cuentagotas. Porque no todo es como antes, claro. Pero los afanes de la comisión compartida por el Ayuntamiento y el Arciprestazgo que se creó hace ya ocho años para revitalizar ese Corpus que estaba a punto de un repique no solo han dado resultado -tras alguna que otra experiencia fallida, como aquella de la salida matutina- sino que han conseguido lo más difícil: que se consolide y se mantenga a lo largo del tiempo. Ayer volvió a verse. Con más gente al final, en los últimos tramos del recorrido, que al principio, a la salida. Como siempre. Y con una tarde esplendorosa que contribuyó en gran medida a que el Corpus volviera a brillar -como dice el dicho- en ese recorrido de poco más de dos horas por el centro más centro de una Isla que se dispone a saludar al verano y a poner -en cierto modo es lo que siempre ha hecho la fiesta del Corpus- el punto final de una etapa en los tiempos de la ciudad.
Podría decirse en esta crónica del Corpus que tuvo su mejor comienzo en las vísperas con el traslado de la Virgen del Carmen hasta la Iglesia Mayor Parroquial para participar en la procesión del domingo. Era el segundo año en el que el traslado se llevaba a cabo así -al anochecer-y la verdad es que la experiencia ha sido todo un acierto. El ambiente que arropó a la Patrona en este camino de ida, que recorrió velozmente, mostró también una de las mejores caras del renacido Corpus isleño.
LAS IMÁGENES DEL PATRÓN SAN JOSÉ Y DE LA VIRGEN DEL CARMEN SALIERON CON LA CUSTODIA
Otra llegó con los altares -hasta cinco- y las alfombras de sal -otras tantas- que se instalaron a lo largo del recorrido. La participación en este sentido sigue todavía moviéndose en cifras bastante bajas para lo que suele ser La Isla cuando de procesiones se trata, pero también resulta innegable el esfuerzo que se hace por decorar las calles para la gran tarde del Corpus. Y es un trabajo que hay que reconocer a aquellos que se se ocupan de ello. Por cierto, que los premios del concurso de altares que por la mañana falló la comisión fueron a parar a manos de las hermandades de Medinaceli, Soledad y Servitas.
El Corpus en la calle -la procesión- se mantuvo también en la línea de los últimos años. Hay poco más que añadir a un cortejo tan peculiar como éste y tan dependiente del protocolo que exigen las representaciones institucionales y militares. El trabajo que se hace en este sentido es, literalmente, redondo. Ayer, además del nuevo arcipreste -Gonzalo Núñez del Castillo se estrenaba como tal en su primer Corpus- estuvo la alcaldesa, Patricia Cavada, presidiendo la Corporación bajo mazas y las habituales comisiones militares al frente de las que fue el general del Tercio de la Armada de Infantería de Marina, Rafael Roldán Tudela.
Hermandades, cofradías y asociaciones religiosas integraron como siempre el kilométrico cortejo que se encargó de abrir -jubilosos y emocionados- los niños de primera comunión y que se desplegó por todo el centro de la ciudad con sus banderas, estandartes. Y con sus gentes, por supuesto. Entre ellas, sus pujantes grupos jóvenes y algún que otro infantil.
Las imágenes del Patrón San José y de la Patrona, la Virgen del Carmen, precedieron también, como siempre, el paso de la Custodia. Y sí, volvió a echarse en falta la música. Para muchos isleños sigue siendo difícil de comprender que la Patrona vaya por ahí sin sus marchas. Pero fue, ante todo, una tarde de Corpus muy completa. Como las de siempre.
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