Carta del párroco de la iglesia de la Custodia de Tierra Santa en Alepo
La Navidad está a las puertas y muchos se preguntan qué regalo ofreceremos nosotros, los frailes franciscanos de la Custodia de Tierra Santa, a los niños de Alepo. Habría muchos, pero quiero presentaros uno de los mejores. Se trata de un proyecto de clases extraescolares y recuperación psicológica, escolar y espiritual para 150 angelitos de la sociedad de Alepo, enormemente dañada por la guerra. Según algunos, una generación que ha vivido la guerra en Alepo y que manifiesta trastornos de todo tipo, una generación que ya no puede seguir a los profesores y progresar en el aprendizaje en clase, es una generación condenada y, por ello, definida como “no recuperable”. Sin embargo, para el Buen Pastor, todo es “recuperable”
Frente la perplejidad de muchos padres y de muchas instituciones escolares que no saben cómo actuar con “los últimos” alumnos que no logran superar los exámenes, nos hemos puesto en marcha en Alepo para otra misión, considerada imposible por muchos.
Desde el año pasado, un fuego ardía dentro de mí: una preocupación por el futuro de muchos niños. Pero el Señor mismo siempre pone ante nuestros ojos un precioso proyecto, para responder positiva y activamente a las necesidades de nuestra sociedad y de nuestra Iglesia. Y así, los franciscanos de Alepo, después de muchos pasos con San Francisco, hemos decidido adoptar la idea de Don Bosco para incluir en nuestra misión algún aspecto de la espiritualidad “Don Bosquiana”.
Ante el drama de tantos niños que necesitan asistencia inmediata a todos los niveles, frente a la impotencia de las familias, de los padres, ha llegado nuestra oportunidad de intervenir.
Con la ayuda de mucha gente de buena voluntad, nos pusimos en marcha para financiar un proyecto de extraescolares para 150 niños, que son los más afectados por el horror de la guerra. De un total de 600 niños de las escuelas primarias, queremos ocuparnos de los más frágiles. Nuestro proyecto comenzó ya al inicio del curso escolar 2017-2018 y durará nueve meses.
Algunos de los niños elegidos se resistían, porque sentían que eran personas con problemas en uno o más aspectos de la vida. Pero después, gracias a la acogida del equipo de profesores, animadores y especialistas de distintos campos de la educación, el proyecto alcanzó un éxito inmediato y ya empezamos a ver los primeros milagros. Se trata de 65 personas que se han puesto a nuestra disposición, entre ellas 50 profesores cuidadosamente escogidos entre los mejores, para dar un acompañamiento personalizado a los 150 niños durante tres horas por la tarde.
La responsable logística del proyecto me cuenta a menudo las dificultades del proceso de recuperación. Algunos de los chicos, especialmente quince de ellos, son tan inquietos y resistentes que es complicado lidiar con ellos. Cuando se entra en el ámbito personal de cada niño, una gran luz ilumina la vida de su familia, normalmente desgarrada y, a su vez, también necesitada de curación.
Nos habría gustado hacer lo mismo con los miles de niños y jóvenes de Alepo que necesitan un seguimiento, pero el desafío es más grande que nosotros. Cubrir la atención extraescolar de un niño, atendiendo sus diversas necesidades, costaría cerca de 85$ al mes, pero el valor y el resultado de la recuperación de una persona valen mucho más que esta cantidad.
Tenemos bajo nuestra mirada a cada uno de estos ángeles que vive en Alepo. Cada uno de ellos trae un gran sueño, muchas esperanzas. A pesar de que también trae muchas historias tristes de estos últimos seis años que dejarán sin duda una huella muy profunda en su personalidad, siempre permanece en él la esperanza de una Iglesia y de una sociedad que aspira a resurgir. Cada uno de ellos es un regalo del cielo: el “hermano pequeño” por el que Jesús dio su vida. Es más, para cada uno de nosotros es el “Niño nacido para nosotros”, es Jesús mismo.
Si por uno solo de estos niños un pastor está dispuesto a dar su vida, ¿cómo será para estos 150? Imagínense qué pasaría entonces para los casi 4000 niños cristianos de Alepo, desde un día a 15 años de edad.
Jesús, contemplamos con agradecimiento el misterio de tu amor que se manifiesta hoy en la Encarnación. Meditamos sobre el hecho de tu “descendimiento” por nosotros, de tu presencia en nuestra tierra. En estos días, que como todas las épocas son de espera de tu venida, queremos amarte cada vez más, amando a cada niño que sufre en cualquier rincón de la Tierra.
Queremos manifestar nuestros mejores sentimientos de amor y ternura, como María hacia ti, cuidando de cada niño de Alepo. Mirando a cada uno de ellos, te miramos a ti, presente en todos ellos. Queremos acoger tu vida, protegerla, promoverla con todo nuestro corazón, con toda la inteligencia creativa que nos has dado y con todas nuestras fuerzas, acogiendo, protegiendo y promoviendo la vida de cada uno de estos niños de Alepo.
Ayúdanos, Jesús; ayúdanos a no dejar nunca a ninguno de ellos sin la asistencia, el cuidado y el acompañamiento debidos.
Ayúdanos a estar dispuestos a dar la vida por cada uno de ellos, con tanto coraje y tanta alegría como hicieron María y José por ti.
Fr. Ibrahim Sabbagh
Párroco de la Iglesia San Francisco de Alepo
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