domingo, 8 de marzo de 2015

TERESA DE JESÚS, MUJER EDUCADORA, ACOMPAÑANTE, MAESTRA, PEDAGOGA.




Escrito en: mar 08, 2015
¡Hoy nos unimos a la celebración del Día Internacional de la Mujer con Santa Teresa de Jesús! A lo largo de esta semana que hoy termina, hemos ido publicando en nuestro blog reflexiones sobre Teresa como mujer orante, como mujer profunda, como mujer valiente, como mujer de relación… Hoy como colofón, hemos querido presentaros a la Teresa maestra. Agradecemos a Margarita Alcalde por los textos de su mano que hemos compartido con vosotros en atención a la Teresa mujer en todas sus facetas.
teresa maestra
¡Qué importante también en nuestra vida aprender, avanzar, crecer! Éste es un proceso que dura toda la vida, un camino que tenemos que recorrer mientras vivamos, que requiere tiempo y maestro. Conocernos y saber esperar. Elegir y explorar. Arriesgarnos y encontrar. Transformarnos y transformar. Un camino que exige libertad y verdad.
Teresa de Jesús es una excelente maestra, lo fue para sus monjas, y lo sigue siendo hoy.
“Díjome quien me mandó escribir que, como estas monjas de estos monasterios de nuestra Señora del Carmen tienen necesidad de quien les aclare algunas dudas de oración, que le parecía que mejor se entienden el lenguaje unas mujeres de otras y que con el amor que me tienen les haría más al caso lo que yo les dijere. Y por esto iré hablando con ellas en lo que escribiré…”. (Moradas, prólogo 4)
El proceso educativo exige espera paciente y activa. Es lo que nos mostró Jesús en muchas de sus parábolas:
“Decía también: – Sucede con el reino de Dios lo que con el grano que un hombre echa en la tierra. Duerma o vele, de noche o de día, el grano germina y crece, sin que él sepa cómo. La tierra da fruto por sí misma: primero hierba, luego espiga, después trigo abundante en la espiga. Y cuando el fruto está a punto, en seguida se mete la hoz, porque ha llegado la siega.
Proseguía diciendo: -¿Con qué compararemos el reino de Dios o con qué parábola lo expondremos? Sucede con él lo que con un grano de mostaza. Cuando se siembra en la tierra, es la más pequeña de todas las semillas. Pero, una vez sembrada, crece, se hace mayor que cualquier hortaliza y echa ramas tan grandes que las aves del cielo pueden anidar a su sombra”. (Mc. 4, 26-32)
En Teresa de Jesús encontramos una mujer apasionada por la vida, que busca hacer verdad en su historia, manteniéndose fiel a sí misma y a lo que ella experimenta. Encontrar la verdad es hallar libertad.
“Dirigiéndose a los judíos que habían creído en él, dijo Jesús: – Si os mantenéis fieles a mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; así conoceréis la verdad y la verdad os hará libres” (Jn. 8, 31-32)
Encontrarse con Teresa de Jesús es encontrarse con la verdad, de nosotros mismos, de Dios, del mundo… Es encontrarse con Jesús.
Pretendía compartir mi experiencia de encuentro con Teresa de Jesús y proponer muchos textos suyos para que cada uno podamos también encontrarnos con ella, con su persona, con su vitalidad arrolladora y contagiosa.
Yo aquí termino. E invito a que cada uno haga la última aproximación a esta figura extraordinaria. Acérquense a ella, lean alguno de sus escritos, conozcan un poco más de su vida, de su obra, de lo que otros han dicho de ella… Quedarán fascinados, atraídos por su persona, y más comprometidos en el seguimiento de Jesús.
Termino con las palabras de Teresa de Jesús, bien conocidas, del capítulo primero del Camino de Perfección, para que nos acompañen y nos estimulen cada día:
“En este tiempo vinieron a mi noticia los daños de Francia y el estrago que habían hecho estos luteranos y cuánto iba en crecimiento esta desventurada secta. Diome gran fatiga, y como si yo pudiera algo o fuera algo, lloraba con el Señor y le suplicaba remediase tanto mal. Parecíame que mil vidas pusiera yo para remedio de un alma de las muchas que allí se perdían. Y como me vi mujer y ruin e imposibilitada de aprovechar en lo que yo quisiera en el servicio del Señor, y toda mi ansia era, y aún es, que pues tiene tantos enemigos y tan pocos amigos, que ésos fuesen buenos, determiné a hacer eso poquito que era en mí, que es seguir los consejos evangélicos con toda la perfección que yo pudiese y procurar que estas poquitas que están aquí hiciesen lo mismo, confiada en la gran bondad de Dios, que nunca falta de ayudar a quien por él se determina a dejarlo todo.
¡Oh hermanas mías en Cristo! ayudadme a suplicar esto al Señor, que para eso os juntó aquí; éste es vuestro llamamiento, éstos han de ser vuestros negocios, éstos han de ser vuestros deseos, aquí vuestras lágrimas, éstas vuestras peticiones; no, hermanas mías, por negocios del mundo. Estáse ardiendo el mundo, quieren tornar a sentenciar a Cristo, como dicen, pues le levantan mil testimonios, quieren poner su Iglesia por el suelo, ¿y hemos de gastar tiempo en cosas que por ventura, si Dios se las diese, tendríamos un alma menos en el cielo? No, hermanas mías, no es tiempo de tratar con Dios negocios de poca importancia”.

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