En los albores de la II Guerra Mundial, tiempo convulso también para la Iglesia católica, un grupo de matrimonios franceses pidieron al padre Henri Caffarel que les ayudara a vivir su amor a la luz de la fe.
Este es el origen de los Equipos de Nuestra Señora: encuentros de matrimonios que se orientan y acompañan en la búsqueda de Dios y en la promoción de una espiritualidad conyugal que impregne toda su vida familiar. (Web en España: www.equiposens.org)
Una reunión de Encuentros de Nuestra Señora (ENS)
Viernes invernal en Madrid. José Manuel Agudo y Alicia Raimondo tienen la casa a punto para recibir a sus invitados. No van a celebrar solo una reunión de matrimonios amigos –que también–, pues su amistad ha sido el fruto de una inquietud mayor, de una necesidad y un deseo común: vivir en comunidad la fe que les une y la vocación matrimonial a la que han sido llamados.
En pocos minutos, el salón se ha llenado de gente, de besos y de abrazos; las cinco parejas y el sacerdote consiliario están listos para comenzar su reunión mensual. El punto de partida es la oración, que cada mes prepara un matrimonio, y tras las palabras del sacerdote y consiliario de este equipo, Matías Pérez, se ponen a trabajar.
Alberto Pérez y Mercedes Gómez-Ferrer son los responsables de los Equipos de Nuestra Señora (ENS) de la superregión de España y, tras veintidós años en los equipos, no dudan en afirmar que “la gran aportación de ENS es la espiritualidad conyugal, ese es nuestro carisma”.
Es una espiritualidad cuyos pilares son la vida de equipo, con reuniones de trabajo y amistad, y los “puntos de esfuerzo”.
Estos últimos se concretan en:
-la escucha asidua de la palabra de Dios;
-la oración personal, conyugal y familiar;
-el diálogo conyugal (lo que llaman “sentada”),
-la regla de vida
-y el retiro anual.
Estos puntos de esfuerzo son los que, en cada reunión de trabajo mensual, los matrimonios ponen sobre la mesa: “Si he rezado o no con mi marido, cómo llevo el tema de la oración diaria, la conyugal, el diálogo...”, apunta Silvia Cortés, casada con Jaime Pereña y en los ENS desde hace quince años.
Es el momento de compartir con los demás las dificultades de vivir la espiritualidad conyugal, que, en palabras del padre Caffarel, “se trata de cristianizar toda la vida familiar, es decir, de buscar el sentido cristiano de todas las realidades familiares, planteándose cuál es el pensamiento de Dios sobre el amor, sobre la paternidad y la maternidad, la sexualidad, la educación, y sobre todas las grandes realidades del hogar”.
Es una tarea que parte de la oración conyugal y que impregna toda la vida familiar.
"La sentada": el tiempo que haga falta...
De esta metodología llama la atención la “sentada” y la regla de vida.
Por un lado, la “sentada”, explica Juan Legorburo, casado con Charo Sabater, “es ponerte con tu mujer en presencia de Dios y gastar el tiempo que haga falta de conversación y oración conjuntas, sabiendo que estás hablando también con Jesús”.
Por otro lado, la regla de vida “consiste en marcarse una meta alcanzable, por ejemplo –prosigue Juan–, yo, que soy muy cuadriculado, me digo: ‘Voy a ver si tengo fe en Dios’, y me dejo caer en sus manos”.
Se trata, en definitiva, de reforzar, con tenacidad, alguno de los puntos débiles o mejorar alguna de las cualidades.
Repasar lo que Dios hace
Una vez que los matrimonios han compartido sus puntos de esfuerzo, repasan qué ha hecho Dios en sus vidas en el último mes, a través de experiencias cotidianas, problemas con los hijos...
Al cabo de quince años, “te das cuenta de que Dios ha estado siempre presente” , señala Jaime Pereña.
Además, este momento es la ocasión “para ayudarnos y decirnos: ‘Mira lo que dice el Evangelio, a lo mejor deberías enfocar este problema desde otro punto de vista…’” , añade Silvia.
Matrimonios de Equipos de Nuestra Señora en Andalucía pasean por la playa
En estas reuniones de trabajo, juega un papel fundamental el aspecto festivo: compartir la vida también supone compartir la comida, por eso se cuida que no falte para comer y beber. Que haya un ágape para compartir es un signo más de comunión.
Al final de esta puesta en común, dedican un tiempo a la formación y estudio de un tema propuesto por el movimiento.
Fraternidad entre familias
Los ENS también celebran reuniones de amistad, cuyo objetivo es el de fomentar y crecer en la fraternidad entre familias, así, un par de veces al mes salen al campo o al cine con los hijos.
Pero en los ENS no todo es reunirse con parejas; hay otro equipo, el de “casa”, en el que se evidencian los frutos de esta obra presente en 78 países y con más de 130.000 miembros en todo el mundo.
“No existe mejor forma de transmitir la fe a los hijos que la de ver que sus padres viven la fe y esto les ayuda a quererse más”, concluye Alberto Pérez, feliz, junto a su mujer, de haber encontrado en la Iglesia a esta gran familia de familias.
(Publicado originariamente en Revista Misión -www.revistamision.com)
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