martes, 31 de marzo de 2015

OBISPO DE CÓRDOBA ENTREGA COLECTA DE MISA CRISMAL A LOS CRISTIANOS PERSEGUIDOS DE IRAK.


Mons. Demetrio Fernández, Obispo de Córdoba junto con Obispo de Bilbao. emérito de Sevilla y diácono iraquí en Misa Crismal. Foto: Diócesis de Córdoba.MADRID, 31 Mar. 15 / 09:48 am (ACI).- El Obispo de Córdoba, Mons. Demetrio Fernández ha presidido la misa Crismal para la consagración del Crisma y los santos óleos en la catedral de la ciudad. En la celebración también concelebraron el Obispo de Bilbao, Mons. Mario Iceta y el Obispo auxiliar de sevilla, Mons. Santiago Gómez.
Uno de los diáconos que presidieron la eucaristía es de Mosul (Irak). "Nos emociona tu presencia, porque es la presencia entre nosotros de la Iglesia mártir de Irak", apuntó el Obispo dirigiéndose al diácono iraquí.
"Cuántos compañeros, amigos y familiares tuyos han derramado su sangre por ser cristianos, por odio a la fe cristiana, y por esto son mártires. En ti quisiéramos abrazar y dar nuestro ósculo santo a todos los hermanos que sufren la persecución, el destierro e incluso el martirio, solamente por ser cristianos", declaró Mons. Fernández.
Y precisó que "en estos días santos os tendremos especialmente presentes" y también le ofreció la colecta para que la entregue a su Obispo en Irak  y "remedie de alguna de las muchas necesidades que estáis padeciendo".
Según ha explicado Mons. Fernández en la Misa Crismal "celebramos con gozo la unción que Cristo, el Ungido, hace a su esposa la Iglesia, dándole el Espíritu Santo y ungiéndola con el mismo 'aceite de júbilo', con el que ha sido ungido él mismo".
"Del costado de Cristo abierto en la Cruz han brotado los sacramentos de la Iglesia. Del costado de la Iglesia santa brota un torrente de gracia para sanar y santificar a todos sus hijos", afirmó durante la misa.
Y ha subrayado que "dejaría de ser la Iglesia de Cristo si no generara mártires como los ha generado a lo largo de todas las épocas de la historia".
La gran cantidad de testigos mártires en la actualidad ha sido interpretada por el Prelado como "un presagio seguro de una nueva primavera de la Iglesia, porque la sangre de los mártires es semilla de nuevos cristianos".
La Misa crismal está especialmente dirigida a los sacerdotes porque en ella renuevan sus promesas ministeriales.
Por eso Mons. Fernández ha subrayado que a través de los sacerdotes "Jesucristo sigue presente en su Iglesia: en la Eucaristía, en el perdón sacramental, en su Palabra, en su testimonio y pastoreo".
"Hemos prometido obediencia, nos hemos comprometido a orar por el pueblo santo, hemos prometido preparar la predicación", ha afirmado el Obispo quien en relacion con la predicación ha regalado a los sacerdotes el nuevo Directorio catequético.
También ha recordado que juraron "vivir en castidad toda nuestra vida", "seguir a Cristo pobre y desprendido de todo, sirviéndole especialmente en los pobres".
"Un día dimos un 'sí' grande que llenó nuestro corazón de la alegría del Espíritu Santo. Renovemos hoy este 'sí' más grande todavía, pues la Iglesia tiene necesidad de nuestro ministerio, de nuestro testimonio. La Iglesia necesita sacerdotes santos, no nos conformemos con menos", insistió.
Según afirmó, Cristo "ha elegido a cada sacerdote con amor especial y eterno, llamándonos por nuestro nombre sabiendo que ese amor es fiel hasta la muerte y muerte de cruz".
"Nos duelen los pecados de la humanidad, nos duelen nuestros propios pecados, nos duelen especialmente los pecados de los sacerdotes, porque suponen una traición al amor de Cristo, como fuera la de Pedro o la de Judas", declaró en la homilía.
Y pidió que esta celebración "nos haga caer en la cuenta de la tremenda responsabilidad que Dios nos ha confiado, para que seamos agradecidos al Señor por su amor, para que seamos humildes y pongamos los medios apropiados en nuestra perseverancia y para seamos fieles hasta la muerte".
"Antes morir que dejar a Cristo, antes morir que traicionar su amor, antes morir que decirle 'no' a quien un día dijimos 'sí' con un corazón lleno de alegría", subrayó.
"Enhorabuena a todos, queridos sacerdotes, por vuestra fidelidad a los dones de Dios, por vuestro trabajo infatigable para que Cristo sea conocido y amado, por vuestra entrega sin medida al Señor y a los hombres", apuntó.

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