martes, 3 de marzo de 2015

EL ALBA SE ASOMA A MI ORACIÓN; POR JOSÉ ANTONIO SIGLER.

EL ALBA SE ASOMA A MI ORACIÓN. «El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido». (Evangelio del día). Jesús comienza esta enseñanza sobre la actitud de los fariseos en cuanto a que "todo lo que tienen es fachada", pero el interior del "edificio" está corrompido, en ruinas, es "simplón" o está vacío: «Todo lo que hacen es para que los vea la gente». Me recuerda el "marketing" que solemos hacernos para "quedar bien" o dar la imagen –idílica y falseada– de lo que pretendemos ser. En el fondo, vamos demostrando "lo que no somos", o, quizás peor, para ocultar alguna deficiencia, carencia o "doble sentido" en el actuar. O, en otro caso, para darnos importancia, boato, alardeo, arrogancia, vanidad, altanería y pavoneo. Jesús es firme, concreto y certero; «El que se enaltece será humillado», y aquí el humillado será abochornado y avergonzado. Porque «el que se humilla será enaltecido» tiene el sentido de ser humilde, servicial, manso, dócil, quebrantado, "pobre y necesitado"; Y aún así, a pesar de todo, Dios acude en nuestra ayuda y viene a rescatarnos, a TODOS: «Aunque vuestros pecados sean como púrpura, blanquearán como nieve; aunque sean rojos como escarlata, quedarán como lana». (1ª Lectura). Pero esto no debe ser "carta de libertad" para hacer lo que nos parece, sino "tabla de salvación" que nos reconstituye Hijos de Dios. Santa María de Caná, ruega por nosotros.

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