DE POCO UN TODO
ENRIQUE / GARCÍA / MÁIQUEZ / | ACTUALIZADO 26.10.2014 - 01:00
Nicho de mercado
SUENA raro que "nicho" signifique un segmento de mercado que ofrece una rutilante oportunidad de negocio. A bote pronto, y más acercándose halloween, el nombrecito da un poco de repelús o, como mínimo, un tanto de claustrofobia. Aquí vamos a usar "nicho de mercado" para lo lógico: para hablar de un sector al que se le ve una salud muy mala. Hablo del mercado del lujo.
Y me explico. Corren malos tiempos para los corruptos, siquiera sea por su propio interés. En España no cabe un listo más, porque ni lo aguanta la economía ni, sobre todo, la opinión pública. Los partidos y los poderosos se han asustado y están persiguiendo a sus corruptos con algo más de energía. Los jueces también se han puesto togas al asunto y a lo que antes no, ahora se atreven. No peco de ingenuo, creo, si creo que, aunque sea por puro instinto de supervivencia, políticos y empresarios están decididos, por fin, a cortar con la corrupción. Por otra parte, la economía, magra, enteca y coja, no está para los dispendios y las distracciones de antaño.
Por fortuna, seguirá habiendo empresarios de éxito que hagan una ídem. Y sueldos musculosos para quienes se los ganen. Y yo me alegro. Sin embargo, esos casos, ¿podrán sostener solos el nicho de mercado del lujo, sobre todo de determinados extremos del lujo? Hay gastos que requieren en quien los hace una supina ignorancia del valor del dinero, de lo que cuesta ganarlo y hasta de las mínimas ventajas del ahorro. Quien tenga posibles, posiblemente se dará algunos caprichos en su afición predilecta, pero no gastará a troche y moche como si no hubiese mañana y como si no hubiese habido un ayer de esfuerzo sostenido, porque no lo hubo. Viendo los gastos de muchas de las tarjetas opacas, se adivina, sin preguntarse más cuestiones, que aquello no era limpio. El dinero ganado con honestidad no se gasta así.
No tengo nada contra la industria del lujo. Los coches extraordinarios, los vinos sólidos, las joyas descocadas, los sastres severos, los restaurantes minuciosos y ese estilo de cosas estratosféricas dan un vivir a muchísimos trabajadores honrados y serios. Ojalá resistan el momento delicado para sus negocios que se avecina, cuando el dinero fácil va a dejar de correr o, al menos, de presumir. Hasta ahora, paradójicamente -se decía-, esas industrias no habían notado la crisis, sino todo lo contrario. Lo cual, leyendo las noticias, no era tan extraño.
No hay comentarios:
Publicar un comentario