Blog católico que se fundamenta en la defensa de los valores del Humanismo Cristiano (Fundado: 7 octubre 2011)
domingo, 28 de septiembre de 2014
EL CONTROL DEL GASTO DE LAS HH. Y CC.; POR JOSÉ MARÍA VIEYTES.
Seguidamente, su posterior e inmediato primer mensaje, lo dedicó a
invitar nuevamente a las hermandades y cofradías, a que limiten sus gastos a
una cuantía proporcional en relación con el salario mínimo interprofesional.
Y no es que le falte razón, en
tanto en cuanto nos detengamos a contemplar la situación de crisis, que evidentemente
padecemos. Pero no solamente de crisis económica, sino también de valores, los
cuales, han desaparecidos casi por completo del mapa de la educación, de la enseñanza y de una buena parte de la
sociedad actual en la que vivimos.
Sabido es que el ser humano actúa
de acuerdo con la educación y la
enseñanza que ha recibido. Y en consecuencia es como un árbol al que no se le
puede exigir frutos, si no se le ha cuidado previa y convenientemente. Es así
de sencillo como también lo es inhibirse de la responsabilidad de formar a las
personas, preparándolas para desenvolverse en la vida con los conocimientos necesarios,
entre ellos -los religiosos- que son los que nos enseñan a convivir en la sociedad; desarrollando individual o
colectivamente nuestro trabajo y al mismo tiempo, dedicando nuestra alma y nuestro
espíritu a enaltecer la presencia de Dios al servicio del bien común y al de
nuestros semejantes.
Pero no por eso nos debemos rasgar las vestiduras y tratar de
manera ecuánime y razonable la cuestión del control del gasto que se les
solicita a las hermandades y cofradías para restringirlos según sus necesidades más allá
de sus competencias. Aunque creo que el
asunto es mucho más complejo de lo que parece a simple vista y como tal, requiere
un tratamiento minucioso y sosegado.
Es cierto, que hay que evitar
en los tiempos que corremos, todos los vestigios que puedan suponer derroches y
gastos superfluos. Pero no es menos cierto, que la pobreza no se resuelve
exclusivamente en función de que las hermandades -que también son Iglesias-
reduzcan el importe de sus gastos en las adquisiciones no caprichosas y de pura
necesidad como son los que se dedican imprescindiblemente a las
renovaciones (a veces muy elevados) y al sostenimiento más elemental de sus actividades, tanto internas como
externas. ¿O como se le puede limitar a un hermano o a un devoto anónimo o
conocido, la donación libre y voluntaria, que desee realizar a nuestras hermandades y cofradías?
La ausencia de los encargos habituales que las
hermandades y cofradías producen -son sin duda- el motor base que siempre ha
contribuido a mantener el sustento y el oficio de muchísimos artesanos y
profesionales, más aún en una época ciertamente difícil como la que ahora
padecemos. Y la supresión o la merma de estos trabajos, perjudican notablemente
a la estabilidad y a la supervivencia de dichos sectores. Por tanto, actuemos
con cautela y discreción, pero flexibles y decididos dentro de un orden, sin
coartarnos ante una actitud transitoria y recuperable por los designios de Dios
más que por los de los hombres.
Hermanos cofrades, recordad y trabajar siempre unidos con fe, optimismo
y atentos a la frase preferida del Papa Santo, Juan Pablo II. ¡No tengáis
miedo!
José María Vieytes Beira. San Fernando. Artículo publicado en el
semanario local INFORMACIÓN el 28.09.14. Y en el blog Sed Valientes por gentileza
de Jesús Rodríguez Arias.
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