domingo, 28 de septiembre de 2014

EL CONTROL DEL GASTO DE LAS HH. Y CC.; POR JOSÉ MARÍA VIEYTES.


 La apertura del presente curso cofrade recién iniciado el Lunes  pasado,  ha sido motivo al menos para mí, de recordar la clausura del anterior. Y es justo hacer referencia de aquel acto,  no sólo por la presencia del nuevo Delegado Episcopal de Hermandades y Cofradías de la Diócesis a  San Fernando  -participando en dicho acto- sino también por el contenido de su homilía, destacando de ella, la frase que les dedicó a nuestras queridas corporaciones; invitándolas a que sean verdaderas parroquias y actúen como si fueran tales. 

Seguidamente, su posterior e inmediato primer mensaje, lo dedicó a invitar nuevamente a las hermandades y cofradías, a que limiten sus gastos a una cuantía proporcional en relación con el salario mínimo interprofesional.

 Y no es que le falte razón, en tanto en cuanto nos detengamos a contemplar la situación de crisis, que evidentemente padecemos. Pero no solamente de crisis económica, sino también de valores, los cuales, han desaparecidos casi por completo del mapa de la educación,  de la enseñanza y de una buena parte de la sociedad actual en la que vivimos.

 Sabido es que el ser humano actúa  de acuerdo con  la  educación  y  la enseñanza que ha recibido. Y en consecuencia es como un árbol al que no se le puede exigir frutos, si no se le ha cuidado previa y convenientemente. Es así de sencillo como también lo es inhibirse de la responsabilidad de formar a las personas, preparándolas para desenvolverse en la vida con los conocimientos necesarios, entre ellos -los religiosos- que son los que nos enseñan a convivir en la  sociedad; desarrollando individual o colectivamente nuestro trabajo y al mismo tiempo, dedicando nuestra alma y nuestro espíritu a enaltecer la presencia de Dios al servicio del bien común y al de nuestros semejantes.

 Pero no por eso  nos debemos rasgar las vestiduras y tratar de manera ecuánime y razonable la cuestión del control del gasto que se les solicita a las hermandades y cofradías para  restringirlos según sus necesidades más allá de sus competencias.  Aunque creo que el asunto es mucho más complejo de lo que parece a simple vista y como tal, requiere un tratamiento minucioso y sosegado.

 Es cierto, que hay que evitar en los tiempos que corremos, todos los vestigios que puedan suponer derroches y gastos superfluos. Pero no es menos cierto, que la pobreza no se resuelve exclusivamente en función de que las hermandades -que también son Iglesias- reduzcan el importe de sus gastos en las adquisiciones no caprichosas y de pura necesidad como  son los  que se dedican imprescindiblemente a las renovaciones (a veces muy elevados) y al sostenimiento más elemental  de sus actividades, tanto internas como externas. ¿O como se le puede limitar a un hermano o a un devoto anónimo o conocido, la donación libre y voluntaria, que desee realizar  a nuestras hermandades y cofradías?

Por otra parte, esta normativa no es nueva y  las hermandades y cofradías, ya la tienen bien asumida. Sin embargo, su aplicación no contempla por una parte, los beneficios que proporcionan y por otra, el perjuicio económico que pueda suponerles a  los gremios,  a los oficios artesanales y a tantos otros profesionales. Ni tampoco se considera los efectos repercutibles que dicha limitación, ocasiona en el ámbito de los comercios afectados en su inmensa mayoría.

 La ausencia  de los encargos habituales que las hermandades y cofradías producen -son sin duda- el motor base que siempre ha contribuido a mantener el sustento y el oficio de muchísimos artesanos y profesionales, más aún en una época ciertamente difícil como la que ahora padecemos. Y la supresión o la merma de estos trabajos, perjudican notablemente a la estabilidad y a la supervivencia de dichos sectores. Por tanto, actuemos con cautela y discreción, pero flexibles y decididos dentro de un orden, sin coartarnos ante una actitud transitoria y recuperable por los designios de Dios más que por los de los hombres.

Hermanos cofrades, recordad y trabajar siempre unidos con fe, optimismo y atentos a la frase preferida del Papa Santo, Juan Pablo II. ¡No tengáis miedo!

José María Vieytes Beira. San Fernando. Artículo publicado en el semanario local INFORMACIÓN el 28.09.14. Y en el blog Sed Valientes por gentileza de Jesús Rodríguez Arias.

  


 



 

  

No hay comentarios:

Publicar un comentario