Tal día como hoy la semana pasado estaba en Madrid, hoy en Villaluenga del Rosario, hace siete días en casa de unos buenos amigos nuestros y este en MI HOGAR.
Porque así me siento en mi bendito pueblo, en casa, al calor del verdadero hogar, al lado de las personas que quiero y me han abierto su corazón, donde reposa mi mente y mi cuerpo descansa, donde me llego a relajar del todo ensimismado con la mirada perdida en la montaña mientras una multitud de tonalidades de colores inauditos asoman por el cielo que cubre a modo de perfecta cúpula este pedacito de mundo y que al fin y a la postre es el mundo que ha puesto Dios en mi vida.
Aquí, os parecerá mentira, me siento fuerte aun en la debilidad, aquí imbuido en la máxima tranquilidad que sosiega mi alma hasta enaltecerla, la oración se hace más profunda porque está meditada. En Villaluenga del Rosario siento como la intensa plegaria salida desde lo más profundo de mi ser se puede llegar a tocar, aquí es donde he tenido el privilegio y el honor de poder rezar ante Jesús Sacramentado en soledad. Él y yo frente a frente sin más ropaje que la misma desnudez porque cuando te encuentras con Cristo en ese grado es una experiencia de vida espiritual donde sobra todo menos el Amor.
Llegamos en la tarde de ayer y saludamos a dos buenos amigos como son Carlos y Mateo, subimos a casa que nos recibía con los brazos abiertos como diciendo: ¡Cuánto habéis tardado!
Nos sentamos y mientras actualizaba el blog, mi misión apostólica a la que estoy entregado en cuerpo y alma, Hetepheres veía un poco la televisión. Después nos fuimos a dar una vuelta, se notaba cierto frescor y más cuando el sol se ocultaba por el inmenso e imponente Caíllo. Debo reconocer que no estoy para mucho trote y después de las pruebas médicas que me han practicado a principio de semana menos aun.
El cielo ya iba amenazando agua y en las calles habían pocas personas, las campanas de nuestra Iglesia de San Miguel tocaban anunciándonos que comenzaba la Novena a la Santísima Virgen del Rosario. Nos dirigimos a "La Covacha" para comprar algunas cosas y nos atendió con la amabilidad que le caracteriza el bueno de Diego. Allí también estaba Juande en labores de avituallamiento y Ana que hizo una parada antes de encaminarse a la Novena de la Santísima Virgen del Rosario.
Me hubiera gustado ir pero mi cuerpo no respondía a los deseos porque el cansancio que arrastraba se había convertido en atroz. Nos dirigimos para casa y aquí, en el patio en medio de lo más inmenso de la obra creadora de Dios, me puse a escribir.
Para un escritor el hecho de ponerse a escribir no es una obligación, perdería su gracia, sino un momento de verdadero placer porque ves que lo que estás pensando va apareciendo escrito en esta página virtual que tenemos delante. Para mí escribir no es un escape, ni una obligación, sino una auténtica pasión en el sentido más amplio y literal de la expresión. Dios nos da unos talentos a cada uno para que los pongamos en practica y a mi me ha bendecido con la palabra y la escritura y por medio de ellas trabajo en mi misión y disfruto con tan preciosa encomienda.
La noche se hizo noche y el sueño acabó venciendo. Nos acostamos temprano, poco más de las once y media, con la intención de leer un rato porque otro de los placeres de la vida es disfrutar de un buen libro recostado en la cama y a la luz tenue de una cercana lámpara. El sueño acabo venciendo los deseos de vivir y disfrutar cada frase y párrafo del libro que tengo entre manos.
En Villaluenga se logra dormir en el más absoluto de los silencios y eso hace que descanses planceteramente. Es verdad, dormir es una cosa y descansar otra muy distinta aunque cuando se tiene la conciencia tranquila porque en tu vida, en tu realidad diaria, se obra el milagro de intentar hacer el bien la fórmula de dormir y descansar se vuelven una.
Me despertó un sonoro, vehemente y claro maullido de nuestro gatito payoyo: Canijo.
Hetepheres enseguida lo cogió, no sé a qué hora entró ni desde cuando mi mujer estaba levantada, y se lo llevó a la habitación de arriba donde ella leía para respetar mi descanso.
La verdad es que lo agradecí porque eran más de las nueve y veinte de la mañana y quería levantarme porque Dios se había propuesto en que este sábado sería especial, lleno de intensidad, de vivencias compartidas en torno a Villaluenga del Rosario.
Desayunamos en Mesón Los Caños y nos dirigimos a casa porque el cielo estaba encapotado y la fina lluvia se iba haciendo más persistente por minutos que pasaban.
Supe por mis buenos y queridos amigos Tachy Barea y Miguel Ángel Pacheco que los amantes de la caza de este bendito lugar viajaban para Sevilla para manifestarse. Posteriores fotografías que iban compartiendo me hizo sentir orgulloso de ellos y aunque no tengo tan noble afición me sentí uno de más en la capital de Andalucía.
A eso de las dos menos cuartos harían su entrada en este bendito pueblo en medio de una pertinaz cortina de agua mi querida hermana María José de la Fuente y su marido Juan Ramón Alvarez-Ossorio.
Era una visita prometida hace mucho tiempo, deseada por todos que siempre posponíamos por razones de salud, familiares, del día a día que siempre es más complicado de lo que nos pueda parecer. ¡De hoy no pasaba el que estuviéramos los cuatro juntos! Nosotros y su preciosa perrita de cuyo nombre no llego a recordar. ¡Cosas de la edad hermana!
¡Qué bien lo hemos pasado! Han estado en nuestra casa que, cosas de familia, han visto en ella su hogar, hemos caminado un poco en medio de la lluvia para enseñarle una mínima parte de nuestro pueblo porque como siempre digo a Villaluenga hace falta mucho tiempo para conocerla del todo. ¡Yo todavía estoy en ello! Porque no es recorrer las calles sino conocer sus gentes, integrarte, hacer tuyo lo que pasa y no pasa y para eso se necesitan años...
Nos hemos tomado una "copichuela" en La Posada donde Amalia nos ha atendido de maravilla en todos los sentidos. Después hemos continuado con este breve recorrido pasando por la calle Real, La Alameda, Martires hasta coger por la calle del Agua hasta llegar al Mesón Los Caños, que estaba atestado de buena gente, donde hemos almorzados juntos.
Siempre he defendido que donde verdaderamente se hace unión y comunión es en torno a una mesa. Una buena comida, un buen caldo y la mejor compañía forman parte de los placeres más auténticos que se puedan disfrutar. Hemos sido privilegiadamente atendidos por Alexander Sellez el cual va adquiriendo una notable profesionalidad y se ven los frutos de los estudios que está cursando en la Escuela de Hostelería de Cádiz.
María José y yo somos amigos desde hace ya tantos años, hemos compartido junto tantas cosas que la amistad ha ido dando paso a la relación de hermanos del alma que nos profesamos. A ella la veo todos los días en el trabajo donde estamos pared con pared y sobresalientes son nuestras conversaciones, que pocos pueden llevar, donde unimos la honda amistad, el certero cariño, la inmensa complicidad regada de sus dosis de ironía y fino sarcasmo que tanto nos definen.
Ramón es un hombre extraordinario, el hombre de su vida, los dos forman el complemento perfecto del ideal de lo que debe ser una pareja. Los dos son inmensamente iguales siendo tan distintos.
Cuando el tiempo pasa entre vivencias, risas, alegría, compartiendo, las horas trascurren demasiado deprisa y cuando menos te quieras dar cuenta ya la tarde se ha venido encima y el cielo empieza a tener otra tonalidad. Un breve paseo por el camino que lleva a la cercana sima y la despedida.
Sé que se han enamorado de Villaluenga, de nuestra Villaluenga, y han prometido volver para pasar juntos un fin de semana cuando haya llegado el invierno, cuando el pueblo huela a leña, el frío despeje el rostro y podamos compartir confidencias en torno al crepitar del fuego en la chimenea.
Se han ido para volver y eso quiere decir que un pedacito de su corazón permanece por siempre en este bendito lugar situado en lo más alto de la Provincia de Cádiz.
Nos hemos ido a casa y hemos escuchado el repicar de las campanas que nos avisaban del rezo del Santo Rosario, del ejercicio de la Novena y posterior Eucaristía en honor de la Reina y Madre de Villaluenga, la Santísima Virgen del Rosario que aparecía inmensamente preciosa y resplandeciente en su Altar de Cultos.
Hoy las ofrendas le han correspondido al Coro Parroquial.
Las palabras del Padre D. Francisco en la homilía me han hecho meditar y recapacitar en muchas cosas.
Una vez finalizada la Santa Misa he estado hablando con D. Francisco al cual he regalado un ejemplar de mi libro "Diario de un blog" previamente dedicado. Un sincero y fraternal abrazo ha terminado nuestra fructífera conversación.
La noche es clara y la luna aparece como si de una cuna se tratase ofreciendo una imagen enternecedora en la amplitud del cielo.
Mientras Hetepheres lee yo escribo, el silencio, tan necesario para un escritor, aquí se consigue fácilmente pues vivimos en él y con él.
Quedan unas pocas palabras en el tintero y muchos sentimiento en el corazón.
Recibid todos mis queridos y buenos convecinos un fuerte abrazo, que Dios y Nuestra Madre y Patrona la Virgen del Rosario os bendigan.
Jesús Rodríguez Arias
Nota: María José y Ramón: ¡Os queremos!
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