Artista apasionado. Escultor del sentimiento. Las obras de Antonio Oteiza (San Sebastián, 1926) son una mezcla de ternura, fuerza y, a veces, violencia. Sus manos enérgicas, entusiastas, transforman los distintos materiales, sobre todo la arcilla, en arte lleno de matices, de carácter, y también de alma.
He aquí la meta que persigue cada una de sus creaciones: captar el espíritu de las cosas y transformarlo en obra de arte. El fraile capuchino, hermano del ilustre Jorge Oteiza, es uno de los máximos exponentes del arte religioso español de finales del siglo XX y principios del XXI.
A sus 87 años, Antonio todavía sigue creando. No puede dejar de hacerlo. El arrebato artístico le impulsa. «Cuando deje de hacerlo», asegura, «será el mejor indicador de que el final está cerca».
Una de sus últimas aventuras artísticas ha sido recientemente presentada en el Círculo de Reus. Se trata de una veintena de relieves sobre la vida de Antoni Gaudí, realizados junto con la ceramista de Reus Neus Segrià. Con este trabajo único, los dos artistas, bien compenetrados, hacen una llamada a penetrar en el universo fascinante del genial arquitecto de Riudoms.
El sugerente expresionismo del escultor y los matices de color de la ceramista hacen de estos relieves una obra única a la hora de captar la fuerza creativa de Gaudí.
«Siguiendo la secuencia de los 26 relieves —señala el arquitecto Joan Figuerola, uno de los impulsores de la iniciativa— se puede interpretar el fructífero recorrido de la vida de Gaudí y el itinerario interior de un hombre con la mirada puesta en la trascendencia.» Y añade: «En este camino vamos recorriendo su particular itinerario religioso y la mística de su arquitectura.»
Corazón cristiano
El interés de Antonio Oteiza por la figura de Gaudí viene de lejos. Sin embargo, la amistad con el arquitecto Joan Figuerola, miembro de la Comunidad de Jesús, ha sido decisiva a la hora de profundizar.
Juntos han visitado su obra en Cataluña y han quedado fascinados por su manera de entender el arte en perfecta sintonía con la naturaleza, que es creación de Dios. «La arquitectura de Gaudí se encuentra integrada en la naturaleza —apunta Oteiza—. Toda su obra religiosa le nació de su corazón religioso y cristiano. Sin esta religiosidad profunda y verdadera no existe posibilidad de expresar lo que es religioso en el arte.» Éste es el reto que también persigue Oteiza con sus esculturas.
Para Joan Figuerola los veintiséis relieves de la colección El alma de Gaudí«han representado la consolidación de una sintonía personal y amistad entre ambos artistas, con una feliz compenetración entre la arcilla esculpida por Oteiza y la interpretación cromática de esmaltes de Segrià».
La ceramista de Reus considera que los relieves de Oteiza sobre Gaudí tienen una fuerza extraordinaria: «Pocos escultores he visto con esta fuerza tan impresionante. Intuyes de manera muy clara lo que quiere expresar. Son una abstracción figurativa. Antonio es muy noble, no manipula en exceso las obras, las respeta.»
Los dos artistas ya habían trabajado juntos anteriormente en varias obras de temática religiosa. En el año 2009 crearon juntos una serie de relieves con motivo del Año de San Fructuoso. La obra, depositada en un espacio relevante del Museo Bíblico de Tarragona, ha sido ofrenda de los dos artistas a la diócesis de Tarragona en una efeméride tan especial.
La oración hecha arte
Carlos de Foucauld, san Fructuoso y ahora Antoni Gaudí. Neus Segrià y Antonio Oteiza se han especializado en modelar en arcilla la vida de grandes hombres de Dios. «Yo también soy creyente —confiesa la ceramista de Reus— y para mí trabajar en estos temas es como hacer oración.»
En la obra sobre Gaudí que se acaba de presentar en Reus, el esmaltado ha tenido un papel fundamental. Consigue sacar de cada relieve lo mejor de él mismo. Así lo cree el propio Oteiza, que habla con admiración de su pareja artística: «Trabajar con Neus ha sido un auténtico placer. Neus respeta mucho la escultura, no la machaca sino que la mejora.»
Al mismo tiempo, la arcilla quizás como ningún otro material, permite expresar con elocuencia la integración de la persona con la naturaleza, que es el epicentro de la arquitectura gaudiniana. «Estos relieves —explica el escultor— quieren expresar sobre todo el amor que tuvo Gaudí hacia el hombre, hacia la naturaleza... Su caridad y su entrega total a una causa superior, al espíritu. Toda la existencia era para él creación, todos los seres... y en todos está la huella de Dios.»
Además de repasar los momentos más importantes de la vida de Gaudí, Oteiza, que es fraile capuchino, también se permite alguna licencia artística. En uno de los relieves, por ejemplo, presenta el encuentro, probable- mente en el cielo, entre san Francisco de Asís y Antoni Gaudí, ambos unidos en su amor a la creación.
La colección se cierra con un relieve titulado El hombre de fe. «Es como una síntesis de la colección —apunta Joan Figuerola en el catálogo de la exposición—. Aquí se confunde la luz venida del cielo con la fe y la inspiración de la obra del arquitecto, la sabiduría humana y técnica y la profundidad de su experiencia espiritual.»
«Viendo el recorrido vital y creativo de Antoni Gaudí —termina diciendo— podemos decir que la grandiosidad de su arquitectura es expresión de la magnitud de su espiritualidad y santidad. Con unos sencillos y reducidos trozos de barro impregnados de sensibilidad, expresividad y simbolismo, Antonio Oteiza y Neus Segrià expresan el alma de Gaudí, la fuerza interior que movió la vida y la obra del genial arquitecto.»
He aquí la meta que persigue cada una de sus creaciones: captar el espíritu de las cosas y transformarlo en obra de arte. El fraile capuchino, hermano del ilustre Jorge Oteiza, es uno de los máximos exponentes del arte religioso español de finales del siglo XX y principios del XXI.
A sus 87 años, Antonio todavía sigue creando. No puede dejar de hacerlo. El arrebato artístico le impulsa. «Cuando deje de hacerlo», asegura, «será el mejor indicador de que el final está cerca».
Una de sus últimas aventuras artísticas ha sido recientemente presentada en el Círculo de Reus. Se trata de una veintena de relieves sobre la vida de Antoni Gaudí, realizados junto con la ceramista de Reus Neus Segrià. Con este trabajo único, los dos artistas, bien compenetrados, hacen una llamada a penetrar en el universo fascinante del genial arquitecto de Riudoms.
El sugerente expresionismo del escultor y los matices de color de la ceramista hacen de estos relieves una obra única a la hora de captar la fuerza creativa de Gaudí.
«Siguiendo la secuencia de los 26 relieves —señala el arquitecto Joan Figuerola, uno de los impulsores de la iniciativa— se puede interpretar el fructífero recorrido de la vida de Gaudí y el itinerario interior de un hombre con la mirada puesta en la trascendencia.» Y añade: «En este camino vamos recorriendo su particular itinerario religioso y la mística de su arquitectura.»
Corazón cristiano
El interés de Antonio Oteiza por la figura de Gaudí viene de lejos. Sin embargo, la amistad con el arquitecto Joan Figuerola, miembro de la Comunidad de Jesús, ha sido decisiva a la hora de profundizar.
Juntos han visitado su obra en Cataluña y han quedado fascinados por su manera de entender el arte en perfecta sintonía con la naturaleza, que es creación de Dios. «La arquitectura de Gaudí se encuentra integrada en la naturaleza —apunta Oteiza—. Toda su obra religiosa le nació de su corazón religioso y cristiano. Sin esta religiosidad profunda y verdadera no existe posibilidad de expresar lo que es religioso en el arte.» Éste es el reto que también persigue Oteiza con sus esculturas.
Para Joan Figuerola los veintiséis relieves de la colección El alma de Gaudí«han representado la consolidación de una sintonía personal y amistad entre ambos artistas, con una feliz compenetración entre la arcilla esculpida por Oteiza y la interpretación cromática de esmaltes de Segrià».
La ceramista de Reus considera que los relieves de Oteiza sobre Gaudí tienen una fuerza extraordinaria: «Pocos escultores he visto con esta fuerza tan impresionante. Intuyes de manera muy clara lo que quiere expresar. Son una abstracción figurativa. Antonio es muy noble, no manipula en exceso las obras, las respeta.»
Los dos artistas ya habían trabajado juntos anteriormente en varias obras de temática religiosa. En el año 2009 crearon juntos una serie de relieves con motivo del Año de San Fructuoso. La obra, depositada en un espacio relevante del Museo Bíblico de Tarragona, ha sido ofrenda de los dos artistas a la diócesis de Tarragona en una efeméride tan especial.
La oración hecha arte
Carlos de Foucauld, san Fructuoso y ahora Antoni Gaudí. Neus Segrià y Antonio Oteiza se han especializado en modelar en arcilla la vida de grandes hombres de Dios. «Yo también soy creyente —confiesa la ceramista de Reus— y para mí trabajar en estos temas es como hacer oración.»
En la obra sobre Gaudí que se acaba de presentar en Reus, el esmaltado ha tenido un papel fundamental. Consigue sacar de cada relieve lo mejor de él mismo. Así lo cree el propio Oteiza, que habla con admiración de su pareja artística: «Trabajar con Neus ha sido un auténtico placer. Neus respeta mucho la escultura, no la machaca sino que la mejora.»
Al mismo tiempo, la arcilla quizás como ningún otro material, permite expresar con elocuencia la integración de la persona con la naturaleza, que es el epicentro de la arquitectura gaudiniana. «Estos relieves —explica el escultor— quieren expresar sobre todo el amor que tuvo Gaudí hacia el hombre, hacia la naturaleza... Su caridad y su entrega total a una causa superior, al espíritu. Toda la existencia era para él creación, todos los seres... y en todos está la huella de Dios.»
Además de repasar los momentos más importantes de la vida de Gaudí, Oteiza, que es fraile capuchino, también se permite alguna licencia artística. En uno de los relieves, por ejemplo, presenta el encuentro, probable- mente en el cielo, entre san Francisco de Asís y Antoni Gaudí, ambos unidos en su amor a la creación.
La colección se cierra con un relieve titulado El hombre de fe. «Es como una síntesis de la colección —apunta Joan Figuerola en el catálogo de la exposición—. Aquí se confunde la luz venida del cielo con la fe y la inspiración de la obra del arquitecto, la sabiduría humana y técnica y la profundidad de su experiencia espiritual.»
«Viendo el recorrido vital y creativo de Antoni Gaudí —termina diciendo— podemos decir que la grandiosidad de su arquitectura es expresión de la magnitud de su espiritualidad y santidad. Con unos sencillos y reducidos trozos de barro impregnados de sensibilidad, expresividad y simbolismo, Antonio Oteiza y Neus Segrià expresan el alma de Gaudí, la fuerza interior que movió la vida y la obra del genial arquitecto.»
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