El año que está concluyendo puede definirse como extraordinario en la vida de la Iglesia. La renuncia al ministerio petrino por parte de Benedicto XVI y la sucesiva elección de Papa Francisco son eventos que han abierto grandes posibilidades para la Iglesia. Es lo que destaca el cardenal Marc Ouellet, prefecto de la Congregación para los Obispos en la siguiente entrevista a Radio Vaticano.
“La dimisión del Papa Benedicto XVI abrió grandes posibilidades. Y por esto considero que el verdadero gran evento de este año que ya está concluyendo ha sido la dimisión del Papa, un gesto verdaderamente nuevo.
Ha sido la mayor novedad en la historia de la Iglesia, que ha sido testigo de una gran humildad y, al mismo tiempo, una gran confianza en el Espíritu Santo por el futuro de las cosas.
Es necesario reconocerle a Papa Benedicto XVI haber abierto este horizonte y haber hecho posible la novedad del Papa Francisco. Creo que hay una continuidad entre la primera novedad y todas las que el Papa Francisco ha inaugurado.
Mirando el 2013, considero que estamos en un momento de gran cambio en la historia de la Iglesia, que yo describo como pastoral con respecto a la figura de Papa Francisco”.
¿La reforma está en la vivencia del Evangelio y en el ser cristiano?
Creo que ha sido la misma actitud del Papa Francisco; esta voluntad de establecer un contacto nuevo, más cercano al Pueblo de Dios.
La primera reforma es esta: ir más allá de todas las formas, de todos los protocolos, para establecer un contacto inmediato.
Haciendo esto, da, también, a todos los obispos un modelo de proximidad pastoral, de búsqueda de una presencia pastoral que sea calurosa, que sea misericordiosa, que lleve consuelo y que dé una nueva esperanza. Hay, en la actitud y en los gestos de Papa Francisco, una novedad y una promesa.
Pero añadiría también: lo que me parece más importante del 2013 es la percepción del Papa Francisco en la opinión pública mundial. Esto es un evento extraordinario de evangelización.
Ha sido elegido, entre otras cosas, personaje del año por la revista americana Time…
Exactamente. Es el signo de esta influencia, de esta necesidad de esperanza que hay en la humanidad y que ha encontrado en la figura del Papa Francisco su punto de referencia. ¡Es una gran ‘nueva’, es una buena nueva! Creo que todos deberíamos alegrarnos.
Desde el principio de su pontificado, un verdadero vínculo se ha creado con los fieles, un vínculo de amor, podemos decir que un interés… ¿Existe este interés en el interior de la Iglesia, en el seno de la Curia? ¿Cómo se percibe este mensaje y este comportamiento sorprendente?
Creo que hay una gran alegría en la constatación de la popularidad del Papa. Es una buena popularidad, que no está basada en las cosas superficiales.
Ciertamente esto nos interroga y nos obliga a cambiar actitudes. El Santo Padre quiere la reforma de una cierta mentalidad clerical con ambiciones eclesiásticas o ambiciones mundanas. ¡Combate este arribismo! Creo que esto hace mucho bien a la Iglesia, a todos los niveles, comenzando por la Curia Romana.
Estamos verdaderamente en un momento de gracia y espero que el Espíritu Santo le dé salud y la colaboración que necesita para llevar adelante la reforma de la Iglesia y la nueva evangelización.
Este año 2013 ha estado, para usted, caracterizado por el paso el pontificado de Benedicto XVI. Usted es uno de los más próximos colaboradores y está al lado de Papa Francisco. ¿Cómo ha vivido este cambio? ¿Cómo está viviendo estos cambios aunque hay una continuidad?
La sencillez de Papa Francisco y el hecho de que yo lo conozca ya de antes -éramos amigos- hace que nuestra colaboración sea extraordinariamente sencilla. Hay una plena armonía. Es una gran alegría para mí colaborar con él, apoyándole al máximo.
La humanidad necesita una figura paterna, una figura cercana; una figura que sea, al mismo tiempo, una referencia moral segura, pero también calurosa y ¡que despierte la esperanza!.
“La dimisión del Papa Benedicto XVI abrió grandes posibilidades. Y por esto considero que el verdadero gran evento de este año que ya está concluyendo ha sido la dimisión del Papa, un gesto verdaderamente nuevo.
Ha sido la mayor novedad en la historia de la Iglesia, que ha sido testigo de una gran humildad y, al mismo tiempo, una gran confianza en el Espíritu Santo por el futuro de las cosas.
Es necesario reconocerle a Papa Benedicto XVI haber abierto este horizonte y haber hecho posible la novedad del Papa Francisco. Creo que hay una continuidad entre la primera novedad y todas las que el Papa Francisco ha inaugurado.
Mirando el 2013, considero que estamos en un momento de gran cambio en la historia de la Iglesia, que yo describo como pastoral con respecto a la figura de Papa Francisco”.
¿La reforma está en la vivencia del Evangelio y en el ser cristiano?
Creo que ha sido la misma actitud del Papa Francisco; esta voluntad de establecer un contacto nuevo, más cercano al Pueblo de Dios.
La primera reforma es esta: ir más allá de todas las formas, de todos los protocolos, para establecer un contacto inmediato.
Haciendo esto, da, también, a todos los obispos un modelo de proximidad pastoral, de búsqueda de una presencia pastoral que sea calurosa, que sea misericordiosa, que lleve consuelo y que dé una nueva esperanza. Hay, en la actitud y en los gestos de Papa Francisco, una novedad y una promesa.
Pero añadiría también: lo que me parece más importante del 2013 es la percepción del Papa Francisco en la opinión pública mundial. Esto es un evento extraordinario de evangelización.
Ha sido elegido, entre otras cosas, personaje del año por la revista americana Time…
Exactamente. Es el signo de esta influencia, de esta necesidad de esperanza que hay en la humanidad y que ha encontrado en la figura del Papa Francisco su punto de referencia. ¡Es una gran ‘nueva’, es una buena nueva! Creo que todos deberíamos alegrarnos.
Desde el principio de su pontificado, un verdadero vínculo se ha creado con los fieles, un vínculo de amor, podemos decir que un interés… ¿Existe este interés en el interior de la Iglesia, en el seno de la Curia? ¿Cómo se percibe este mensaje y este comportamiento sorprendente?
Creo que hay una gran alegría en la constatación de la popularidad del Papa. Es una buena popularidad, que no está basada en las cosas superficiales.
Ciertamente esto nos interroga y nos obliga a cambiar actitudes. El Santo Padre quiere la reforma de una cierta mentalidad clerical con ambiciones eclesiásticas o ambiciones mundanas. ¡Combate este arribismo! Creo que esto hace mucho bien a la Iglesia, a todos los niveles, comenzando por la Curia Romana.
Estamos verdaderamente en un momento de gracia y espero que el Espíritu Santo le dé salud y la colaboración que necesita para llevar adelante la reforma de la Iglesia y la nueva evangelización.
Este año 2013 ha estado, para usted, caracterizado por el paso el pontificado de Benedicto XVI. Usted es uno de los más próximos colaboradores y está al lado de Papa Francisco. ¿Cómo ha vivido este cambio? ¿Cómo está viviendo estos cambios aunque hay una continuidad?
La sencillez de Papa Francisco y el hecho de que yo lo conozca ya de antes -éramos amigos- hace que nuestra colaboración sea extraordinariamente sencilla. Hay una plena armonía. Es una gran alegría para mí colaborar con él, apoyándole al máximo.
La humanidad necesita una figura paterna, una figura cercana; una figura que sea, al mismo tiempo, una referencia moral segura, pero también calurosa y ¡que despierte la esperanza!.
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