2013-12-28 Radio Vaticana
(RV).- (con audio) La histórica renuncia de Benedicto XVI y la elección del Papa Francisco. 2013 ha sido un año realmente extraordinario para la vida de la Iglesia. Para un balance, a partir, precisamente del gesto profético del Papa Benedicto, el Padre Federico Lombardi, director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede y de nuestra emisora, ha sido entrevistado por Alessando Gisotti. La entrevista abarca también una clave de lectura de los primeros nueve meses del pontificado de Jorge Mario Bergoglio, las grandes expectativas y esperanzas, el Consejo de Cardenales y su vivencia personal y colaboración con el primer Papa jesuita de la historia Pero en primer lugar, el Padre Lombardi, destaca la visión de largo alcance, clarividencia y humildad del Papa Raztinger:«Es una decisión que ha marcado este año y que seguirá marcando también los próximos tiempos de la Iglesia. Creo que, de hecho, tendrá sus consecuencias para los próximos pontificados. Es la apertura de un camino, digamos, una posibilidad - como dijo muy bien Benedicto, precisamente motivando su renuncia – enlazada con los tiempos que estamos viviendo. No tanto, pues, con una simple situación personal, sino con una colocación en el tiempo en que vivimos, con la aceleración y la acumulación de los problemas que surgen. Y esto fue visto por el Papa con gran lucidez y con una gran humildad. Para dar la posibilidad de una guía, que él calificó de renovado vigor a la Iglesia. Cosa que realmente ha ocurrido y que ha sido de una manera impresionante e inesperada».
En poco tiempo el Papa Francisco se ha vuelto una figura familiar en todo el mundo y - lo que más llama la atención - no sólo entre los cristianos. El Padre Lombardi responde a la pregunta de si es posible trazar un balance o al menos encontrar una clave de lectura para estos nueve primeros meses de su pontificado:
«Ciertamente, la respuesta a los gestos y a las palabras del Papa Francisco en el mundo de hoy es absolutamente impresionante. Creo que ha respondido a un anhelo profundo y permanente de la humanidad entera, que es el de la necesidad, del deseo de amor de la humanidad, del perdón, de una relación sincera, cercana, que sea de consuelo y de aliento. Por lo tanto, algo que ha tocado las cuerdas más profundas de la sensibilidad y de la personalidad humana en general. Es lo que ha comprobado realmente en todos los continentes, en todos los países, en todas las diferentes situaciones de la vida de los hombres y mujeres de nuestro tiempo. Yo creo que la lectura más sencilla es también la más verdadera. Es decir, el haber concentrado el anuncio en el amor de Dios, en su misericordia, en su cercanía a todos, en su deseo de bien y de salvación para todas sus creaturas. Es algo que se ha comprendido y que se ha comprendido también por la eficacia de los gestos y de palabras sencillas con las que se ha dicho. La abolición, por lo tanto, de las barreras entre la persona del Papa y la gente que él ha encontrado ha sido comprendida por todos de forma simple y directa. Creo que se debe leer así esta respuesta. El Papa responde porque él interpreta efectivamente el amor de Dios Padre hacia todas sus creaturas».
Desde sus primeros gestos y sus primeras palabras, el Papa Francisco ha suscitado expectativas inmensas, en ámbito eclesial y no sólo. El Padre Lombardi responde a qué se puede esperar, por lo tanto, para el próximo año, pensando asimismo en las importantes reuniones del Consejo de los Ocho:
«Yo creo que debemos tener la expectativa y la esperanza de que este gran impulso de renovación, de eficacia del anuncio del mensaje cristiano esencial, que el Papa Francisco ha puesto en marcha, se puede difundir en la Iglesia, porque por ahora es algo que vemos en Roma y que está muy concentrado en torno a su persona. Aunque sabemos que, en tantos países del mundo, la gente ha vuelto a la confesión, a participar en las celebraciones religiosas. Por lo tanto, hay una ola de propagación de este efecto de cercanía del amor de Dios a través de la Iglesia. Esto, sin embargo, debe desarrollarse aún más: debe llegar a ser verdaderamente un estilo con el que la Iglesia anuncia. Y el Papa Francesco, en cierto sentido, da un ejemplo, da un modelo de relación pastoral, que luego debe ser difundido y que debe llegar a ser habitual en todos los ámbitos de la Iglesia. Esto es lo que debemos esperar y anhelar. Los fatídicos cambios estructurales, las reformas de las que tanto se habla sirven o valen si ayudan a ello. Es decir, si las estructuras, los instrumentos o las organizaciones están efectivamente al servicio del espíritu y del anuncio del Evangelio. Esto es lo que el Papa Francisco entiende como reforma: hacer que los instrumentos y las estructuras sean más adecuadas a la misión de la Iglesia, Misión de la Iglesia de anuncio del Evangelio y de anuncio hasta las fronteras de este mundo, en las periferias, de las que él tanto habla, en relación con los pobres, con las personas que más necesitan la cercanía del Señor y del testimonio de Dios. Es así, entonces, como podemos esperar que el Consejo de los ocho cardenales, así como otras consultas que se puede conseguirlo. En mi opinión, sin embargo, debe quedar absolutamente claro, que es un aspecto secundario, un aspecto que viene después y al servicio de lo primero, que es el anuncio del Evangelio y la misión de la Iglesia. Éste es un camino, en efecto. El Papa ha puesto en marcha varias consultas, varias comisiones para hacer más transparente y más eficaz el testimonio de las estructuras, también en lo que concierne al Vaticano, sus estructuras administrativas. El verdadero problema, sin embargo, es la relación entre el espíritu y sus instrumentos de expresión: las estructuras y las organizaciones».
Francisco es el primer Papa jesuita de la historia. El Padre Lombardi explica qué significa para él ser uno de sus más estrechos colaboradores y qué está recibiendo personalmente del Santo Padre:
«Yo percibo una sintonía muy profunda entre la espiritualidad del Papa y su modo de dirigir la Iglesia y la espiritualidad ignaciana. Ello, especialmente en el sentido de estar en camino, en el buscar y encontrar cada día la voluntad de Dios, para servirlo mejor y para realizar lo que los jesuitas llaman su mayor gloria. Es decir, el conocimiento más profundo del amor de Dios y traducir en nuestras vidas esta profunda relación de amor entre Dios y el hombre y entre los hombres entre sí. Entonces, el Papa Francisco, en realidad, ha puesto en camino a la Iglesia, con gran fuerza, y lo ha hecho con su ejemplo, su compromiso y con tantos mensajes e iniciativas. Pensemos en el nuevo Sínodo sobre la Familia; pensemos también en su exhortación a renovar a la Iglesia y también nuestra vida concretamente. Por lo tanto, el hecho de estar siempre en camino, tratando de encontrar cosas nuevas, que Dios pide de nosotros en nuestra situación, en nuestra vida, es algo que caracteriza profundamente, me parece, la espiritualidad y la forma de gobierno del Papa Francesco. Hemos entrado en una situación en la que la Iglesia se ha puesto en marcha. No se presentan objetivos precisos, imágenes precisas de cómo la Iglesia deberá organizarse mañana, para llegar a esta meta. Debemos ponernos en camino, debemos convertirnos, debemos acoger las sorpresas que Dios nos da en nuestras vidas y comprender dónde nos está llamando, incluso a través de las situaciones y de las realidades en las que nos encontramos. Por lo tanto el sentido de la Iglesia que se pone en marcha, en camino, que es peregrina, al cumplir su misión, me parece que es uno de los aspectos espiritualmente más característicos de este pontificado».
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