La
verdad que el titulo no es nada original. Lo podría haber llamado “El Hijo Predilecto de
Cádiz” o “El Numero Uno en Ventas de Libros” pero pienso que EL PADRE LORING lo
llena todo y no necesita nada mas.
Ayer como en todas las casas fue un día
estresante el único momento de paz y de tranquilidad fue cuando fuimos a Misa a
la Cartuja. Fue una misa solemne pero sin grandes boatos, mejor dicho no había
ninguno. Las religiosas habían acondicionado una pequeña capilla que tienen en
la entrada del gran monasterio en un pequeño pesebre con paja incluida y en la mas
sencilla humildad se celebró la Eucaristía mas bonita que he participado.
Tras ese momento de paz y una vez en
casa, empezó el gran desenfreno. Los aperitivos, la comida poner la vajilla, el
mantel adecuado. La cristalería, rezando durante toda la comida de que no se
rompiera ninguna copa y los cubierto que previamente había que limpiarlos y sacarle brillo para que
parezca más de plata, si lo son. Y cuando ya esta todo listo empiezas otra vez a rezar para que no me haya pasado con la sal
o con la pimienta, que el asado este en su punto, ni muy echo ni poco echo. Y
ya cuando todo ha terminado, la familia esta comida y bebida y disfrutando de
los polvorines y de los villancicos. Viene la segunda parte el fregar la
vajilla y la cristalería siempre dudas si meterla en el lavavajillas o no y al
final por miedo terminas lavándolo a
mano y con el mismo miedo que tenías cuando se sacó de la vitrina. Una
vez que termina con los platos viene la cristalería y después la vajillas y
piensa el año que viene se come en platos de plástico que después se tiran y no
hay tanto trabajo. Y después ves a la familia y piensa: ¿en el cumpleaños de mi
madre o de mi marido utilizaría los platos de plástico? ¿Como voy a utilizarlo
en el cumpleaños de Nuestro Salvador? Y con esta idea termine mi trabajo. Decidí descansar en el sofá de casa viendo una buena
película.
Cuando termino ésta Jesús me dio una
noticia. Me la esperaba, es la verdad, pero siempre piensa que va ser mas
tarde. Me dijo que el Padre Loring había fallecido. Y pensándolo bien no podía
ser en otro día, en el día de Navidad. Es como si el Señor Jesús le dijera te
invito a celebrar mi cumpleaños en mi casa conmigo. Es un regalo por todo lo
bien que has hablado de Mi y por la cantidad de personas que has acercado a mi
Padre con tus estudios y con tus publicaciones.
Yo conocí al padre Loring a través
de mi padre. La primera vez vez que lo vi fue cuando yo tendría unos 10 años. Vino
a Jerez a dar una conferencia sobre la Sabana Santa. Me pareció a mis 10 años
una revelación, algo espectacular e impresionante. Tengo que decir que mi padre
era un gran admirador del Padre Loring. ¿Pero quien de Cádiz no admiraba a este
sacerdote delgado y enérgico? Un puro nervio siempre de aquí para allá haciendo
sus Américas y siempre acompañado de su gran baúl. No se si habéis podido ver
su baúl alguna vez yo si. Y tengo que decirlo que tanto Jesús como yo lo sufrimos.
Os voy a contar la anécdota, Pero un poco mas tarde.
A
medida que iba creciendo el Padre Loring, sin el saberlo, me acompañaba.
No solo porque mi padre leía todo lo que él publicaba o escribía sino
también en mi colegio nos ponían de vez en cuando, en clase de
religión, unos videos suyos sobre la Fe.
Con él era todo tan fácil, era tan fácil
creer, era tan fácil entender la religión y además era divertido. ¡Si es que lo
tenia todo!.
Pasaron los años y por fin pude
estar con el en un almuerzo en uno de los congresos de Católicos y Vida Publica que se celebran en Madrid. Ya
era mayor pero la verdad que nunca aparentaba la edad que tenia por la gran
juventud interior que tenía.
¡Qué buen almuerzo! Me reír, aprendí,
y me afianzo mi fe. Recuerdo que nos
contó su niñez que fue dura. A su padre lo mataron en la guerra los
republicanos y su madre se quedo sola con 10 hijos y el era el mayor. Nos
relato como pudo salir del Madrid republicano y como él había visto como habían
detenidos a personas solamente por defender su fe y su padre era un ejemplo.
Era un hombre sin pelo en la lengua al pan pan y al vino vino.
Y lo demostró en Cádiz en una presentación
de un libro suyo. Creo recordar que fue en el Ateneo pero no estoy segura.
Estaba todas las representaciones del Ayuntamiento con su Alcaldesa al frente y
estaba también todas las representaciones de la sociedad gaditana. Un
paréntesis, esta publicación se realizó en el momento mas álgido de la famosa
ley de memoria historia de Zapatero, y ni
corto ni perezoso el Padre Loring abrió
su discurso diciendo que él era parte de esa memoria histórica porque a su
padre lo mataron los republicanos y a partir de ahí recordó toda su infancia,
lo sufrimientos de su madre y todo lo que pasaron sus amigos por ser cristianos
y por llevar una Cruz o por ir a Misa. Tras esta pequeña introducción dio comienzo a la presentación del libro.
Otras de las veces que coincidí con
el, ya no vivía en Cádiz sino en el Puerto de Santa Maria. Me impresiono esta
vez la obediencia que mostraba a sus
superiores. Hicimos mención de su traslado. Más o menos fue algo así: “Padre
después de casi cuarenta o cincuenta
años viviendo en Cádiz ahora lo manda al
Puerto”. Y el me dijo “donde hay patrón no manda marinero”. (Aunque en la Iglesia
de Santiago en Cádiz sede de los Jesuitas se mantenía el confesionario con su
nombre puesto, porque algunos días de la semana iba a confesar a sus dirigidos).
En esa conversación estuvimos hablando
de los Jesuitas y del Padre Arrupe. Fue una gran lección de historia. Gracias Padre
Loring.
Y al poco tiempo de esta
conversación me pidieron que presentara a este ejemplar sacerdote en una
conferencia que iba a realizar en la iglesia de la Palma en el Puerto de santa María.
Me puse en contacto con él y me dijo que fenomenal que lo recogiera en el
colegio de San Luis Gonzaga que era
donde vivía y allí nos fuimos Jesús y
yo. Nos esperaba él con su baúl. Y menos mal que estaba el portero que nos
ayudo a meterlo en el coche porque no pudimos nosotros dos solo. Cuando llegamos
a la parroquia y fuimos al salón parroquial nos dijo que abriéramos el baúl y
que colocásemos los libros en unas mesas por si alguien quería comprar alguno.
Estaban todos desde los de la Sabana Santa hasta el Salvarte. Y se vendieron muchos.
La última vez que vi al padre Loring
fue este Noviembre en el Congreso de Católicos y Vida Publica de Madrid. Me
impresionó porque llevaba una especie de venda rara en la cabeza que si fuera
yo estaría en casa sin salir por la vergüenza. Pero el era valiente y audaz y
eso no le impedía para dar su testimonio.
Tengo muchas mas anécdotas pero no
me quiero extender. Gracias Padre Loring por enseñarnos que hay un Dios cercano
que es Padre y que nos quiere, gracias también por ser tan valiente y por
darnos su vida al entregarse por Dios. Y si ves a mi padre que seguro que te estará
buscando para conversar con usted, dele un beso de mi parte y dígale que le
echamos mucho de menos pero que no se preocupe que somos muy felices. Aunque
eso ya lo sabe el porque nos esta viendo todo los días.
Hetepheres
Benítez Collantes
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