miércoles, 25 de diciembre de 2013

* ¡¡FELIZ CUMPLEAÑOS JESÚS!!

Desde que empecé con este blog siempre el día 25 de diciembre, día de la Navidad, le he dedicado un post a personas muy queridas y significativas para mí en todos los sentidos. Este año no va a ser diferente aunque tampoco igual.
Este post se lo quiero dedicar a Jesús, al Niño que ha vuelto a nacer en el Belén de nuestros corazones, en la madrugada de este miércoles que por estos lares del mundo se nos ha presentado lluvioso y venteando fuertemente.
Si a los hermanos, amigos y conocidos les felicitamos alegremente cuando cumplen años, si gracia a las redes sociales nos avisan cuando son sus días y todos, o casi todos, les correspondemos con unas palabras amables o, si el grado de amistad es fuerte, se produce la necesaria y querida llamada de teléfono, si todo esto lo hacemos con los que están cerca de nosotros, ¿Por qué no lo hacemos con Jesús en el día de su cumpleaños? No olvidemos que es, precisamente, el día 25 de diciembre la fecha de cumpleaños de Jesús de Nazaret, del humilde Niño que es la inmensidad más absoluta pues Él, y no otro, es el que se ha hecho Niño para que nosotros nos convirtamos en hijos de Dios.
¡¡Felicidades Jesús!!
Este miércoles día de la Natividad del Niño Jesús hemos vuelto a celebrarlo mediante una Eucaristía sobria, austera, en un lugar privilegiado como el la Cartuja de la Defensión en Jerez de la Frontera junto a las Hermanas de Belén.
Llegamos a eso de las diez y veinte pues la Santa Misa empezaría diez minutos más tarde. Esta se iba a celebrar en la "Capilla de los Caminantes" donde se había instalado un bello y sobrio portal donde habían dispuesto todo para que el Sacerdote celebrante ofreciera el Sacrificio de la Misa.
No éramos mucho, ni falta que hacía, alrededor del pesebre las monjitas en actitud adorante y más atrás el Pueblo de Dios. El suelo estaba todo mullido pues había sido cubierto de paja. El estar allí te servía para ver que lo importante era lo que era y lo demás se convertía en secundario y, por supuesto, totalmente prescindible.
Lo he dicho en otras ocasiones y ahora me vuelvo a repetir: Participar de la Eucaristía en la Cartuja es hacerlo masticando cada oración hasta ingerirla en tu anhelante organismo tan necesitado de Dios. La tranquilidad de espíritu que allí se nota, el sosiego que imprime para nuestras almas, las bellas voces angelicales de las hermanitas y la voz grave con pronunciación lenta del sacerdote hace que cuando estás allí no importe el tiempo, las prisas, el reloj, los compromisos porque lo único importante, trascendente y verdadero es Jesús.
En los momentos de íntima meditación personal me parecía estar ante Cristo allá en Belén de Judea hace dos mil trece años junto a los pastores que lo adoraban sabiendo que les había nacido por fin el Señor, el Mesías, el Salvador. ¡Qué privilegio el del Sacerdote que ha oficiado la Santa Misa porque él ha estado dentro del portal junto a Jesús, la Virgen María y el paciente y devoto San José.
Una vez que terminó la Santa Eucaristía nos encaminamos a adorar al pequeño Jesús que descansaba calentito entre el heno que lo resguardaba del frío y la humedad. Nos arrodillamos ante Él y lo besamos siendo en este instante cuando pasó toda la vida por delante de mis ojos y entonces miré a los ojos de María, la cogí de su Mano y recé, no se el tiempo que pasó pues puedo decir que hasta mi corazón latía a ritmo más suave. Cuando me pude levantar me dirigí al Bendito San José, esposo fiel de la virginal Madre de Dios, y me incliné ofreciéndole mi devoción y mi máximo respeto.
Luego el Sacerdote acompañado de una hermana de Belén nos regalaron un trozo de pan que había estado instalado junto a Jesús todo el tiempo. Antes habíamos comido Pan de Vida que da la Vida al hombre y ahora nos ofrecían Pan del Cielo que sabía a Gloria. Terminado este gesto de amor por cuanto acompañábamos a Jesús en el día de Su Natividad o lo que es lo mismo en el día de Su cumpleaños nos dirigimos todos los presentes en procesión acompañando al Niño hasta el interior de la Iglesia de la Cartuja donde depositado junto a María se expondría a adoración por medio del Sacratísimo Cuerpo de Cristo Eucaristía. Un solo Jesús Sacramentado y  Niño recibiendo adoración de las almas de los fieles que vivían este momento de placidez e intensidad espiritual.
Le doy gracias a Dios que me haya permitido vivir un año más una Eucaristía con sabor y color diferente donde lo más importante es Jesús, mi Dios y  mi Señor que se hace Niño para traerme la única salvación que necesito y que realmente quiero. Viendo la sobriedad y la austeridad que marcan la vida de las Hermanas de Belén donde lo único importante es su relación con Dios, con la Santísima Virgen, en definitiva con la fe puedo observar que mi vida aún tiene que ir llenándose de la Verdad Absoluta dejando en al arcén de mi camino todo lo superfluo, lo ínfimo, lo que me distrae de la misión evangelizadora que tengo encomendada para algún día llegar a gozar del Reino de Dios y ser un pastorcillo más en el Portal Eterno de la Gloria.
Te digo lo que te he dicho esta mañana: ¡¡Felicidades Amado Jesús!!
Jesús Rodríguez Arias
El Sacerdote oficiando la Santa Misa

Procesión portando al Niño Jesús hacia la Iglesia de la Cartuja de la Defensión.

Trozo de pan con el que fuimos obsequiados.

Momento de llegar el Niño Jesús a la Iglesia de la Cartuja de la Capilla de los Caminantes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario