Hace 20 años publiqué este cuento que no por antiguo ha perdido su vigencia. Y creo que su contenido está y estará vigente por los siglos de los siglos. Por eso, acercándose la Navidad; Navidad hermosa para unos y no tanto para otros, deseo amorosa y fervientemente reproducirlo no porque tenga demasiado valor literario, pero tal vez sí lo tenga el propósito de su mensaje, que no tiene otra intención que invitar a que nos reflejemos en él con desenfado y con el corazón abierto y receptivo ofrecido como un regalo de Navidad a todos mis seres queridos: familiares, amigos y a mis lectores. Y en general a todos ustedes que lo leen y a la humanidad entera si así lo desea. Dice así:
---Los pastores y sus ovejas moraban en un hermoso y fértil valle cercano a Belén. Por un momento quedaron deslumbrados y sorprendidos de la brillante luz cegadora que acompañada de una poderosa voz celestial, les anunciaba algo verdaderamente sorprendente.------Cuando la visión desapareció; emocionados y atónitos, no podían creer ni entender lo que habían visto. Confundidos, se arremolinaron entre sí y decidieron emprender la ruta que seguía aquella maravillosa luz camino de Belén para averiguar lo que allí estaba ocurriendo.-----Uno de ellos de nombre Aser, se quedó postrado en el lugar donde se encontraban y ante la pregunta del más anciano de los pastores que le instó a que se uniera al grupo, contesto: no, no, me quedaré cuidando a mis cien ovejas y de las vuestras si es preciso. Los demás pastores se burlaron de él y le afearon su actitud desoyendo la voz del Señor. Aser, con mansedumbre respondió: ¡me bastó sólo con oír un susurro! y acto seguido volvió a ocuparse de las alborotadas ovejas; calmándolas, mezclándose con ellas y perdiéndose entre los pastos.----- A la mañana siguiente regresaron los pastores. Venían alucinados hablando del pesebre....., de los reyes....., de los regalos..... Y cuando se acercaron a Aser, le preguntaron: ¿Acaso viste alguna luz quedándote aquí, pastorcillo de cien ovejas? ------ Mis cien ovejas ya son ciento una, mostrando el corderillo nacido poco antes del amanecer.----- ¿Y a anunciarte esto vino alguna voz? les siguieron preguntando...... Aser movió la cabeza sonriendo, al tiempo que su rostro se transfiguraba y mirando al cielo dijo: solamente sentí un leve susurro aquí dentro..... ¡Y señaló su corazón....!
José María Vieytes Beira. San Fernando. Artículo publicado en el semanario local Información el 22.12.13. Y en el blog Sed Valientes por gentileza de Jesús Rodríguez Arias.
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