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Para explicar el lema de la Infancia Misionera de este año (Con los niños de Europa..., acogemos a todos como Jesús), Obras Misionales Pontificias encargó al sacerdote y periodista Javier Alonso Sandoica un corto sobre cómo los niños españoles pueden acoger y anunciar a Jesús a los niños que vienen de otros países. Javier Alonso tenía un esquema muy claro en la cabeza, pero mientras rodaba la historia, en Cádiz, se enteró de la historia de Hugo, un niño que llegó a España en patera, con una desconocida, y que fue recogido por una monja… Este contratiempo obligó a Obras Misionales a preparar un segundo vídeo, pero a cambio, deja una maravilla titulada Jesús, tierra de todos
Noticia digital (23-I-2013)
Cada vez que juegas en el patio con alguien que te necesita, rezas por los demás, andas atento en clase o haces caso a la primera a mamá, estás anunciando a Jesús, porque vives con Él, y de Él sacas fuerzas para saber por dónde tirar en cada momento.
Seguro que estás acostumbrado a tener amigos que son parecidos a ti, porque son del barrio y han nacido en familias parecidas a la tuya. Pero también puedes conocer a alguien que ha nacido a cientos de kilómetros de aquí, que pertenece a otra cultura, que no sabe nada de España y ni siquiera ha oído hablar de Jesús. Pues te voy a contar la historia de Hugo.
Hugo nació en un pueblo africano. Sus padres querían salir de la pobreza en que se encontraban y, cuando Hugo era aún un bebé, decidieron subirse a una barca con otros doce compatriotas y venirse a España. Pero cuando iban a subir, llegó la policía y los padres tuvieron que dar al niño a una desconocida, que lo trajo a nuestro país. Cuando el bebé llegó a las costas de Cádiz, lo recogió Mari Cruz, una monja que se dedicaba a dar cariño a los que llegaban de muy lejos, para que pudieran tener aquí un hogar. Era una mujer maravillosa que quería mucho al Señor, a Él le contaba sus problemas cotidianos.
Cuidó a Hugo como sí fuera su propio hijo, le dio educación y le puso en contacto con los chicos de la Infancia Misionera de su colegio. Conoció a Santi, el compañero de clase con el que hizo más amistad, porque los dos jugaban muy bien al fútbol. Santi le enseñó una imagen del Niño Jesús. Hugo no sabía quién era: «¿Quién es?»
-«Es el Todopoderoso», le respondió Santi.
Hugo se quedó de piedra, porque no se imaginaba que Dios se hubiera hecho hombre, tan pequeño, tan... necesitado. ¿El Todopoderoso necesitado del cariño de los hombres? Aquello le impresionó y quiso conocer más de cerca a los chicos de la Infancia Misionera.
Mari Cruz le ayudó a conocer mejor la fe cristiana, y al final Hugo se bautizó e hizo la Primera Comunión. Y te cuento todo esto en pasado porque Mari Cruz estaba muy malita del corazón y un día se murió, mientras hacía una tarta para el cumpleaños de Hugo. Aquella monja enseñó a Hugo que lo más importante no es el sitio donde uno ha nacido, sino la persona a quien se ama, como hizo Jesús.
Ahora Hugo es feliz y sigue jugando al fútbol con Santi en un pueblo de Cádiz.
Javier Alonso Sandoica
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