Protagonizó la película Los burdeles de Paprika, fue musa del director porno Tinto Brass y participó en La Isla de los Famosos. Hoy, Debora Capioglio y su marido, viven de nuevo en cristiano gracias a su matrimonio por la Iglesia
Noticia digital (02-I-2013)
El 30 de diciembre se celebró en Madrid la Misa de las familias, en la festividad litúrgica de la Sagrada Familia. En esta edición, las 40 horas previas antes del domingo por la mañana también sirvieron para explicar a los fieles, a pie de calle, las ayudas que ofrece la Iglesia a las familias de hoy. Los fieles cuentan específicamente con el trabajo de cuatro instituciones que día a día trabajan, de una forma u otra, ayudando a las familias. Cáritas, Centros de Orientación Familiar, la asociación de fieles Spei Marte y el Pontificio Instituto Juan Pablo II demuestran que la Iglesia atiende a las familias, se preocupa y trabaja por ellas, porque son la esperanza para la sociedad. Y este trabajo da resultado, como demuestra la historia de Debora y su marido Angelo.
Debora Capioglio era conocida en Italia como musa del director de cine pornográfico Tinto Brass. En 1996 dejó el cine para dedicarse al teatro y a la televisión. En 2007 participó, alcanzando la final, del concurso televisivo La isla de los famosos. En 2008 dio la sorpresa fichando por el partido católico Alianza de Centro. Ahora, hace pocas semanas, explicó en el periódico L’Avvenire, diario de los obispos italianos, cómo volvió a la fe.
Todo comenzó cuando contrajo matrimonio en 2008 con el actor y director Angelo Maresca: «Éramos dos solteros empedernidos -declaró a Avvenire-, pero nos hemos casado por la Iglesia y allí empezó todo».
Su vuelta, y la de su marido, a la vida cristiana empezó a fraguarse en el curso prematrimonial: «El párroco de San Salvador, en Lauro, en Roma, nos remitió a Don Antonio Pinzello, sacerdote del Opus Dei, quien nos preparó para la boda mediante un itinerario no sólo espiritual, sino también cultural. No fue un fogonazo, sino una progresiva reaproximación a la práctica religiosa, de la que me había alejado aun sin dejar de ser siempre católica», explicó Debora.
Tras el curso, la actriz y su marido empezaron a cambiar interior y exteriormente: «Aquella experiencia me enseñó que no se puede alcanzar la fama solo por el físico. En cada ser humano hay mucho más. Debemos desarrollar y aumentar nuestros talentos. Esto me ha llevado a estudiar recitación y dicción, a empeñarme en el trabajo, a decidir en algún caso no trabajar antes que aceptar cosas discutibles. También algunas elecciones ayudan a crecer».
Ahora, «ha cambiado mi modo de relacionarme con Dios y con los demás. Antes solo pedía, hoy soy capaz de agradecer por todo lo que he recibido y de pensar también en las necesidades de los demás. La vida matrimonial ha completado este itinerario, y la espiritualidad peculiar del Opus Dei -la santificación a través del trabajo- me ha enseñado a conjugar fe y trabajo, que en otras fases de mi vida consideraba absolutamente separadas», explicó Debora Capioglio al diario Avvenire.
José Calderero
@jcalderero
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