2013-01-23 L’Osservatore Romano
«El cristiano no debe tener miedo a ir “a contracorriente” por vivir la propia fe, resistiendo la tentación de “uniformarse”». Lo dijo el Papa en la audiencia general del miércoles 23 de enero, proponiendo el testimonio de Abrahán. Comienza así un nuevo ciclo de reflexiones dedicadas al «Credo».
A los fieles reunidos en el aula Pablo VI, el Pontífice presentó al patriarca como «la primera gran figura de referencia para hablar de fe». A él Dios «le pide que se ponga en camino abandonando la propia tierra». Al respecto, Benedicto XVI se preguntó: «¿Cómo habríamos respondido nosotros a una invitación similar?». Se trata, en efecto, de «partir en la oscuridad», explicó: de «un camino que pide una obediencia y una confianza radical, al cual sólo la fe permite acceder».
El Papa puso de relieve cómo la tierra que Dios dona a Abrahán no pertenece al gran patriarca: por lo tanto el «padre de los creyentes» es «un extranjero, con todo lo que ello comporta: no tener miras de posesión, sentir siempre la propia pobreza, ver todo como don». Y «ésta es también la condición espiritual de quien acepta seguir al Señor, de quien decide partir acogiendo su llamada».
He aquí entonces la actualidad del mensaje espiritual de Abrahán: «Creer en Dios —dijo el Pontífice— nos hace portadores de valores que a menudo no coinciden con la moda y la opinión del momento, nos pide adoptar criterios y asumir comportamientos que no pertenecen al modo de pensar común».
En muchas sociedades, por lo demás, «Dios se ha convertido en el «gran ausente» y en su lugar hay muchos ídolos»: como los «progresos de la ciencia y de la técnica», que siendo incluso positivos «han inducido al hombre a una ilusión de omnipotencia y de autosuficiencia»; o el creciente egocentrismo que «ha creado no pocos desequilibrios en el seno de las relaciones interpersonales y de los comportamientos sociales».
Al final de la audiencia, al saludar a los grupos de fieles en diversas lenguas, el Papa lanzó un llamamiento a la solidaridad en favor de las poblaciones de Indonesia, «donde un gran aluvión ha devastado la capital, Jakarta».
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