domingo, 4 de diciembre de 2011

¡¡TRAIDORES!!

No me gusta acabar un plácido domingo con un tema que levanta polémicas, deja mal sabor de boca y abre una que otra herida. Pero creo que hoy es un buen día para escribir sobre una especie, en vía de expansión, y que hace tanto daño por donde camina.

Los hay en todos los ámbitos de la Humanidad y tienen la enorme habilidad de entremezclarse en todos los sectores, a todos los niveles y lo hacen porque se van convirtiendo poco a poco en imprescindibles, su "lealtad" está fuera de toda duda y lo que dicen es ley. La persona que deposita la confianza en este espécimen humano, lo hace porque le está demostrando que está con él a las "duras" y sobre todo a las maduras. Se hacen merecedores de las mayores confianzas porque carecen de total escrúpulo en cuanto a valores y honorabilidad.

A la larga, cuando menos te los esperas, descubren su verdadera faz y el puñal que están afilando hace mucho tiempo lo pone en bastardo uso. Se desdicen de todo lo dicho en favor de la persona a traicionar, reniegan de esa amistad, de los favores y reconocimientos recibidos. En ellos se cumplen el famoso dicho: "Donde digo digo, digo diego" y propinan las más innobles de las traiciones. Conjuran y hacen campañas contra el otro, sin importar nada ni nadie, porque solo sirven a un señor: Él mismo. Son capaces de todo  para conseguir sus abominables propósitos, no les importan el sufrimiento que causen, las injusticias que cometan, el dolor que produzcan. Para ellos; "el fin siempre justifica los medios" ¡Y que medios! 

Al final de la historia son siempre vencedores, están con el que le interesa para su propio beneficio y parecen que han ganado la guerra, cuando solo han vencido rastrera y vilmente una batalla. No saben que el camino es largo y en la vida todo termina por pagarse al precio justo, que es el que pone el Señor. Ante Él nada, nada, está oculto y todas las bajezas, mezquindades y demás injusticias se acaban dando cuenta ¡Y a que precio! Si supieran lo que vale una traición mucho se guardarían de cometerla. Las heridas producidas por estos miserables seres son difíciles de sanar porque, ¿Cómo se sana la herida de la traición a la amistad, el honor, la  nobleza? Restañar tan profundas decepciones es arduamente complicado, no imposible porque Dios obra milagros constantemente y más con los humillados y pisoteados por exceso de confianza y de verdadera amistad.

Soy de mar, pero vivo en la campiña, tengo el corazón abierto al lejano horizonte donde se pierde la vista ante un atardecer sobre las olas y vivo mi día a día en el interior de una ciudad rodeada de campo, vides y cortijos. Quiero hacer, hoy me siento inspirado, un símil entre lo antedicho y la vida del campo, en un cortijo perdido y hallado entre la inmensidad de la naturaleza, como obra máxima creadora del Padre.

La vida en el campo es muy bella, poética y estremecedora. Imaginémonos hectáreas de terreno, lleno de toda clase de buenas hierbas: Tomillo, romero, hierbaluisas, jaramago..., al fondo una ganadería de reses bravas pastando sobre ellas, viviendo plácida, tranquilamente y preparándose para el fin predestinado. Ante ellas caballos a la orden de su mayoral; orgulloso de su necesario e importante trabajo. El día pasa, llega la noche y los alumbra una luna llena que parece una lámpara en el cielo puesta para ellos y que guarda sus sueños. La vida una suave melodía armoniosa.

Pero llega un día que la luna desaparecerá por esas nubes en el horizonte, que no les echaba cuenta y tanto despreciaba, y se tornará la tormenta que caerá sobre los bravos toros que saldrán en embestida pisoteando las bellas florecillas silvestres, arrancando de cuajo al tomillo, al romero, tréboles y a todo cuanto pisen y el mayoral no podrá hacer mucho, lo mejor será  permanecer en su caballo intentado controlar un situación sin control y pensando que mañana será otro día.

Cuando los traidores consiguen sus objetivos se "duermen" y menosprecian a todos los que considera vencidos. Los pisotean, humillan porque está ensoberbecido en su propio y letal orgullo hasta que llega el día, cuando más confiados están, que la tormenta estalla de tantas injusticias y son víctimas de todo el mal que han creado y han cometido. No olvidad lo que dice el Señor: "El que se humilla será enaltecido". Al final resplandece la verdadera  justicia.¡Ánimo y no desesperéis porque todo llega a su fin!

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