¿Quién me ha tocado?
No puedo evitar leer los Evangelios con una continua sonrisa y algunas carcajadas. Por ejemplo, en la curación de la hemorroísa. Primero, un toque a los médicos: ella ha gastado todos sus bienes sin aprovechar nada y “ha sufrido mucho por parte de muchos médicos”. Sopesen las palabras: “todos”, “nada”, “mucho”, “muchos”… Luego, la salida parece que surrealista en medio del barullo: “¿Quién me ha tocado?”. Ahí, a la vez, la sorpresa de suficiencia y hasta un pelín de desdén de los apóstoles, pero el temor y temblor de la mujer. Entonces, el milagro y el elogio. Y al final la andanada sutil y tácita: “Todos vosotros, por falta de fe, me apretujáis, pero no me tocáis".
egmaiquez.blogspot.com
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