Suele ocurrir más de lo que nos imaginamos y suelen protagonizar esta situación personas que destacan y brillan en su labor profesional, académica, apostólica, vocacional, personal. Cuanto más competente sea uno más enfervorizados enemigos tendrá con la única intención de "quitarlos del medio" y condenarlos al ostracismo, a la máxima oscuridad.
Se montarán mil historias todas ellas desproporcionadas, injustas, se manchará el honor de la persona a "aniquilar" con mentiras, injurias y continuos atentados contra sus principios. Se valdrán de todas las artimañas para hacer que desaparezcan de la faz de la tierra por el sólo hecho de ser brillantes, de ser grandes y mejores en el campo que cada uno ejerza.
Tenemos que pensar que los mediocres que no pueden llegar a nada por sí solos tienen que utilizar estas y otras tácticas para hacerse notar, para ostentar los cargos y responsabilidades que ellos creen que tienen que tener, no por méritos propios, porque adolecen de los mismos, sino desde la bajeza personal y la venganza hecha traición que son las armas que más utilizadas por estos miserables personajillos que merecen tanto desprecio como asco en todo el sentido de la expresión.
Estos mediocres, personajes propios de historias para no dormir, después de ejecutar y eliminar a las personas de gran relieve de su círculo de actuación ocupan los cargos y responsabilidades directivas sin ningún tipo de escrúpulos, intentando acaparar todo el protagonismo para, intentar, hacer olvidar a sus antecesores. Su máxima prioridad no es gestionar bien y eficazmente,sino destruir, ningunear, humillar, pisotear a todo aquel que no piense como él. Estos mediocres de medio pelo no admiten debates u opiniones divergentes sino acatamiento de todo lo que ellos proponen sin ningún tipo de contestación.
Este tipo de indeseables se encuentran en todos los órdenes de la vida y los podemos encontrar; de ejecutivos en grandes empresas, directivos de instituciones y hasta de directores generales, diputados, ministros y presidentes de gobiernos. Su mediocridad, su falta de escrúpulos los hacen ser personas de poco fiar que tienden a la traición por ver favorecidas sus malsanos intereses.
Pero contra lo que no pueden luchar estos sórdidos personajillos es contra la luz que emanan las personas de valía, que brillan por ellos solos y estén donde estén su gestión resplandece entre los huecos de esas habitaciones oscuras que han querido que permanezcan para mayor gloria de la insensatez.
Lo malo y también lo bueno es que con las gestiones de unos y otros se empieza pronto a comparar y ven lo grande que se ha perdido y la inutilidad manifiesta de lo que ahora podemos tener.
No sé que pasa en este mundo, pero a todos los que valen en todos los sentidos y por el solo hecho de ser competentes y grandes gestores son aniquiladas, insultadas, víctimas de toda mofa y condenadas, simple y llanamente, al más vil e injusto de los ostracismos.
Ante estas situaciones me hago una serie de reflexiones: Que Dios no se queda con nada de nadie y que el tiempo es un juez inexorable que pone todo en su sitio. Tenemos todo el tiempo del mundo para que se haga justicia. ¡Qué no decaiga nuestro ánimo porque al final lo bueno y justo triunfa!
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