Hoy quiero entonar el salmo del agua cristalina y fugaz.
Quiero ser como el agua que sirve gozosa a los hijos de Dios. Quiero ser como el agua que calma la sed del sediento, sin fijarse si es hombre de ciencia, de poca cultura, de blanco o de negro color.
Quiero ser como el agua, que es de todos y todos la poseen, la beben, la gustan, la utilizan; a todos refresca, los limpia y fecunda.
Quiero ser como el agua que canta sonoras sus silbos brillantes y desliza sus hilos por peñas y arroyos, llevando la vida, el frescor y la alegre canción.
Eso ha de ser mi vida: Agua que limpia los cuerpos y lustra las almas con luz bautismal. Y agua que fecunda y da vida, la vida de gracia que el buen Dios nos da.
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