domingo, 4 de diciembre de 2011

LOS CRISTIANOS SIRIOS SE DEBATEN ENTRE LA REVOLUCIÓN Y LA ADHESIÓN A ASAD.


  • Cristianos sirios
    BACHAR EL ASAD NO LOGRA SILENCIAR AL PUEBLO SIRIO

    04 DIC 2011 | Carmen Rengel. Jerusalén

    “Que sólo ataque mezquitas no quiere decir que no nos hiera lo que hace a nuestro pueblo”, afirma un ortodoxo. A diferencia de otros países, no ha habido asaltos a iglesias



  • Bachar El Asad no logra silenciar al pueblo sirio ni con 4.000 muertos. Fuera está aprisionado por las sanciones de Occidente y la Liga Árabe y de puertas para adentro sólo cuenta con el apoyo de la minoría alauí a la que pertenece su dinastía (12% de la población) y parte de la clase media-alta sunita y laica.
    Hasta ahora conservaba otro pilar, el de la comunidad cristiana, un 10%, dos millones de sirios, pero su fidelidad se resquebraja por momentos. Ya no tiene su aval unánime. Aquellos que lo aplaudían por proteger a su grupo, los que daban las gracias por no ser perseguidos como en Irak o Egipto, están virando, acercándose cada vez más a la calle que clama por el fin de 40 años de ordeno y mando, mucha violencia contra civiles desarmados como para mantener el apoyo al dictador.
    “Nuestra relación con el gobierno es cordial, nos tienen mimados”, decía en marzo, al inicio de la revolución, Isidoros Batikha, obispo griego católico de Siria central, en una entrevista para BBC Radio. Se refería a que Asad cede suelo gratuito para levantar los templos de los 11 ritos cristianos representados en el país, a que no pagan luz ni impuestos, a que sus curas no tienen que hacer el servicio militar.
    Libertad
    “Tenemos toda la libertad, sólo están limitadas las conversiones. Asad ha logrado las mejores relaciones entre todos, como miembros de una misma sociedad”, insistía.
    Es una situación ideal para los hijos de la tierra en la que San Pablo se convirtió, suelo de mártires, descendientes de los primeros seguidores de Jesús, feligreses de más de 33.000 parroquias. Como explican en la Custodia de Tierra Santa de Jerusalén, hasta ahora los retos de los cristianos sirios eran anclar a los jóvenes, evitar que se exiliaran por trabajo o estudios, mantener activas las comunidades de base, pelear frente a la demografía de los musulmanes…, retos de una Iglesia en paz.
    No ha habido basílicas ni conventos atacados, pero la sangre es demasiado escandalosa para que no surjan dudas sobre la bondad de Asad.
    “Llevamos décadas alegrándonos porque el Gobierno nos protege y hemos olvidado que somos sirios con derechos; tomamos la justicia como regalo. Que sólo ataque mezquitas no quiere decir que no nos hiera lo que hace con nuestro pueblo”, cuenta a LA GACETA por teléfono A. M., un católico ortodoxo griego, miembro del Observatorio Sirio de Derechos Humanos, con sede en Londres.
    “Estoy cansado de que Asad manipule a los míos para hacerse una foto, usando nuestro miedo a la persecución en otros países musulmanes. Si vemos muertes en nuestras zonas, ¿cómo no intervenir?”, añade.
    De hecho, hace pocos días la “comunidad cristiana libre” de Siria ha emitido un comunicado de apoyo a los manifestantes. “Puesto que la religión cristiana está hecha de amor, justicia e igualdad, los cristianos de Siria somos uno con nuestros hermanos musulmanes y no podemos dejar de sumarnos a las movilizaciones pacíficas por la igualdad y la justicia y contra la opresión, que nos afecta a todos”, reza la carta, que añade que los cristianos llevan siglos viviendo en la misma tierra sin necesitar “a un individuo” que les garantice la supervivencia.
    El fantasma
    Damasco siempre azuza el fantasma de que, sin Asad, el islamismo se apoderará de Siria. Faisal Hijazin, párroco de la Sagrada Familia de Ramala (Palestina), siempre en contacto con la comunidad de Alepo en la que ha estado 23 años, lo niega tajante. “No hay facciones islamistas potentes; hay una base mayoritaria, sunita, que nunca ha mandado, sometida por los Asad. Temen que el poder cambie de manos, no que lo tomen los radicales. Siria es un país culto y menos integrista que otros. El miedo real es el que provoca la falta de libertades, no los musulmanes”.
    Padre Romualdo Fernández: “Asad intenta hacer reformas, pero no le dejan”
    Director del Memorial de San Pablo en Damasco. El padre Romualdo Fernández lleva más de 50 años en Oriente Medio y dice que en Siria han respetado su cristianismo como en ningún otro lugar. Este franciscano zamorano relata que intenta dar sus misas cada domingo con normalidad y que su comunidad, en la capital siria, no está sufriendo ataques del régimen.
    “Me parece que el joven presidente Asad quiere gobernar y hacer cambios, pero siempre tiene ahí un círculo que le impide, creo, hacer todo lo que él quisiera”, sostiene.
    Él es uno de los que sigue valorando la protección de la minoría cristiana y de los que insiste en que hay una mano radical detrás de las protestas. “El conflicto hay que tomarlo en el contexto de una reivindicación general de los Hermanos Musulmanes, es lo que ocurre en Egipto y lo que va a pasar en Jordania”, concluye el religioso.
    Hermana Fadoul: “El miedo no es razón para callar ante la injusticia”
    Cueva de Santa Tecla, Malulambre. La hermana Anna Fadoul, 53 años, lleva media vida asistiendo a peregrinos que hacen retiros espirituales en una de las ciudades clave para las primeras comunidades cristianas. Sostiene que siempre fue crítica con los Asad, aun antes de las matanzas, “porque no es bueno que coarten libertades”.
    Ahora ha sido una de las impulsoras del comunicado de apoyo a los manifestantes y ha mediado con soldados para evitar detenciones en varias familias locales, de origen suní. “Muchos en mi comunidad no se comprometen públicamente porque creen que la protección del Gobierno es un regalo. ¿Tenemos que estar agradecidos de por vida? No, le aplaudo que no nos persiga y aísle, claro, pero matar a quien te pide reformas es anticristiano. Hay que hablar y negociar y respetar los derechos esenciales. No hay que callar ante la injusticia”, señala.
    Faseeh R: “La persecución de un musulmán es la mía”
    Comerciante, cristiano iraquí exiliado en Alepo. Faseeh R. tuvo que escapar de Mosul (Irak) hace casi siete años, huyendo de la violencia sistemática contra los cristianos desatada tras la caída de Sadam Hussein. Atrás dejó a gran parte de su familia. Sólo un hermano lo acompañó en su travesía. “Los demás eran muy mayores”. Ahora tiene una tienda de alimentación en Alepo y se ha casado con una chica siria.
    “Allí nos secuestraban, nos ponían bombas, obligaban a las mujeres a llevar velo… Siria era la paz para nosotros. Vivimos bien y nos respetan. Sin embargo, han matado a mis vecinos; tengo empleados detenidos. Sería inhumano que no me afectase”, lamenta.
    Pide a Assad que se entreviste con la oposición. “Con los cristianos ha demostrado que no le importa hablar con los diferentes. ¿Por qué no lo hace ahora?”, critica. “La persecución de un hermano musulmán es también la mía”, concluye este cristiano.



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