sábado, 3 de diciembre de 2011

A ANA Y FEDERICO. GRACIAS POR VUESTRO GESTO DE AMOR.

Estamos empezando este soleado y frío sábado y lo hacemos llenos de ilusión, lleno de profunda tranquilidad y lleno, por supuesto, de enorme responsabilidad.

Este sábado no es normal para nosotros, esta tarde apadrinaremos a nuestro ahijado Ignacio, cuarto hijo de una pareja de amigos a los cuales queremos como hermanos y que se llaman Ana y Federico. Desde las seis de la tarde en adelante, es decir, para todo la vida asumimos la responsabilidad de acompañar a Ignacio por el camino de la fe, por el camino de la vida para llegar a hacerlo un hombre de bien y siendo así será todo lo quiera ser. No le van a faltar dos padres entregados a él, como lo están a sus hermanos, no le va a faltar que le muestren el camino de la fe y de Dios porque son dos personas coherentes con sus creencias. Ana y Federico tienen fe y la fe, como dijo Jesús, mueve montañas. La fe hace que todo se haga por amor y por amor se hace todo con generosidad, entrega, servicio, la entrega es total y sin mesura. Para el amor, para la fe no existen ni medidas ni tampoco mesura y eso lo está recibiendo y lo va a recibir, más si cabe, a partir de hoy Ignacio, nuestro ahijado, y todos sus hermanos, nuestros ahijados adoptivos, porque así lo quiere el Buen  Dios.

¡GRACIAS! Eso es lo único que  me sale para deciros, queridos Ana y Fede, gracias por querer compartir lo más sagrado de vuestra familia: Vuestros hijos. Nos habéis hecho inmensamente felices y habéis hecho una mujer nueva, con otras ilusiones, con otro brillo en los ojos a Hetepheres. Dios no nos ha bendecido con hijos, que se haga siempre su Voluntad y no la nuestra, pero nos ha bendecido con el uno y el otro y seguimos sumando porque nos ha bendecido con vosotros, con "nuestros" niños: Belén, Federico, Nicolás e Ignacio, para Hetepheres y para mí; Nachete. Dios siempre te da cuando verdaderamente lo necesitas, estás preparado para ello y es bueno para ti. Eso ha ocurrido con vuestro gesto de amor hacia nosotros. Gracias porque a partir de esta tarde seremos comadre y compadre, término muy de aquí, y  estaremos unidos hasta la eternidad a vosotros por medio de un Sacramento.

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