La Custodia de Tierra Santa ha celebrado la solemnidad de la Visitación en el santuario dedicado a este episodio evangélico, situado en Ein Karem, pueblo a las afueras de Jerusalén. La peregrinación tuvo lugar el 2 de junio ya que el 31 de mayo, día de la fiesta, los frailes franciscanos de la Custodia de Tierra Santa estaban ocupados con la celebración en el Santo Sepulcro con motivo de la fiesta del Corpus Domini. Desplazada al sábado siguiente, la solemnidad también fue celebrada por los feligreses de la iglesia de San Salvador de Jerusalén y varios peregrinos.
La visita de la Virgen María a Isabel se situó por primera vez en un lugar diferente al de la Natividad de San Juan a principios del siglo XIV. Además del episodio evangélico, en la misma iglesia se conserva también el recuerdo del escondite de San Juan Bautista, recogido en el protoevangelio apócrifo de Santiago (siglo II) y evocado por el abad ruso Daniel (principios del siglo XII).
En la homilía el Custodio de Tierra Santa resumió el mensaje de la fiesta en tres palabras: alegría, caridad y fe. “Son tres las actitudes fundamentales de la vida de María, pero también de la de cada uno de nosotros si queremos vivir siguiendo las ensañanzas del Evangelio”, dijo fray Francesco Patton. “La alegría es una invitación que nos dirige a menudo la palabra de Dios: 84 veces solo en el Nuevo Testamento – explicaba el Custodio -. La existencia cristiana es alegría”. Detrás de esta alegría de María está la cercanía del Señor que ha obrado grandes cosas en ella. Con respecto a la segunda palabra, “amor”, el Custodio habló del “amor personal, oblativo y concreto” que María manifestó en múltiples ocasoines y del que debemos tomar ejemplo. En referencia a la última palabra que resume la fiesta, “fe”, fray Patton indicó el canto del Magnificat como el momento en que María lee con los ojos de la fe su propia vida y la historia de la Humanidad. “Solo una mirada de fe permite mantener viva la esperanza real de que Dios está obrando y de que Dios cumple lo que nos ha prometido”.
Al final de la misa una procesión descendió desde la iglesia superior hasta la cripta de la Natividad, donde se leyó el Evangelio correspondiente.
El superior de la fraternidad franciscana de la Visitación, fray Wladyslaw Brzezinski, por último, retomó las palabras de la homilía del Custodio y dio las gracias a todos los presentes.
Después de la misa, se sirvió un pequeño refresco en el soleado espacio delante de la cripta, para celebrar la Visitación compartiendo un momento de comunión fraterna.
Beatrice Guarrera
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