domingo, 24 de diciembre de 2017

BALIDOS DE BELÉN; POR ENRIQUE GARCÍA-MÁIQUEZ



Ayer, ante el belén que ha montado mi suegra, me di cuenta de que el lugar donde más se estaría hablando allí de las elecciones catalanas sería en el palacio de Herodes. Cuántas discusiones, entre pasillos, sobre las posibilidades de pactos y murmuraciones de las actuaciones del líder y rabia por la victoria ajena y por el chasco propio. Lo veía clarísimo, y recordé que en esta columna llevaba yo varios días como un herodiano más, hablando de Cataluña, de política y de tácticas. Me resultó bastante inquietante. Y recordé el villancico que escribiera Gloria Fuertes: "A media noche./ ¡Qué noche de invierno! / Sin luna que le asistiera/ nació un Lucero./ - ¡Traedle -que no se enfríe-/ el Iris para el fajero!/ ¡Callad!.../ Que ya se ha dormido, / no seguéis su primer sueño: / decid que no meta ruido/ el mundo entero».

Los pastores, antes del anuncio del ángel, estarían, seguramente, hablando de la lotería. Sobre dónde había caído el Gordo y que ay si lo hubiesen pillado. Un lunes iban a estar ellos al raso si les hubiese tocado siquiera un tercer premio. Y el ángel está a punto de aparecérseles y anunciarles la mejor noticia de la historia de la Humanidad. Eso me consoló mucho del hecho de que a mí tampoco me haya tocado ni la pedrea. Uno puede estar protestando muy envidioso sin saber que es el más afortunado de la comarca. 

Las lavanderas hablarían de amores, sin importarles ni la política local ni los premios millonarios. La adolescencia, nos pongamos como nos pongamos los viejos y la etimología, adolece de muy pocas cosas. Es bastante autónoma. Pero no soberana: aunque no lo sepan, las lavanderas están a punto de encontrarse con el Amor con mayúsculas, tan minúsculo, que colma el corazón.

Me iba acercando al Portal, y seguía cargado con mis preocupaciones políticas, mis envidias de pobre y mis nostalgias de viejo. ¿Qué diría en el Portal y qué aquí para celebrar de una vez, sin distracciones, la Navidad? Recordé el villancico que he escrito este año para felicitar a los amigos, que, de alguna manera, también es metalingüístico. Déjenme, amigos, felicitarles la Navidad con mis versos familiares:

"La Virgen le canta en griego,/ San José calla en latín/ y el Niño es tan pequeñín/ que sólo llora… Un borrego/ sí lo entiende: "Desde luego/ es lo que anunció Moisés/ porque ya -bé, bé, bé- ves/ que con nosotros se iguala./ Es un rey ¡y cómo bala/ en un perfecto ovejés!".

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