La cortina de humo catalán apenas está dejando ver lo que se nos prepara en ese laboratorio frenopático en que se nos ha convertido el Congreso de unos años acá. Si yo ahora les dijera que tenemos a las puertas el establecimiento de una auténtica y nada metafórica nueva Inquisición, muchos de ustedes reaccionarían con incredulidad, pero eso sólo demostraría que no están al tanto del proyecto de Ley que fue admitido a trámite el pasado martes, lo cual activa el procedimiento que, de una u otra forma, y si una vigorosa reacción social no lo impide, acabará imponiendo la Inquisición del lobby LGTB en España.
Los impulsores del proyecto, Podemos y sus aliados, actuando como meros tentáculos políticos del movimiento homosexualista, lo presentan como una ley contra la discriminación por orientación sexual, pero lo que está en juego es la creación de un gran aparato represivo de los derechos fundamentales de quienes no se inclinen ante su ideología destructiva de la personalidad y de la sociedad. En el proyecto, las libertades de expresión y manifestación son hechas viruta y la persecución del adversario ideológico -ya saben, homófobos, fascistas, machistas, profamilia, etc…- consagrada mediante la creación de una agencia estatal ad hoc que estaría dotada de poderes inauditos para la imposición de tremendas multas, secuestro y destrucción de publicaciones, censura de las redes sociales, cierre de negocios, etc… Pero lo más grave no es eso aún, sino la previsión de adoctrinamiento masivo de niños y jóvenes en la ideología de género y la antropología homosexualista, sin que padres ni centros educativos vayan a tener posibilidad alguna de oponerse o rechazar los devastadores programas que se les ordenen.
Esto es, señores, lo que tenemos casi encima. Duelen muchos estruendosos silencios ante el formidable asalto a las conciencias y a las costumbres que se prepara. En cuanto a los partidos políticos, sólo el PP se ha mostrado contrario al proyecto, ya que el PSOE y Ciudadanos se oponen apenas y por ahora a cuestiones de forma. La soledad del PP -nadie a su derecha para mantenerlo firme- no augura nada bueno, pero peor es el precedente de las leyes autonómicas aprobadas en las regiones que gobierna y la manera en que la agenda LGTB ha penetrado al partido. La Inquisición, en su día, lo tenía mucho más difícil para imponerse y ganó.
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