jueves, 21 de septiembre de 2017

DECOMISO Y DESTRUCCIÓN; POR ENRIQUE GARCÍA-MÁIQUEZ



Hay quien afirma que el independentismo catalán se activó para tapar la trama del 3% y que el conflicto actual le viene muy bien al PP para esconder la Gürtel. No creo en tamaña conspiración -tan frívola, además-. Otra cosa es que, ya puestos, se aproveche que el Llobregat pasa por Hospitalet… Por eso, es muy importante ser multifunción, al menos en lo que se refiere a la actualidad y a sus escándalos. Estar atentos a todos: no dejar que el más ruidoso nos haga olvidar al más sibilino.
Más atención merecería la aprobación de la Ley LGTBI, que sí está resultando tapada del todo por el ruido y la furia del procés (final y felizmente) procesado. Concentrémonos nosotros en dispersar nuestra atención. Que no se nos escape nada, ni la abominable corrupción, ni el soberanismo desbocado, ni los increíbles contoneos de un PSOE que ni contigo ni sin ti, pero tampoco una ley que supone una amenaza a derechos fundamentales como el de educación de los padres y a libertades básicas, como la de expresión.
La misma existencia de la ley ya te pone en un brete. Parece que advertir contra ella implica un deseo cerril de discriminar a alguien. No es el caso, ni mucho menos. Pongamos que el amable lector es ateo. Seguro que no tiene ningún interés en insultar a creyentes ni en perseguirlos, como demuestra el hecho de que esté leyendo este artículo (con acuerdo o en desacuerdo, eso es secundario). Sin embargo, si saliese una norma que, con el pretexto de proteger a los católicos de una creciente cristianofobia, le prohibiese expresar sus dudas de fe, mandase cerrar y multase las páginas donde se cuestione cualquier dogma y se decomisase y se destruyese todo libro que incurriese en el menor atisbo de heterodoxia, se alarmaría y con razón. Más aún si el llamado a juzgar esos casos no fuese un tribunal de la justicia ordinaria, con todas las garantías procesales del Derecho Penal, sino un organismo administrativo de forofos que vaya usted a saber. Él se horrorizaría y yo con él.
No creo que tampoco este híper proteccionismo haga bien, no digo ya a las personas que sean o L o G o T o B o I, a las que, de alguna manera, se etiqueta, se auxilia (sin que lo pidan) y se les firma una permanencia, sino a la misma ideología. El aire libre, el ejercicio de la crítica y la contra-crítica, la confrontación de ideas son actividades muy saludables para cualquier pensamiento: lo refuerzan y afinan.

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