lunes, 5 de junio de 2017

EVANGELIO DEL DÍA Y MEDITACIÓN

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Primera lectura

Lectura del libro de Tobías 1,3;2,1b-8:

Yo, Tobías, procedí toda mi vida con sinceridad y honradez, e hice muchas limosnas a mis parientes y compatriotas deportados conmigo a Nínive de Asiria. En nuestra fiesta de Pentecostés, la fiesta de las Semanas, me prepararon una buena comida. 
Cuando me puse a la mesa, llena de platos variados, dije a mi hijo Tobías: «Hijo, anda a ver si encuentras a algún pobre de nuestros compatriotas deportados a Nínive, uno que se acuerde de Dios con toda el alma, y tráelo para que coma con nosotros. Te espero, hijo, hasta que vuelvas.» 
Tobías marchó a buscar a algún israelita pobre y, cuando volvió, me dijo: «Padre.» 
Respondí: «¿Qué hay, hijo?» 
Repuso: «Padre, han asesinado a un israelita. Lo han estrangulado hace un momento, y lo han dejado tirado ahí, en la plaza.» 
Yo pegué un salto, dejé la comida sin haberla probado, recogí el cadáver de la plaza y lo metí en una habitación para enterrarlo cuando se pusiera el sol. Cuando volví, me lavé y comí entristecido, recordando la frase del profeta Amós contra Betel: «Se cambiarán vuestras fiestas en luto, vuestros cantos en elegías.» Y lloré. Cuando se puso el sol, fui a cavar una fosa y lo enterré. 
Los vecinos se me reían: «¡Ya no tiene miedo! Lo anduvieron buscando para matarlo por eso mismo, y entonces se escapó; pero ahora ahí lo tenéis, enterrando muertos.»

Salmo

Sal 111,1-2.3-4.5-6 R/. Dichoso quien teme al Señor

Dichoso quien teme al Señor 
y ama de corazón sus mandatos. 
Su linaje será poderoso en la tierra, 
la descendencia del justo será bendita. R/.

En su casa habrá riquezas y abundancia, 
su caridad es constante, sin falta. 
En las tinieblas brilla como una luz 
el que es justo, clemente y compasivo. R/.

Dichoso el que se apiada y presta, 
y administra rectamente sus asuntos. 
El justo jamás vacilará, 
su recuerdo será perpetuo. R/.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Marcos 12,1-12

En aquel tiempo, Jesús se puso a hablar en parábolas a los sumos sacerdotes, a los escribas y a los ancianos: «Un hombre plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó un lagar, construyó la casa del guarda, la arrendó a unos labradores y se marchó de viaje. A su tiempo, envió un criado a los labradores, para percibir su tanto del fruto de la viña. Ellos lo agarraron, lo apalearon y lo despidieron con las manos vacías. Les envió otro criado; a éste lo insultaron y lo descalabraron. Envió a otro y lo mataron; y a otros muchos los apalearon o los mataron. Le quedaba uno, su hijo querido. Y lo envió el último, pensando que a su hijo lo respetarían. Pero los labradores se dijeron: "Éste es el heredero. Venga, lo matamos, y será nuestra la herencia." Y, agarrándolo, lo mataron y lo arrojaron fuera de la viña. ¿Qué hará el dueño de la viña? Acabará con los labradores y arrendará la viña a otros. ¿No habéis leído aquel texto: "La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente"?»
Intentaron echarle mano, porque veían que la parábola iba por ellos; pero temieron a la gente, y, dejándolo allí, se marcharon.

Reflexión del Evangelio de hoy

La viña y los viñadores

Jesús se dirige hoy en particular a los fariseos, escribas y senadores, o sea, a la flor y nata de los jefes religiosos, a los mejores conocedores de la Ley. Todo devoto israelita, pero ellos de forma eminente, conocían el significado de la viña del Señor; todos sabían que Jesús se refería a la Casa de Israel, al pueblo escogido. Y, sabiéndolo y sintiéndose delatados, su inquina hacia Jesús fue, si cabe, en aumento.
Jesús se dirige también a “la casa de Israel actual”, o sea, a los que formamos hoy el Reino de Dios, a la Iglesia. Nosotros somos los trabajadores de la viña. ¿Cómo llevamos a cabo la encomienda? No me refiero de puertas afuera, sino personalmente. ¿Estoy contento, orgulloso, de que el Dueño de la Viña cuente conmigo? Porque se trabaja y se rinde de forma distinta, dependiendo de la actitud con que se hace.
A nosotros también nos envió a su Hijo. Al margen de lo que hicimos con él, él decidió quedarse con nosotros a perpetuidad, con una presencia distinta pero real. ¿Aprendimos la lección y lo respetamos?

Otros frutos

La viña del Señor hoy es el mundo entero; y, en el mundo, mi comunidad, mi hogar; y en mi hogar, mi persona. Yo soy “la Viña del Señor”, pintada por el Profeta Isaías, mimada por Dios, de la que se espera armonía, paz, transparencia, compasión y amabilidad. Pero, hay otros frutos que no son precisamente del agrado del Dueño.
Necesitamos, personal, familiar y socialmente, pensar en el inmenso don que se nos ha concedido por haber sido enviados a la Viña; y ser agradecidos. La Viña no es nuestra, el puesto de trabajo, tampoco. Lo nuestro es la actitud de dicha y agradecimiento por tener la suerte que tenemos, o de enfado y acritud por tener que trabajar en un campo que no es nuestro.
No somos los únicos, ni los mejores. Sólo somos los escogidos. Y, si dándonos cuenta de lo que hacemos y de lo que omitimos, no respondemos a las expectativas de quien nos envió, podemos ser rechazados. No somos los dueños, sólo trabajadores a quienes se les exige corresponder al oficio maravilloso que se les ha confiado.
¿Me siento enviado a trabajar en las cosas y asuntos del Señor?
¿Se me nota el gozo y agradecimiento por el don recibido?

Fray Hermelindo Fernández Rodríguez
La Virgen del Camino

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