Un día comenzó a dolerte la muela, se te hinchó la cara y sentías como vergüenza de salir al trabajo con la cara desfigurada; como también te avergonzarías de salir a la calle con el vestido desgarrado o los zapatos rotos.
Sin embargo, deberías sentir mucha mayor vergüenza, no tanto por tu exterior, cuanto por tu interior; si tu interior está desarreglado, desordenado, trastornado, indudablemente tienes motivos más que suficiente para sentirte molesto y avergonzado.
El ser humano es más interior que apariencia; tú debes tener más empeño e interés en que tu espíritu cultive las virtudes que te harán persona y santo, que no en que tu cabello se vea bien peinado, o que luzca bien tu vestido o tu corbata...
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