domingo, 30 de abril de 2017

SELECCIÓN NATURAL; POR ENRIQUE GARCÍA-MÁIQUEZ


Diario de Cádiz
Hay que remontarse hasta las fuentes o bajar hasta las raíces de los problemas, siquiera sea para evitar que se nos aplique la tajante sentencia del marqués de Valdegamas: "Erigimos tronos a las causas y cadalsos a las consecuencias". No se me ocurre un mecanismo más tonto…, y más común. Con respecto a la corrupción política, tendríamos que revisar cómo se escogen los dirigentes. Si nos equivocamos con la selección, natural que a la larga la corrupción dé la cara.
A pesar de mi confesa simpatía por Esperanza Aguirre, me hacen muchísima gracia los sarcasmos sobre su fichaje de cazatalentos o headhunter. Me tengo que reír, como se dice, porque es verdad. Es justo donde se ha pegado más tiros en el pie. Más que una salida laboral, parece una ironía sofoclea.
Una argumentación que se ha demostrado absolutamente falaz es que la derecha viene robada de casa. Se roba por vicio y no por destino, por querencia y no por carencia. Esa supuesta mayor honradez de la derecha es un patrimonio moral (¡y electoral!) mítico que el PP ha dilapidado. Por avaros han resultado pródigos.
¿Podría haberse evitado si el camino a los puestos directivos de los partidos políticos no estuviese hecho de ambición y vanidad con los peajes de adulación al jefe, de sometimiento del juicio, de la puñalada trapera al compañero y de las maquinaciones en los cuartos de máquinas? No sé cómo se sopesan los currículums de los candidatos a candidatos. Que los estudios y el nivel intelectual no son una prioridad, se sabe. Tampoco quizá se hayan buscado hasta ahora la integridad o la generosidad. De esto último hay indicios que se podrían tener en cuenta. Por ejemplo, la implicación en iniciativas como Cáritas o cualquier ONG o el trabajo en programas de voluntariado o la colaboración en campañas benéficas. No sostengo, por supuesto, que ése haya de ser el vivero de nuestra clase dirigente. Apunto un indicativo de honradez, vocación de servicio público y falta de ambición.
Tampoco sería un remedio absoluto porque la corrupción salta donde menos se espera y algunas veces ha salpicado (y muy feamente) a las ONGs. Contra la corrupción, hay que luchar en todos los campos sin desfallecer, pero merece la pena echar un vistazo crítico a los actuales métodos de captación de futuros dirigentes desde esta óptica, y a la muy mejorable valoración política de los sectores más generosos de nuestra sociedad, que existen.

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