Finalizo este miércoles con el tradicional artículo publicado en su día en "Raíces de Grazalema" que es ese impresionante portal que creara y dirigiera nuestro querido y añorado Diego Martínez Salas.
Hoy publico en SED VALIENTES como fin de edición un artículo firmado por Cándido Gutiérrez Nieto y que lleva por título: "Grazalema en los poetas de Arcos" y que es absolutamente deliciosa y enriquecedora su lectura con la que seguro aprendemos y también nos toca el corazón.
Pienso que no hay forma humana de agradecer la generosidad, la entrega y dedicación para con el pueblo de Grazalema al que tanto amó de nuestro querido Diego así como del grupo de colaboradores que hicieron posible el publicar tantos buenos artículos que nos hacen profundizar en la historia, la cultura, las tradiciones, el sentir de un lugar único en el mundo.
Quiero con este artículo de todos los miércoles rendir un sincero y humilde homenaje a la memoria de nuestro querido Diego Martínez Salas y que así y de esta manera mostrar mi cercanía, cariño y reconocimiento a su figura a la vez que a la de su viuda, hijos, madre, familia, amigos, todo el pueblo de Grazalema y los grazalemeños.
Recibid un abrazo con sabor a eternidad,
Jesús Rodríguez Arias
raicesdegrazalema.wordpress.com
Publicado por Grazalema
DESDE MI ALTOZANO: Grazalema en los poetas de Arcos
Por Cándido Gutiérrez Nieto
Para descargar el archivo de audio original, pincha el enlace.
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Queridos paisanos y paisanas. Un cordial saludo a todos
En esta columna de hoy he querido repasar la presencia de Grazalema en los poetas de Arcos. El periodista y escritor sevillano Antonio Burgos reclama que la vecina y serrana población de Arcos sea nombrada en vez de Arcos de la Frontera, Arcos de los poetas. Con su particular gracia expresiva, argumenta que al igual que en otros pueblos pusieron Polos de Desarrollo Industrial, en Arcos tendría que haberse puesto un Polo de Desarrollo Poético. Algo que la población vería bien dada la proliferación de poetas que, como dice, son para Arcos glorias locales; dado el número tan extenso que atesora.
Así, en su amplia nómina de la segunda mitad del siglo XX a la actualidad podría nombrarse a Julio Mariscal Montes que formó parte de la llamada “Generación de los cincuenta”, un grupo poético de posguerra que tuvo especial presencia en la provincia de Cádiz junto a otros como el jerezano Manuel Caballero Bonald, el gaditano Fernando Quiñones. A este poeta hay que sumarle otros contemporáneos a él que se reunieron en torno al grupo que formaron con la publicación de la revista “Alcaraván” y estuvo compuesto por Juan de Dios Ruiz Copete, Antonio Luis Baena, los hermanos Antonio y Carlos Murciano o Cristóbal Romero. A ellos se les unen otros escritores y poetas de aquellos años como Antonio Hernández, Manuel Pérez Regordán o los hermanos de Carlos y Jesús de las Cuevas.
En una nueva oleada poética en las últimas décadas del siglo XX se reproduce en Arcos una nueva generación de poetas jóvenes que formaron parte de la tertulia literaria bautizada con el nombre “Calima” de la que surgiría también la revista del mismo nombre apadrinada por Cristóbal Romero. En esta nueva cohorte han escrito y publicado poetas ya conocidos y consagrados, o en vías de serlo, como Josefa Caro, Pedro Sevilla, Juan Luis Vega o María Jesús Ortega.
En resumidas cuentas, podría ser cierta la impresión campechana que toma sobre sus paisanos Jesús de las Cuevas, quien ha enfatizado que “aquí, en Arcos, nacen poetas como espárragos”.
Sobre el binomio Grazalema y poesía arcense nos quedaremos con tres poetas que tienen entre sí además una forma expresiva vinculada al flamenco, o al folklore popular andaluz, que me parecen muy interesantes debido a la musicalidad, colorido descriptivo y profunda emoción que imprimen a sus versos.
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El primero de ellos es Jesús de las Cuevas, escritor y poeta, que junto a su hermano formaron un tándem literario genuino de madrileños de origen y arcenses de adopción. De ellos, al haber publicado mucho juntos, se dijo que ambos tenía un “entendimiento bicéfalo y un solo corazón”. Miembro de la Real Academia de Bellas Artes de Sevilla, Jesús de las Cuevas dedicó buena parte de su obra a glosar la belleza del paisaje andaluz, a pregonar a vírgenes y cristos del devocionario de la baja Andalucía y a recrear las bondades y misterios del vino de Jerez. Particularmente muy amigo del grazalemeño Juan Miguel Pomar, en el homenaje que se hizo en las Tardes poéticas de Grazalema en la edición de 1984, con motivo del reciente fallecimiento del poeta grazalemeño, dedicó a Grazalema unos tientos perteneciente a su libro “Provincia mía”. Trascribimos literalmente aquel pasaje tal y como él lo cuenta que dice así:
“Una madrugada (un grupo de amigos reunidos aquí en Grazalema en casa de Juan Miguel), recuerdo que oíamos los cascos de un caballo. Aquello me produjo una impresión infinita. Yo traía un poema que se llamaba “Tientos sobre Grazalema” y al acabar sonaron los cascos del caballo. Estos tientos querían recoger la primera impresión sobre Grazalema, de esa Grazalema nevada del invierno, que bate records pluviométricos, de la que me hablaba Juan Miguel Pomar de sus recuerdos de niño cuando se ponían debajo de los canalones los niños de Grazalema a ver quién aguantaba más tiempo. Ver llover en Grazalema, hasta lo que aquí llaman reventar los caños, es un espectáculo increíble. Pues bien, en aquella madrugada en estas calles envueltas en un fanal de silencio antiguo, con estas casas tan nobles, de prestigio, con sus herrajes negros, con su piel de cal blanca, tan encaladas, tan zurbaranescas. Y luego Grazalema cuando está nevada, qué espectáculo único en que la cal y la nieve se confunden y se abrazan. Pues estos son los tientos sobre Grazalema. “Mientras se escuchan los cascos de un caballo suelto a altas horas de la noche”; dice así:
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Amarguillos, alhucemas,
Resbalaba mi caballo.
Llueve sobre Grazalema.
Agua por los canalones,
El braserillo encendido
Dentro de los corazones.
Y en San Cristóbal, de alerta,
Que por muy tarde que llegues,
Me tengan tu puerta abierta.
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El segundo es un recuerdo también nocturno de Grazalema:
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¡Ay, quien durmiera contigo,
Mi Grazalema del alma!
¡Si hubierais visto la manta!
La medí y tenía las medidas exactas.
Allá por el San Cristóbal
La nieve era una muchacha.
Un cuerpo como el tuyo,
Grazalema callada.
Villa de la Zalema,
De la caricia cálida.
En los labios, ¡qué dulce
Nombrarte de madrugada!
¡Grazalema, Grazalema!
Y repetirlo hasta el alba.
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El segundo poeta de Arcos que canta a Grazalema, es el periodista y poeta Antonio Hernández, que ha recibido números premios como el Adonais, Miguel Hernández, Vicente Alexandre y especialmente el gran premio de las Bellas Artes y el premio Nacional de la Crítica. Quien dijera que el «El mar es como el cielo con orillas», escribió sobre Grazalema para las Tardes literarias a comienzos de la década de los 90. Particularmente tengo el recuerdo de haber departido con él largamente en aquellos días. En unas sevillanas aflamencadas nos dedicó a los pueblos serranos de Grazalema, Zahara y Benamahoma esta bella estrofa:
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Nombre que son las perlas
de una corona
Grazalema, Zahara y Benamahoma
De árabes crecieron
Las cambiaron por llanto
Cuando se fueron
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Finalmente, ahondaremos aún más en la simbiosis temática del flamenco y Grazalema, para hablar del poeta y flamencólogo arcense Antonio Murciano. En su reseña biográfica se destaca que este poeta, nacido en 1929, dirigió junto a su hermano Carlos la colección de la revista “Alcaraván”. Una de sus grandes pasiones es el arte flamenco y es el ganador por cinco veces del Premio Nacional de Flamenco. También ha obtenido numerosos premios entre los que se destacan el Nacional de Poesía. Entre su amplísima producción de toda una vida, destacan para nuestro interés escribió y editó en 1996 “Amores en la Sierra, cancionerillo de los pueblos blancos”. El libro es un canto hermoso a los bellísimos pueblos de la sierra de Cádiz y es un verdadero goce leer y repensarlo. Unas estrofas del soneto de apertura dicen así:
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Por una Sierra al sol van mis amores,
Arcos en vertical, Espera en calma,
Bornos, Villamartín… ¡Y quién empalma
-Puerto Serrano- pájaros y flores!
¡Grazalema!… Y Ubrique en curtidores.
De Olvera a Algodonales ¿quién la empalma?
Torre Alháquime, Algar, El Gastor y el alma
-Setenil- se me ciega en resplandores.
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En “Canciones con el amor en la mano” que pertenece a este libro se funde con el espíritu de cada pueblo y después con su entorno y los nombres a los que considera los más hermosos de la tierra y le canta de esta manera:
Quien fue quien te cristianó
Pueblo blanco de mi sierra
Que, en espiral, sube a Dios
../..
“Nacer donde yo nací, en Arcos de la Frontera.
¿Vivir…? entre Zahara y Grazalema,
en una casa de Ubrique
que tenga un patio en Olvera.
Pero quedarme a morir -echarme a morir- mi amante,
no siendo dónde nací,
bajo la roca gigante
de una cueva en Setenil”.
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Y se sumerge en una Letanía de piropos para encontrar primero lo que es común a todos los pueblos blancos y luego la belleza particular de cada paisaje en lo singular de la Sierra.
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Al Norte la hermosura,
al Sur, el río.
Sueña la arquitectura
sobre el vacío.
Este- Oeste; infinito
y eternidad.
El pueblo es como un mito
hecho verdad.
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En uno de estos piropos se refiere del camino que va de Zahara a Grazalema. Dice así:
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Cuando llega el Otoño,
la Sierra entera,
se viste de madroños
su madroñera.
Madroño grana,
para los labios rojos
de mi serrana.
Cuando acaba el Otoño,
Sierra Pinar,
se queda sin madroños
que regalar.
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Y algunos cantares de nuestra tierra, espigados de libros de cantos populares o recogidos de viva voz de los vecinos. Estos cantares, algunos muy conocidos ha sido recopilados también por otros estudiosos como el también arcence Manuel Pérez Regordán. Antonio Murciano los titula Cantares de la Sierra y a algunos de ustedes oyentes de Radio Grazalema les sonarán especialmente:
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Camino de Gazalema,
enmedio de un olivar,
hay una fuente que mana
agua de amor natural.
Camino de Grazalema,
qué caminito tan triste,
que no pasa una carguita
que la Guardia no registre.
Tabaco de contrabando,
la muselina y la pana.
¿Y también es contrabando
el hablar con esa dama?
Grazalema entre dos lomas,
entre dos lomas y tajos,
donde habitan las palomas,
tortolillas y arrendajos.
A los pies de mi caballo
tengo ya la muerte mía,
¡venga tela de verano
y rica pañolería!
Aquel que presume de honra
es porque carece de ella,
que aquel que no tiene capa
se acuerda de Grazalema.
Yo vendo mantas
de Grazalema,
que son tan suaves
como la seda.
¡Viva Ubrique y Grazalema
y Olvera y Algodonales
y el Fandango de la Muela,
de todos, el que más vale!
Ubrique es el primer cielo,
Grazalema es el portal,
Villaluega el purgatorio
y el infierno Benaocaz.
Grazalema es buena tierra,
que es tierra de mucho paño,
muchas muchachas bonitas
y agua fresca en el verano.
No sé si me vaya a Ubrique
o me vaya a Grazalema,
o me vaya a Algodonales
o a Sevilla que es mi tierra.
Tan bonito es Setenil
que expulsaron a los moros
y no se quisieron ir.
Huertas de Benamahoma
-silla y fruta y Pinsapar-,
si donde las dan las toman
aquí hay pa (ra) dar y tomar.
Las mantas de Grazalema,
si son de Ubrique, las pieles,
de Setenil, las bodegas,
de Zahara un día de Corpus
y cualquier calle de Olvera.
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Finalizamos con este canto de rimas y musical estética dedicado expresamente a nuestra tierra en la llamada cancioncilla del verano en Grazalema.
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Engarzada en el paisaje
serrano,
como una gema,
como un pañuelo de encaje
al alcance de mi mano,
Grazalema.
Bandera de paz ganada
en la guerra de la prisa,
fiel emblema.
Paloma de paz posada
en el árbol de la brisa.
Grazalema.
La luna es bola de nieve.
Aquí el sol aro de fuego
que no quema.
La mujer, cintura breve,
y el amor, un niño ciego,
Grazalema.
Bandolera del frescor.
Bello alijo gaditano.
Remanso que el tiempo rema.
De cal de silencio en flor.
Plaza mayor del verano
¡Grazalema!
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Bueno, hasta aquí hemos llegado en este programa de Radio Grazalema. Gracias de nuevo grazalemeños y grazalemeñas por su atención y les emplazo hasta el próximo encuentro, Dios mediante.
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