«Serbia se ha vuelto pobre a ojos vista. Por ello, muchos no tienen ya esperanza. Ahora se van los de 40 a 50 años, personas en la mejor edad»
AIN.- Con estas palabras, el Obispo católico de Zrenjanin, Mons. Ladislav Nemet, describe la situación actual en Serbia.
En una visita a la Fundación Pontificia Internacional «Ayuda a la Iglesia Necesitada», Mons. Nemet sigue diciendo: «Mantener guerras cuesta mucho; pero todavía más el ser bombardeado. Las sanciones internacionales durante años y los daños causados por los bombardeos de la OTAN de 1999, que hasta ahora no se han eliminado, han afectado fuertemente la base económica, sobre todo la industria y la infraestructura de tráfico. Serbia ha retrocedido al menos 50 años».
Según comenta el Obispo, la primera oleada migratoria de este país del sureste europeo se produjo en 1991; entonces se fueron sobre todo los jóvenes, que no querían ir a la guerra. Como consecuencia de los bombardeos de 1999 se produjo una segunda oleada. Según el censo de la población de 2011, Serbia tiene actualmente 7,16 millones de habitantes. Según datos del Banco Mundial, el país perdió durante los últimos diez años unos 300.000 habitantes.
Las consecuencias de la emigración las nota también la Iglesia. «La diócesis de Zrenjanin en la Vojvodina, al norte de Serbia, tiene actualmente unos 65.000 fieles. En 1991, eran todavía 99.000», dice Mons. Nemet. Como en la Vojvodina muchos fieles tienen raíces húngaras, rumanas, croatas o alemanas, trasladarse a un país de la Unión Europea es relativamente sencillo. La mayoría de los serbios —en opinión del Obispo— se trasladan a Austria, Alemania y Estados Unidos.
Chicago está considerada «ya como la segunda comunidad serbia, después de Belgrado». «Ayuda a la Iglesia Necesitada» viene apoyando desde hace años la labor pastoral tanto de la Iglesia católica como greco-católica en las cinco diócesis serbias, una labor de diáspora.
En 2014 se financiaron sobre todo programas de pastoral para niños y jóvenes, proyectos de reformas de edificios y de construcción, la subsanación de los daños causados por las crecidas, estipendios de Misas para asegurar la existencia de sacerdotes, así como la compra de automóviles para la labor pastoral en las amplias regiones.
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