sábado, 14 de marzo de 2015

EL ALBA SE ASOMA A MI ORACIÓN; POR JOSÉ ANTONIO SIGLER.

EL ALBA SE ASOMA A MI ORACIÓN. «En dos días nos sanará; al tercero nos resucitará; y viviremos delante de él.» (1ª Lectura). El profeta Oseas nos hace una clara prefiguración del Tríduo Pascual y nos previene que, para resucitar, hay que estar "sano". La sanación que obra el Señor, no es carnal, en el sentido de mantener la vida terrenal (solo resucita el que está muerto), sino una sanación del alma, concreta y real. Y, para ello, tenemos que estar preparado y dejarnos hacer por Dios. La lectura de las Laudes viene a confirmar esta acción de Dios:  «Aunque vuestros pecados fuesen como púrpura, blanquearán como nieve; aunque sean rojos como escarlata, quedarán como lana». El Evangelio nos habla del publicano que se tenía por justo y seguro de sí, y por ahí anda algunos de nuestro pecados, por la altivez y la arrogancia. Ante Dios no valen justificaciones, ni enumerar "mis méritos". La salvación (sanación) no se "compra", se regala, pero se requiere que sea aceptada, desde la "pobreza": «Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido». Pues tenemos hoy mucho que aprender y mucho que "dejarnos hacer". No, no es fácil vencer al pecado, desde nuestra fuerza no, pero desde Cristo, desde la cruz, Él ya lo hace, ¿te apuntas? Santa María de Caná, ruega por nosotros. Epílogo cuaresmal: «Esforcémonos por conocer al Señor: su amanecer es como la aurora. Bajará sobre nosotros como lluvia temprana».

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