Sin lugar a dudas el tiempo pasa más deprisa de lo que nosotros quisiéramos, de lo que nosotros necesitáramos en realidad.
Llevamos tres días y medio en Villaluenga del Rosario y se nos ha pasado en un abrir y cerrar de ojos. Días y semanas esperando que llegara estos días festivos para disfrutar al cien por cien de nuestro pueblo y ya estamos, desgraciadamente, al final de nuestra estancia en el mismo hasta la próxima semana. La normalidad, la ruda rutina, las obligaciones inherentes en esto llamado vida nos acogerán los con los brazos abiertos mientras nosotros, almas libres solo dueñas de Dios y de un lugar en el mundo situado a las faldas del "Caíllo", caminamos con el rumbo puesto en nuestra brújula con paso cansino porque el cuerpo está donde está y el corazón permanece en este bello pueblecito situado en el punto más alto de esta imponente Provincia de Cádiz.
Si me asomo a la ventana observo la misma imagen que nos acompaña desde el viernes por la tarde. Una densa niebla que empapa calles, casas y todo aquel que pasee por los bellos rincones escondidos y a la par a la vista de todos los que con los ojos del corazón los quieran ver y admirar.
Ayer fue un día hogareño, hoy también lo es, con espesa niebla y nubosidad y fina lluvia que cala hasta los huesos. Día de estar en casa en la penumbra del hogar frente a una humeante chimenea que calienta los huesos y el ánimo ante la melancolía que inundo todo en un día gris tirando a oscuro.
El sábado lo pasamos en casa pues entre la lluvia y el cansancio de la ruta del día anterior, no me encuentro en plenitud de formas y fuerzas aunque poco a poco vaya recobrándolas, buena lectura, una copa de oloroso, escribir algún post para este blog o para opiniondesdemiventana.blogspot.com hizo que pasara las horas de la mañana en un abrir y cerrar los ojos.
Antes habíamos desayunado en "Los Caños" y habíamos entablado amena conversación con una pareja que estaba parando en la vecina Grazalema y que había venido a dar una vuelta para conocer nuestro pueblo. Le indicamos los sitios a donde ir y le invitamos a que otra vez que vinieran por aquí se quedaran en el pueblo y que nosotros, personalmente, nos comprometíamos a enseñarle Villaluenga y que conocieran la buena gente que reside en este privilegiado lugar porque se quedarán impresionados y aunque vuelvan a sus casas, a sus vidas, a su día a día nunca acabarán por irse de Villaluenga del Rosario.
Tras la profunda siesta escuché las campanas de la cercana Iglesia de San Miguel que nos convocaba a Misa. Hacia allí nos dirigimos. Compartimos la celebración de la Eucaristía con un grupo Scouts que venía de la Parroquia de San Juan de Ávila de Jerez de la Frontera. Tras comulgar hice lo de siempre: Me fui a orar frente al Sagrario que se encuentra a los pies de la Bendita imagen de Nuestra Señora del Rosario que lucía esplendorosa. A mi izquierda se veía a la Virgen guapa de los Dolores enlutada esperando que comenzara el tiempo litúrgico de la Cuaresma.
Después de terminar la Santa Misa, Hetepheres fue en busca de un perrito que estaba abandonado y hasta que no encontró al dueño no paró. En "La Posada" se encontraba Berna, que no podía asistir a la reunión del Casino pues se encontraba trabajando. Allí también se encontraban Miguel Ángel, Gabriel, Alex y Adrián viendo una buena corrida de rejones.
Pasamos parte de la tarde charlando amigablemente con nuestro amigo Berna y saludando a todos los buenos vecinos que entraban a tomarse algo en este ya emblemático lugar de este querido pueblo.
Poco antes de las ocho de la tarde me fui para el Casino pues estábamos convocados todos los socios a la anual Asamblea General que estuvo muy animada, con muchas intervenciones donde se palpó que esta Sociedad está viva y coleando.
En las instalaciones del Casino pude conversar animadamente con Carlos, Rogelio, Cristóbal, Alfonso, Alonso, Andrés, José Luis, Nito así como otros buenos y queridos amigos y socios de esta centenaria Sociedad.
Llegué a casa a eso de las diez menos cuarto cuando ya el viento soplaba con cierta intensidad y las nubes presagiaban agua por doquier. Se atisbaba con solo asomarse a la ventana que el temporal se haría presente dentro de poco como así fue.
Una noche de frío, agua y viento que hacía totalmente inhóspito el asomarse incluso a los cristales de la ventana y que proferían al hogar, con el calor de la chimenea, del verdadero sentido que debe imperar. Una buena conversación, una buena lectura o el sosiego de meditar en la quietud de tu casa frente a la marabunta que incordiaba con los sonidos propios del vendaval hacía de esas horas un momento muy cálido y especial.
A eso de las doce de la madrugada nos dormimos extasiados y extenuados. Os puedo decir que dormir aquí es hacerlo en y desde la profundidad. El silencio lo impera todo y eso hace que el sueño vague tranquilo y sosegado hasta la hora que uno se tenga que levantar.
Cosa que hicimos pasadas las nueve de la mañana. Hoy Hetepheres me ha dado una sorpresa pues me ha preparado tortas de masa para desayunar con un buen café con leche sin lactosa. Ella prefirió no acompañarme pues prefería desayunar en "La Posada".
Mientras nos encaminábamos para este sitio de encuentro en el pueblo nos encontramos con Juanjo y su novia con los que charlamos un rato, mientras Hetepheres iba a "La Covacha" estuve con Pedro García en su casa alrededor de la mesa y una amena conversación y también pudimos saludar a Toni cuando mi mujer llegó, algo hambrienta, a recogerme porque no podía esperar más para desayunar.
En "La Posada" se encontraban Berna y María Jesús, lo que es la pareja perfecta profesionalmente hablando, tomando un café mi buen amigo Miguel Ángel. También saludamos a Fernando y su prometida.
Poco después una buena tertulia entre Hetepheres, Miguel Ángel, Berna, María Jesús y yo hizo que los minutos pasaran demasiado deprisa. ¡Cuando se está bien que pronto pasa el tiempo!
Sobre las doce y media arribamos para casa, el día seguía y sigue en penumbra aunque la niebla se disipe tímidamente. Una larga conversación con un buen amigo y hermano sobre proyectos en común y actualizar el blog así como escribir este post que llevo dentro y que quería compartir con todos vosotros.
Sentado frente a la humeante chimenea me doy cuenta de lo que no soy consciente en realidad: Lo deprisa que pasa el tiempo cuando se es inmensamente feliz.
Muchos no podrán ni llegarán a entenderme jamás, no pueden hacerlo porque viven sumergidos en su particular rutina, porque he llegado a encontrar la verdadera felicidad en un pequeño pueblo de poco más de 250 habitantes que residen a diario aunque el número de empadronados lleguen casi a doblar a los habitantes que día a día se levantan y se acuestan aquí, en Villaluenga del Rosario.
Hoy le decía a Miguel Ángel que cuando me venía para acá se me abría el mundo, que podía respirar mejor y que aquí he podido, porque Dios así lo ha permitido, encontrar lo que es la esencia de la felicidad.
Ser feliz no es tener más, ser más importante, acaparar más en todo. Ser feliz es desprenderte de lo que no te sirve o no te ayuda en tu vida para alcanzar la verdadera trascendencia del ser. Hoy por hoy en Villaluenga del Rosario he encontrado esa sosegada felicidad que llevaba buscando hace tanto tiempo y que creía que era un mito o una irrealidad.
¡Qué pronto pasan las hora, los días, las semanas cuando se es feliz, cuando se está bien! Ahora llega el afrontar el día a día con las responsabilidad propia, con las obligaciones, con la misión de cumplir los compromisos adquiridos y con la mente y el corazón puesta en un solo sitio: Villaluenga del Rosario.
Recibid, todos mis queridos vecinos y amigos de este bendito Pueblo, un fuerte abrazo y que Dios os bendiga.
Jesús Rodríguez Arias
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