Ary Waldir Ramos Díaz
“Los niños sordos también tienen un espacio en la Iglesia”; es el llamamiento de la madre de una niña sorda recibida en audiencia privada por el Papa Francisco en el Vaticano.
Nancy Molina es la madre que lideró el viaje de las familias de la Comunidad de nuestra de Señora del Silencio de Tucumán, Argentina, al encuentro con el Papa Francisco en el Vaticano.
El grupo fue recibido el sábado pasado por el Papa Francisco en audiencia privada gracias también a la intermediación de la Pequeña Comunidad de sordomudos con sede en Roma.
Nancy Molina, una madre templada por el dolor y fuerte en la fe, lanza un llamamiento en este vídeo a los padres de otros jóvenes sordos e hipoacusicos para que no se sientan solos.
“Los niños sordos también tienen un lugar en la Iglesia” afirma Molina, madre de Lucila Del Rosio Vigiani, una niña de 17 años sorda desde su nacimiento por causa de un virus fatal.
La “madre coraje”, como la llaman con cariño ha organizado, junto a otros padres de familia, la catequesis para niños sordos en Tucumán, Argentina, acción que ha llamado la atención del Papa Francisco, quien también tiene que ver con este “pequeño milagro”. Ver abajo la historia de Nancy y la pastoral para los sordos.
Nancy madre de una niña sorda nos confiesa que ha sido “una experiencia de vida muy dura” pero llena de “fe y unión familiar”.
“Lucila nació con un citomegalovirus mortal –explica-. Allí inició un momento de desesperación. Yo tenía 22 años y pensaba lo peor. Lucila no iba a vivir más de seis meses, pero el Señor tenía otros planes para ella. Todo esto confundió a los médicos y sus diagnósticos. Las complicaciones neurológicas no dejaban muchas esperanzas”.
Y prosigue: “En aquel momento el Señor comenzó a mostrar su mano. Era difícil tratar de tener esperanzas en aquel momento, pero gracias a Dios, Lucila pudo salir de esto. Pesaba sólo 8 kilos a los dos años, poco a poco se iba recuperando. Para nosotros fue una bendición que ella estuviera viva. El Señor permitió que ella viviera”.
Nancy afirma que la “hipoacusia” era el mal menor frente al riesgo de muerte de su hija. “Hoy Lucila tiene 17 años por obra del Señor” y añade que su vida sobrepasa cualquier expectativa de la ciencia médica.
Para que las obras de Dios se cumplan en ella…
La historia de Nancy y su hija continúa desde la fe. “Toda la familia se involucró en el tema de la sordera y la hipoacusia”. De hecho, dos tías de Lucila, Carolina y María Belén Molina, aprendieron el lenguaje de las señas y ahora son catequistas para otros jóvenes con el mismo problema.
“Esto hizo que mi esposo y yo nos uniéramos en la fe porque no es fácil aceptar una situación así. Sólo el Señor da la fortaleza”.
La marginación golpea dos veces la incomunicación de las personas sordas
Después de que Lucila hizo la comunión y la catequesis especial, se necesitaba profundizar el camino de fe. “Necesitábamos ir a una misa con intérprete”.
“Lamentablemente en Tucumán no habían muchas opciones”. En una ocasión, cuando encontraron una iglesia dispuesta a acoger a un interprete para la misa, “la gente se lamentó porque distraía durante la función”, recuerda.
De ahí el doble problema de la incomunicación y de la marginación debido a la incomprensión del problema de parte de la sociedad.
El Papa se dirigió a los sordos en Brasil. ¿Aquí por qué no?
En ese momento, Nancy Molina y otras mamás con las mismas dificultades inician la catequesis para los sordos.
Recordando que “el Papa Francisco en la Jornada Mundial de la Juventud dedicó un espacio para la pastoral para los sordos”, Nancy llama al arzobispado al final de agosto y dice que el Papa Francisco ya lo había hecho en Brasil, “entonces por qué aquí no hacemos algo”.
La secretaría del arzobispado, al ver tremendo ejemplo y después de informarse de que no había alguna pastoral en ese sentido, pone en contacto a Nancy con el Padre Carlos Sánchez, quien tuvo la tarea de organizarlos como grupo de pastoral para los sordos.
Así nació una iniciativa evangelizadora que está ganando lugar en Tucumán, y es modelo para otras ciudades y provincias en Argentina.
Otro aspecto importante de la pastoral de los sordos- señala Nancy- es el trabajo con los padres. “Los jóvenes son también instrumento de paz y armonía en los hogares”. “Se incorpora a ese Cristo olvidado”, dice.
El grupo inició en septiembre de 2013, pero es tan vital, que el Papa Francisco no ha dudado por un momento en invitar a los padres y los jóvenes sordos a Roma para la audiencia privada, para que sean ejemplo para otras realidades en el mundo.
Nancy Molina es la madre que lideró el viaje de las familias de la Comunidad de nuestra de Señora del Silencio de Tucumán, Argentina, al encuentro con el Papa Francisco en el Vaticano.
El grupo fue recibido el sábado pasado por el Papa Francisco en audiencia privada gracias también a la intermediación de la Pequeña Comunidad de sordomudos con sede en Roma.
Nancy Molina, una madre templada por el dolor y fuerte en la fe, lanza un llamamiento en este vídeo a los padres de otros jóvenes sordos e hipoacusicos para que no se sientan solos.
“Los niños sordos también tienen un lugar en la Iglesia” afirma Molina, madre de Lucila Del Rosio Vigiani, una niña de 17 años sorda desde su nacimiento por causa de un virus fatal.
La “madre coraje”, como la llaman con cariño ha organizado, junto a otros padres de familia, la catequesis para niños sordos en Tucumán, Argentina, acción que ha llamado la atención del Papa Francisco, quien también tiene que ver con este “pequeño milagro”. Ver abajo la historia de Nancy y la pastoral para los sordos.
Nancy madre de una niña sorda nos confiesa que ha sido “una experiencia de vida muy dura” pero llena de “fe y unión familiar”.
“Lucila nació con un citomegalovirus mortal –explica-. Allí inició un momento de desesperación. Yo tenía 22 años y pensaba lo peor. Lucila no iba a vivir más de seis meses, pero el Señor tenía otros planes para ella. Todo esto confundió a los médicos y sus diagnósticos. Las complicaciones neurológicas no dejaban muchas esperanzas”.
Y prosigue: “En aquel momento el Señor comenzó a mostrar su mano. Era difícil tratar de tener esperanzas en aquel momento, pero gracias a Dios, Lucila pudo salir de esto. Pesaba sólo 8 kilos a los dos años, poco a poco se iba recuperando. Para nosotros fue una bendición que ella estuviera viva. El Señor permitió que ella viviera”.
Nancy afirma que la “hipoacusia” era el mal menor frente al riesgo de muerte de su hija. “Hoy Lucila tiene 17 años por obra del Señor” y añade que su vida sobrepasa cualquier expectativa de la ciencia médica.
Para que las obras de Dios se cumplan en ella…
La historia de Nancy y su hija continúa desde la fe. “Toda la familia se involucró en el tema de la sordera y la hipoacusia”. De hecho, dos tías de Lucila, Carolina y María Belén Molina, aprendieron el lenguaje de las señas y ahora son catequistas para otros jóvenes con el mismo problema.
“Esto hizo que mi esposo y yo nos uniéramos en la fe porque no es fácil aceptar una situación así. Sólo el Señor da la fortaleza”.
La marginación golpea dos veces la incomunicación de las personas sordas
Después de que Lucila hizo la comunión y la catequesis especial, se necesitaba profundizar el camino de fe. “Necesitábamos ir a una misa con intérprete”.
“Lamentablemente en Tucumán no habían muchas opciones”. En una ocasión, cuando encontraron una iglesia dispuesta a acoger a un interprete para la misa, “la gente se lamentó porque distraía durante la función”, recuerda.
De ahí el doble problema de la incomunicación y de la marginación debido a la incomprensión del problema de parte de la sociedad.
El Papa se dirigió a los sordos en Brasil. ¿Aquí por qué no?
En ese momento, Nancy Molina y otras mamás con las mismas dificultades inician la catequesis para los sordos.
Recordando que “el Papa Francisco en la Jornada Mundial de la Juventud dedicó un espacio para la pastoral para los sordos”, Nancy llama al arzobispado al final de agosto y dice que el Papa Francisco ya lo había hecho en Brasil, “entonces por qué aquí no hacemos algo”.
La secretaría del arzobispado, al ver tremendo ejemplo y después de informarse de que no había alguna pastoral en ese sentido, pone en contacto a Nancy con el Padre Carlos Sánchez, quien tuvo la tarea de organizarlos como grupo de pastoral para los sordos.
Así nació una iniciativa evangelizadora que está ganando lugar en Tucumán, y es modelo para otras ciudades y provincias en Argentina.
Otro aspecto importante de la pastoral de los sordos- señala Nancy- es el trabajo con los padres. “Los jóvenes son también instrumento de paz y armonía en los hogares”. “Se incorpora a ese Cristo olvidado”, dice.
El grupo inició en septiembre de 2013, pero es tan vital, que el Papa Francisco no ha dudado por un momento en invitar a los padres y los jóvenes sordos a Roma para la audiencia privada, para que sean ejemplo para otras realidades en el mundo.
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