Libros de citas, planificadores, calendarios... Diseñamos nuestro presente, planeamos nuestro futuro y revisamos nuestro pasado. Sabemos exactamente dónde queremos estar y cómo queremos llegar hasta allí. Y entonces sucede, lo no planeado, lo no previsto. La muerte de un miembro de la familia, un cambio de trabajo, una enfermedad grave. Nuestras vidas cuidadosamente ordenadas saltan hechas añicos y tenemos que recoger los pedacitos.
¿Cómo reaccionamos cuando suceden estas cosas que nos podamos controlar? ¿Nos alzamos contra el cielo, exigiendo respuestas, o aceptamos, confiando en que todo se desarrollará según el plan divino?
Al empezar un nuevo año, resolvamos aceptar con gozo los quiebros y giros de la vida. Abramos nuestros corazones al milagro de cada nuevo día, y confiemos en que nuestras vidas se están desarrollando del modo en que deberían.
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